miércoles, 13 de abril de 2011

CUENTOS PARA CADA INSTANTE

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Cuando a alguien le hablan de la felicidad lo ve como algo quimérico, que no se puede
alcanzar, sin embargo es una tarea mucho más fácil que todo eso, consiste en vivir el
momento, en vivir el instante. Esto es tan fácil o tan difícil como nosotros queremos
que sea. Despreciamos todos los instantes en que estamos vivos y solo nos fijamos
en objetivos, que una vez alcanzados, no nos satisfacen y nos dejan vacíos, que creo
es unos de los mayores problemas de nuestra sociedad o mundo actual, esto nos hace
ser más frustrados y de alguna manera infeliz.
Estos cuentos surgieron de diferentes instantes y como tales los he escrito y
recopilado.
Espero que a ti, lector, te digan algo como a mí me dijeron. También espero que sean
reflexión sobre la importancia que tiene cada instante de nuestra vida pues ya no
volverán a repetirse.
Francisco Sánchez Pélaez




INDICE:

A MODO DE INTRODUCCIÓN.............. 2
ADELA......................................... 4
EL ASCENSOR................................ 6
ÁNGEL......................................... 8
EL TÍO BENITO ............................12
BLANCA ......................................13
JUAN.........................................15
COSME Y ABEL..............................18
FELISA Y CARMEN .........................21
EL DESTIERRO..............................23
ALBERTO.....................................25
SAMUEL......................................27
MAMEN ......................................28
LA MARCHA .................................29
EL INCENDIO ...............................33
SANTUARIO.................................36
EL NUEVO HOGAR..........................39
INÉS .........................................45
LA CONFERENCIA ..........................54
MOISÉS......................................63
LA PARTIDA.................................65
NUEVA ETAPA ..............................71
SILVERIO....................................73
LA ERMITA..................................78
EL ESLABÓN ................................81
EL JARDÍN ..................................84
EL RAYO DE LUZ VERDE...................86
ANÍBAL ......................................88
TOMAS ......................................91
PABLO........................................92
LUCAS........................................93
LA ESTACIÓN...............................94
EL PINTOR ..................................96
JULIA........................................97
LA MÚSICA..................................99
CARMELO .................................. 100
JORGE ..................................... 101
EL LIBRO .................................. 103
EL INTERROGANTE ...................... 105
LA ENFERMEDAD COMO MANIFESTACIÓN
DEL DESAMOR ............................ 109
MARISA ................................... 110
LA SEMILLA............................... 114
LA MENDICIDAD ......................... 115
LA ECHADORA DE CARTAS.............. 121
EL RIO..................................... 123


ADELA
Adela es una de esas chicarronas del norte, que aparecen en los reportajes de
la vida en las tierras norteñas. Le gusta llevar un pañuelo a cuadros blancos y azules
que impide ver sus castaños cabellos. Usa pendientes de cadeneta siempre de oro y
siempre el mismo modelo, como todo en su vida es metódico, no deja lugar a la
improvisación. Hoy es un día extraño por la cantidad de sucesos que han ocurrido en
el pueblo. Es como si todos los elementos se hubieran puesto de acuerdo para que se
revolucionara todo.
En el caso de Adela también ha sido así. Tiene cita en la peluquería a las nueve
de la mañana, al llegar a ella se encuentra con un cartel que pone “CERRADO POR
DEFUNCIÓN” justo al llegar a la puerta y ver el cartel la ha dejado parada como si
su programa de actividades se hubiera bloqueado, incapaz de moverse se ha quedado
frente a la puerta. Por fin reacciona y torna a casa, sigue camino a casa. Un grupo de
personas corre dando voces incoherentes De nuevo para y espera acontecimientos.
Pero nada parece secundar a estos hechos. Al llegar a su casa busca las llaves
en el bolsillo de su floreada falda coge el manojo de llaves y al llevarlas a la
cerradura se da cuenta que cogió las de su madre en lugar de las propias. Esto ya son
demasiadas cosas de momento un nuevo bloqueo y posteriormente siente como su
corazón comienza a palpitar de manera más intensa. Coge su mano derecha hacía el
mismo con la intención de pararle, esto no ocurre, empieza anotar como el vello se
eriza, como si no fuera dueña de su cuerpo. Una profunda opresión se apodera de
sus sienes. Opta por sentarse en el bordillo de la calle, un vecino que salé del portal
ve a su vecina en este estado y se interesa por poderla ayudar. Paran al primer coche
que pasa y van al hospital del pueblo cercano. La entrada en urgencias se hace con
suma celeridad, empiezan las conjeturas entre los médicos y la administran un
sedante intravenoso, queda en observación en una silla se ruedas toda azul y
bastante ajada por su uso. La espera se hace larga, hay varios pacientes a los que
atender. Adela se lleva de nuevo su mano derecha al corazón y siente como este va
mas sosegado, observa su vello y esta en posición normal, comienza a notar los
efectos de la droga administrada y bosteza. Por fin se acerca un enfermero y la
pregunta como se encuentra, ante la respuesta afirmativa se dirige a los médicos
para informarles, deciden tomar las constantes vitales y redactar el parte de alta.
Así se lo hacen saber y Adela les vuelve a responder “nunca me había encontrado en
este estado, es horrible”. Una vez en la calle dirige sus pasos a la estación de
autobuses para poder volver a su pueblo.
El nuevo día se abría, con él un sol luminoso que quiere entrar hasta en las
sombras. Adela se levanta como si hubiera estado muy cansada y ha tenido un sueño
muy placentera. Las campanas de la torre de la iglesia dan las nueve, las calles ya
tienen su trajín cotidiano.
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Busca en el baño el frescor de una ducha fría, reconfortante y estimulante. Se
seca minuciosamente y va a la cocina en busca de alimentos que le den la energía
necesaria para comenzar el nuevo día. Se cruza en la calle con una vecina y le
pregunta por su estado de salud. Ya se sabe que en los pueblos los sucesos vuelan. Y
como no, le dice un saber popular, muy efectivo, que da muy buenos resultados como
es el respirar profundamente tres veces. Adela se lo agradece pero también
manifiesta lo difícil que resulta en esas situaciones el poder conseguir tener calma,
pero acepta el consejo y el propósito de llevarlo a cabo. Parece una tontería pero el
encuentro fortuito la hace sentirse más segura, casi esta deseando tener una ocasión
similar para probarlo. Mientras va bajando por la calle va respirando profundamente
soltando el aire poco a poco, nota como sus pulmones se dejan hacer hueco y a la vez
siente la cabeza más fresca, mas oxigenada.
Adela siente la seguridad ahora recibida contraria a la vida tan ajetreada, norma
de su vida actual. El escalón ya no se hace tan grande y la espera no es tan
desesperante. El brillo de los objetos, él sentimiento de las personas alrededor de
ella ya no es el mismo.
Todo esto ha sido posible por tres respiraciones profundas ¿o no? Da igual ha
sido la semilla que se asentó en su cabeza y que ha comenzado a cuidar, regándola y
abonándola, Labor de día a día.


EL ASCENSOR
Es un viejo ascensor pero a pesar de ello, tiene unas considerables
dimensiones, la mayor parte de su decoración es madera, incluso al fondo tiene un
asiento del mismo material. En su tiempo causo gran sorpresa y admiración,
precisamente por su tamaño. Hace su servicio en un hotel seis veces remozado. Con
el tiempo se han llegado a construir dos montacargas mas, pero él es la verdadera
estrella. Su velocidad es lenta y permite observar detenidamente la preciosa
escalinata de mármol, con sus correspondientes lamparas de cristalinos que con el
paso de la luz permiten policromías y destellos mágicos. Dos puertas de madera
acristaladas son la entrada al propio ascensor, antecediéndoles una puerta de rejilla
metálica de gran tamaño a juego con todo el perímetro que rodea toda la escalinata
para prevenir accidentes. El color blanco de la pintura se asemeja al material de la
escalera.
Por el ascensor han habido mil anécdotas, pero sobre todo el lugar de
encuentro de tantas personas, de tantas miradas que no saben dónde fijarse, de
tanta impaciencia por llegar a la salida o a la planta deseada pero quien toma este
ascensor ya sabe que va lento y que es un buen momento para reflexionar, claro que
hay gente que no esta dispuesto a entrar en este juego y optan por subir las
escaleras tan aprisa como pueden o tomar el siempre ocupado montacargas.
Es precisamente este ascensor el que da carácter y diferencia a este hotel de
los demás y la única pieza que sigue siendo la original pues hasta la lampara de
cristalinos fue sustituida tras un desplome hace cincuenta y cinco años.
Los nuevos directores del hotel se dieron cuenta del carácter que imprimía el
ascensor en todas las personas que trabajaban, residían o visitaban el edificio, y
como tal en la planta baja habilitaron dos hermosos salones en cafetería
restaurante. Queriendo imprimir el mismo ritmo que dictaba el ascensor. Música
lenta, luz tenue, camareros a un ritmo igual. Todo aquel que allí llega sabe a donde
viene que se va encontrar pero lo que sí que ignoran es lo que van a sentir. Como no el
nombre del establecimiento se llama “EL PRESENTE”. Las conversaciones son en
tonos normales es difícil oír palabras altisonantes excepto en aquellos clientes que
han llegado por casualidad allí.
Mucha gente se paraba a reflexionar como había surgido la idea de la
atmósfera que allí flotaba, no hay respuesta. Nadie conoce, ni siquiera la nueva
dirección, que aquello era motivada por un ascensor y no por el habitáculo o los
materiales que contiene sino simplemente por el movimiento de su motor que le
impulsa a subir o a bajar.
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Un instrumento construido por el hombre que precisamente le enseña a este el
modo de comportamiento. El talismán que sin quererlo vale para la reflexión.
Ese espíritu inunda al café adjunto y al resto del hotel. Y sin quererlo a cada
persona que allí pasa se lleva un poquito de esa semilla que seguro que saldrá en
cualquier sitio solo es cuestión de cuidarla un poco para que crezca fuerte.
El ascensor seguía cumpliendo su función, el único elemento ni remozado ni
cambiado. Pronto la noticia se corrió por toda la ciudad, incluso se formaban colas
para ir a la planta de arriba y bajar. Estos hechos hicieron que la vida del hotel se
transformara y que casi se convirtiera en un lugar de peregrinación y comenzaron a
divagar comentarios sobre el edificio, se corrían bulos y hacían que la prensa y los
medios de comunicación se hicieran eco de las experiencias que decían allí pasaban.
La imaginación se desbordó y los motores del ascensor pararon y con él empezó a
entorpecerse lo que sucedía todos los días. Fueron varios técnicos a revisar la
maquinaria, ninguno dio con la avería así que la solución era el cambio de motores.
Unos motores relucientes primorosamente cromados sustituyeron a los antiguos. Se
probaron y funcionaron como la seda pera la velocidad era la de cualquier ascensor
normal. Se puso en funcionamiento pero la gente que subía no experimentaba nada,
las colas fueron desapareciendo y el hotel fue quedando en él olvido. El viejo
ascensor fue cambiado por uno de metacrilato.

ÁNGEL
La estación de metro se abre todos los días a las seis de la mañana. El cierre
metálico comienza a chirriar y ya algunas personas esperan el inicio del servicio. Tras
pasar el torniquete de entrada se siente el calor de la estación bajo tierra en
contraste con el frío de la calle, se hace agradable y ayuda a recordar la recién
dejada, cama. Con la llegada del primer convoy los pasos se hacen autómatas hacía el
interior, los asientos quedan ocupados y los modos se hacen diferentes, unos recogen
el libro del bolsillo otros la revista atrasada o actual, mientras otros quieren
prolongar el sueño.
Caras desencajadas, ojos abultados aun a pesar de recibir los impactos de
pinturas y maquillajes. Incluso alguna gafa de sol oscura hace su presencia.
Tras las primeras oscilaciones frenazo brusco y más gente que termina de
ocupar los escasos asientos libres, ya hay personas que tienen que permanecer de
pie y lo hacen de una forma singular pues parecen materializarse con las barras
circundantes. Ya en la siguiente estación hay salidas y bajadas. Así, Ángel, procede
cada día para ir a su trabajo, dos paradas más y un nuevo cambio de tren tras treinta
y cinco minutos bajo la tierra, para, por fin, salida al exterior. La temperatura no ha
cambiado mucho pero sí el volumen de coches. Tras andar unos trescientos metros
llegada al portal donde se encuentra su trabajo. Los pensamientos de Ángel son
difusos llega siempre turbado, azarado. Ha pasado una hora y media desde que abrió
sus ojos y no ve nada importante en su vida, comienza a sentirse una maquina de
trabajo y un autentico autómata, su vida comienza a tener un color dominante: el
gris. Nada tiene sentido, es la monotonía, nada le motiva. Como consecuencia se
encierra en sí mismo con pensamientos destructores. El trabajo lo desarrolla de
forma rutinaria.
Por fin llega la hora de salir, hoy no se dirige al restaurante, no tiene hambre.
Desanda el camino que había realizado siete horas y media antes. Vuelta al metro
ahora mas lleno y con caras ligeramente diferentes sobre todo en los alrededores de
los ojos. Pero Ángel no ve nada ni siquiera la novela que lleva en el bolsillo izquierdo
de su abrigo, ni siquiera el movimiento oscilante le hace reaccionar.
La salida sorprende por lucir un sol invernal, las numerosas personas que salen
tienen que ocultar sus ojos. Ángel sigue con su mirada baja, sus sentidos están
ausentes, ni siquiera el empujón que recibe de alguien que va mas deprisa, le hace
cambiar su estructura corporal.
Nada mas llegar a casa cambia su ropa y se tira sobre un sillón, que le invita a
recrearse, aun más, en sus pensamientos destructivos. El tiempo va pasando y con él
aumenta la depresión. Si las cosas eran grises ahora son negras. Ni siquiera aparece
por el trabajo.
Algunos compañeros preocupados por su continua ausencia, deciden ir a su casa, la
impresión que se llevan es grande ante la dejadez personal y de su casa, le ofrecen ir
a un profesional. Ángel se pone nervioso rechaza cualquier ayuda, pero se va dando
cuenta de su descomposición personal. Así que acepta ir a ver al tío Benito, es un
afamado curandero que habita en un pueblo a unos cincuenta kilómetros de la ciudad.
Una casa de madera con base de piedra se alza en lo alto de una colina tras un camino
de tierra, del que se han incrustado algunas piedras para que en la época de lluvias no
sea una pista de barro. A unos tres kilómetros se encuentra el pueblo más cercano
donde baja todas las semanas para comprar lo que le hace falta. Una huerta tras la
casa le abastece de hortalizas, es un cuadro bien protegido de los vientos. Un pozo le
suministra todo el agua que necesita y unos paneles solares contrastan con el entorno
pues ocupan toda la vertiente sur de la casa y le da un tono de progreso al entorno.
Cerca, otra pequeña casa donde guarda unas gallinas, los aperos de labranza y un
pequeño secadero de plantas medicinales que él mismo recolecta. Su medio de
comunicación es una bicicleta que por supuesto utiliza en la bajada pero la subida es
ya grande para sus cincuenta y siete años. En el transportín de la misma lleva siempre
un cajón azul de plástico donde lleva y trae las mercancías. Sobre él hay una leyenda,
que le sirve de publicidad, no buscada, de la curación de unos jóvenes hace once años,
a partir de entonces hay una peregrinación hacía su casa. El tío Benito no le gusta el
que su intimidad este muchas veces rota pero sabe, como comenta muchas veces, que
lo tiene que hacer y no debe negarse. Ha tenido propuestas para irse a ciudades
donde no le faltara de nada pero siempre ha renunciado, aunque disponga de poco
tiempo prefiere estar en contacto con los elementos si bien ha adaptado cosas del
progreso que de alguna manera le hacen sentirse independiente, como es el caso de la
energía solar. El tío Benito es una persona con la cara llena de profundos surcos de
gruesas pestañas y profundos ojos verdosos es una persona de fiar y de querer pero
que siempre detesta la dependencia que algunas personas quieren tener en él. Cuando
así lo siente se lo hace saber a la persona que quiere meterle en las decisiones a
tomar. Nunca tiene un precio por los tratamientos, pero tampoco deja que las
personas marchen sin dejar nada. Todo el dinero que saca lo guarda en una caja de
lata y a los seis meses lo entrega a las familias mas necesitadas, no cae en la
tentación de quedarse con algo, sabe que lo recibirá por otro lado y por ello no tiene que
preocuparse.
Dentro de la casa tiene una habitación especial donde “pasa consulta”, al pasar
la puerta se nota una sensación extraña como si el pelo se erizase. Realmente es un
sitio muy energético. No tiene muchos muebles pero si pesadas estanterías de pino
macizo, sillas, butacas, mesas, lamparas y cama de idéntico material. Una chimenea
que desde hace tiempo no se enciende.
Hoy es sábado y son las doce de la mañana. Tres personas se encaminan hacía
la casa de tío Benito. Ángel, el más atrasado casi empujado, con el ejemplo de dos de
sus compañeros. Al llegar a la casa llaman al timbre que es de tono musical. Esperan
pero allí no sale nadie. Así que deciden dar una vuelta por los alrededores en su
búsqueda pero no es necesario andar mucho, se oyen ruidos en la casa pequeña, los
pasos se encaminan allí, tras tocar en la puerta un hombre con un mono azul sale. Se
dan la mano y sin perder tiempo le explican el estado de su compañero. Tío Benito les
invita a sentarse en un banco en el exterior de la casa y a Ángel toma fuertemente
con su brazo por el hombro para entrar en la casa. Entran en la habitación,
mostrando una silla, le pide disculpas para poder irse a lavarse las manos. Tras
hacerlo, hace los gestos de todas las personas, son los mismos, mirar a todos los
lados de la habitación como queriendo descubrir algo, el resto del mobiliario es una
camilla de madera, una mesa en un lateral con una lampara de mesa, otra silla mas
junto a ella y un espejo muy grande en la pared con un marco de madera claro
rectangular, en otra pared hay otro espejo pero este en posición vertical, en otro
rincón tres margaritas amarillas en una antigua botella de vino. Y por supuesto la
sensación y el olor que allí se viven. No pasan ni dos minutos el tío Benito esta de
vuelta. Ángel esta con la cabeza bajada, pero siente sobre su cráneo las manos que ni
le rozan, comienza a notar como una especie de calambre que le llega hasta las uñas
de los pies, es una sensación muy placentera de paz y energía. Mantiene una
conversación con Ángel y le pide que observe a las margaritas y que le diga que ve en
ellas, tras la respuesta le solicita que se observe en el espejo donde se ve de cuerpo
entero y comience a valorar a esa persona que allí aparece y a decir que siente al ver
esa imagen. Junto con él analiza su presente y su pasado. Tras estar media hora
hablando con él le pide que se vuelva a sentar y vuelve a sobreponer sus manos. A las
dos horas salen por la puerta de entrada sus compañeros están paseando por el
entorno. Les llama y sus caras de asombro lo dicen todo como es posible que aquella
persona que trajeron casi arrastrándose luciera tanta viveza y color en su cara.
Antes de salir le indico donde se encontraba la caja de lata para que dejara el dinero
que quisiera. Un fuerte apretón de manos por parte de los tres es la mejor
despedida. Ya en el coche todo son preguntas y el viaje de retorno se hace corto
pero quedan para volverse a ver. Ángel no sabe como agradecer que se hayan
acordado de él y además como le hayan llevado a conocer al tío Benito. Un brillo en
sus ojos hace que su presencia no pase desapercibida a sus vecinos.

EL TÍO BENITO
Lejos de sentirse importante con la labor que desarrolla ayudando a recobrar
la salud a todo aquel que lo solicita, es una persona sencilla que necesita muy pocas
cosas para vivir donde vive.
Hace años decidió que el camino que lleva al pueblo no estuviera arreglado para
evitar que los coches accedan hasta su casa, que se encuentra a una distancia de
quinientos metros, si alguien no pudiera llegar tiene una camilla para poder facilitar
la llegada, dotada de dos ruedas con detalles como unos amortiguadores que hacen
que el camino no sea penoso, regalada por un mecánico agradecido.
En época de lluvias se agrava por llenarse de barro el camino pero unas
carretillas de grava palian en gran medida que aquello sea un barrizal.
Benito tiene unos preciosos ojos avellana con un brillo singular que polarizan
las miradas de los contertulios. El pequeño corral y las dos hectáreas llenan su
tiempo. Ha aprovechado para hacer unos invernaderos para poder contar con
verdura todo el año, ni que decir tiene que su alimentación es vegetariana rota en
alguna ocasión con algún huevo que le ofrecen sus tres gallinas. Un poco mas arriba
cuenta con cinco colmenas que le suministran una preciosa miel con la que elabora
bizcochos que tanto le gustan y que suele compartir con la gente que viene a verle.
Si el trabajo se lo permiten le gusta ir a una peña de granito donde se sienta
observando el paisaje con orientación al oeste. Podía pasarse horas y horas
ensimismado en el paisaje y sus pensamientos, como vuelan y vuelan los mirlos, los
cuervos que por allí se dejan ver. La puesta de sol es la hora que más le gusta ir.
Alguna vez ha invitado a ir con él a este mágico sitio a algún amigo. No suele tener
muchos y lo que sí hace es no compartir sus gustos, prefiere estar en su entorno
aunque quien le necesita sabe que le tiene a su disposición.
Una vez una mujer se intereso mas de lo normal por Benito pero le fue
imposible llevar su ritmo y entender como él entendía así que abandonó el pueblo y no
dejó señas de su nuevo destino. Blanca es su nombre. Esto genero comentarios en el
pueblo y desde entonces ninguna mujer sube a ser “tratada”, aunque si lo hace gente
de fuera del pueblo, pues se mezclaron las más absurdas teorías. Comentarios que ni
siquiera ocuparon un espacio de tiempo destacado en su cabeza.


BLANCA
Blanca ronda los cuarenta años, es una pelirroja difícil de pasar desapercibida
por dondequiera que vaya. Es una mujer que ronda el metro setenta y cinco, de
complexión fuerte, de nariz aguileña que desfigura su rostro a pesar de ser muy
risueña, es de esas personas que te hace encontrarte bien con ellas.
Llegó al pueblo con treinta y cinco años con la tarea de ocuparse de la
administración de una imprenta, casi la única industria importante si exceptuamos el
taller de reparación de vehículos de Juan. Venía de una gran ciudad huyendo de ella
misma. Pensó que en un pueblo pequeño lograría encontrarse mas a gusto. Su inicio no
fue demasiado bueno, es como si una forastera se quedara con el trabajo del pueblo.
A pesar de todo consiguió una pequeña vivienda al final del pueblo donde
termina la carretera, con una pequeña terraza en la parte de arriba donde tender la
ropa y tomar el sol mientras puede leer algún libro. Fue su espacio más querido donde
paso bastantes horas. La primera semana se pasó adecentando la casa con una nueva
capa de pintura y encolando algunos muebles que notaban el paso del tiempo. No
recibió ninguna ayuda aunque su paso era seguido por multitud de ojos solteros era
como si hubiera una consigna secreta de boicot hacía ella. Blanca por supuesto que lo
notó pero no quiso “comerse el coco”. Las siguientes semanas supo hacerse con los
entresijos de su trabajo para manejarse “como pez en el agua”. Al terminar su
jornada laboral cogía el autobús que la llevaba a la gran ciudad, donde comía y mataba
su ocio, con las once de la noche volvía a la estación de autobuses y cogía el último,
para volver a casa. Así pasó dos meses pero se aburrió del trajín de idas y venidas
para evitar estar en el pueblo. Decidió cambiar y enfrentarse a la situación, yendo a
uno de los centros vitales del pueblo, uno de los tres bares. Se dirigió a la barra y
pidió una cerveza entre aquella nube de humo de tantos cigarrillos encendidos que
casi dificultaban la visión del televisor, que funciona sin cesar todo el tiempo que
esta abierto el establecimiento. Automáticamente todas las miradas se centraron en
ella. Algunos hasta reconocieron su valentía aunque nadie pensara que no era una
mujer de carácter. A partir de entonces comenzó a ir a los comercios, a saludar a sus
convecinos a romper el aislamiento impuesto por ambos lados. Incluso algunas
mujeres la ayudaron en sus tareas de adecentamiento con detalles a su nueva casa.
Pero lo que nunca consentía era entrar en su vida privada pues decía “cada uno tiene
bastante con lo suyo” no quería entrar en chismorreo que a nadie beneficiaban. Esto
hacía parecer a Blanca como una mujer hermética y extraña, no integrada. .
Una rodilla que le molestaba fue causa de que le hablaran del tío Benito. Con
paso lento llegó hasta la casa de la persona recomendada, al llegar allí comenzó a
sentir cosas extrañas que aumentaron al observar los ojos de Benito. Se quedó sin
palabras, paralizada. Benito la sacó del trance invitándola a pasar a su casa. Blanca le
explicó lo que le sucedía. La mando tumbar en su camilla de trabajo y comenzó el
proceso curativo. Una nube cubrió a Blanca y pensó que se encontraba allí. Después
hablaron y hablaron le contó lo que estaba sintiendo y al despedirse le pidió un favor:
- Puedo volver otro día. La respuesta fue afirmativa.
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Blanca ni se volvió acordar del dolor de su rodilla y a los tres días tras su
jornada de trabajo comenzó su subida con destino a la casa de Benito. El día era
nuboso con tendencia a lluvia esto hizo que el paso se acelerara. Llamó a la puerta
pero no hubo respuesta, esta cedió ante la presión de su mano.
Nombro su nombre pero el silencio fue toda respuesta que obtuvo, al salir por
la puerta miró en el huerto, en el pequeño corral y un poco mas lejos vio a Benito
sentado en su roca favorita con la mirada perdida en el oeste. Silenciosamente se
acerco hasta él y le tocó suavemente el hombro. De igual ritmo volvió su cuerpo y
mostró una cara sonriente que la invitaba a sentarse con él para disfrutar la
maravillosa visión. El color naranja entró en sus ropas y en todo su cuerpo,
desaparecidos los nubarrones que indicaban lluvia. La calma, la quietud entró en ella.
Con la caída del sol fue tiempo de tornar a casa. Según iban hacía allí, las preguntas
se amontonaban. Benito le explicó que no era necesario entenderlo todo sino que las
cosas más sencillas profundizar en ellas como si encerraran un mundo en su interior.
El ejemplo que puso es la pista de atletismo con su longitud de cuatrocientos metros
querer conocer todos ellos era como no conocer ninguno, siendo mejor profundizar en
el metro primero, el de la salida, para luego, sin prisa conocer el segundo.
La respuesta se dio pero Blanca no la entendió del todo.
Estuvieron hasta bastante tarde charlando y charlando, aunque fue una
conversación donde había preguntas y muchas respuestas, tomaron una infusión y
probó el bizcocho, ayer horneado, del cual repitió y repitió, hasta que al mirar al
reloj se dio cuenta que debía volver a casa. Benito la acompaño hasta la entrada del
pueblo. Allí un adiós dejó una cabeza llena de confusión.
Las visitas se repitieron con una asiduidad que llegó a ser diaria. Se incorporó
a las labores que Benito tenía tras la salida de su trabajo. Casi abandono su lectura
en la terraza de su casa y las visitas esporádicas a las tiendas, bar y sus idas a la
ciudad. Esto a los ojos de la gente no pasó desapercibido y se les daba como pareja
con la única excepción de que siempre volvía a dormir a su casa. Blanca había
insinuado esta posibilidad en alguna ocasión pero una respuesta clave, es mejor para
los dos que esto no ocurra, daba por zanjada la situación.
Blanca seguía subiendo porque quería entender la vida como le proponía Benito
pero le era difícil renunciar a sus creencias, conoció a muchas personas que subían a
ser tratadas observaba los cambios como a ella le ocurrió pero no podía incorporarlos
a su esquema mental.
Así que un buen ida pidió la liquidación en la empresa donde trabajaba, entrego las
llaves de la casa, subió a despedirse de Benito y con sus maletas dijo que volvía a la
gran ciudad.
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JUAN
Juan es el dueño del taller del pueblo. Es un hombre muy distinguido porque
siempre, todos, han recurrido a él, no solo por reparar el vehículo o el tractor sino
para cualquier electrodoméstico que hace que su taller parezca un taller de Babel.
Hace poco se vio tan desbordado que cogió, casi por compromiso, a dos aprendices
con mas voluntad que buenas artes pero con un gran interés por aprender. Los
estudios los habían abandonado en busca de un trabajo que les haga ser
independientes.
El tiempo de ocio lo pasa en el bar hablando de fútbol o cualquier tema
deportivo, el domingo juega en el equipo del pueblo y mantiene su casa limpia y con
comida echo gracias a la ayuda de Marta y Raquel que se turna para trabajar en la
casa.
Los próximos años que cumplan serán los treinta y seis, no tiene una relación
estable con ninguna chica pues gran parte de su tiempo lo dedica al trabajo, le gusta
ser cumplidor. Ve como todo lo que tiene es a fuerza de mucho trabajo y el dinero
que fue prestado hace diez años para adquirir el taller y la maquinaria necesaria para
el arreglo de automóviles fue devuelto gracias a esta constancia.
No es una persona que le guste presumir salvo cuando habla del equipo de
fútbol. Ahora con cuatro personas a su cargo se siente mas condicionado, piensa que
quizá antes fuera más fácil cuando dependía de sí mismo, por otro lado sabia que
estaba dando cuatro oportunidades a otros tantas personas a buscar su propia vida.
El pelo rizado de Juan era como él azabache a veces próximo a ese aceite que
merodea en el taller. Cuando llegó Blanca se intereso por ella, pero también sabía que
no duraría mucho en un lugar del que no había nacido y con su marcha se unió a los
comentarios del “ya lo sabíamos nosotros”.
Hoy al bajar un coche que estaba subido con el gato este le pillo un brazo y
provoco una fractura, lo primero que se hizo fue intentar llevarle al hospital de la
ciudad, pero un cumulo de situaciones pasaron por su cabeza entre las que se
encontraba el mes de escayola más la rehabilitación. De esta manera surgió ir a ver
al tío Benito a pesar de los dolores le acompañaron Cosme y Abel, sus vecinos del
taller. Tomaron el coche hasta donde se podía y luego subieron la cuesta, en unos
metros que se hacían interminables por el dolor que tenía.
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Llamaron a la puerta pero nadie abre, Cosme dio una vuelta en su búsqueda,
esta no fue larga porque en la huerta se encuentra transplantando nuevas hortalizas.
Con el grito de llamada deja las herramientas y corre para llegar antes. Justo al
acercarse Juan cae desplomado por los dolores. Les pide ayuda para meterle dentro
y tumbarle en la camilla, al darles las gracias les invita a dejarle trabajar. Prepara
una infusión de hierbas y coge su brazo con fuerza, con un chasquido el hueso torna a
su posición. Poco a poco le da a beber pequeños sorbos de la tisana. Juan esta en
todo momento consciente y nota una atmósfera de paz y armonía como nunca antes lo
había sentido.
De repente torna sus ojos a Benito y le cuenta lo que esta sintiendo, Benito
reafirma con su cabeza y le contesta que ya lo sabe.
- Pero esto es maravilloso, yo he venido rabiando de dolor.
- Precisamente por eso te ocurrió el accidente, respondió Benito.
- No lo entiendo, fue la contestación de Juan
- Cuando una persona esta muy preocupada por varias cosas a la vez crees que
le resultaría fácil contestar cualquier banalidad.
- Seguramente que no.
- Pues es como si tu organismo se hubiera embotado y fuera presa de la
torpeza.
- Es una manera original de ver las cosas, ojalá las cosas fueran tan sencillas.
- Y quien te ha dicho ¿qué las cosas no son sencillas?.
- Me gustaría seguir hablando pero tengo un montón de cosas por hacer.
- Si ahora estuvieras enyesado crees que podías hacer muchas cosas.
- Llevas toda la razón del mundo volveré pronto a aprender todo eso que tu
sabes, que te debo. Benito le explicó el sistema y puso en la caja todo el dinero
que llevaba.
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Salió con una cara sonrosada, una sonrisa en la cara y haciendo flexiones con
su brazo accidentado. Cosme y Abel no daban crédito a sus ojos, mil preguntas le
hicieron mientras volvían al pueblo. Juan les explicó que Blanca le había contado que
era una persona muy especial y mira por donde le acababa de conocer y podía
reafirmarla punto por punto.
A partir de hoy hubo mas crédito al tío Benito, pues la mayoría de pacientes
venían de sitios remotos que no sabían como se habían enterado de la existencia de
esta extraña persona.
Juan comenzó a subir tras su tarea en el taller, ya no mataba el tiempo en el
bar hablando de fútbol y esto sé hecho en falta. Los sábados tarde y los domingos se
dedicaba a ir a ayudar a diferentes personas de la comarca y hasta llevó dinero de la
caja de Benito a aquellas personas que lo necesitaban.
Comentarios surgieron a montones de este cambió de actitud y de la eterna
sonrisa que tenía. Sus ayudantes comenzaron a aprender mas fácilmente y hasta
notaron una habilidad que no tenían. Ellos también estaban aprendiendo y estaban
experimentando una nueva forma de ver la vida. Esto atrajo a amigos de ellos que se
unían en aprender el trabajo físico y mental, de esta manera pudieron coger mas
trabajo de otros pueblos próximos y hubo que coger un par de naves mas en el pueblo
para desarrollar las tareas. Algunos quisieron aprovecharse y sacar tajada económica
pero enseguida eran detectados y puestos en entredicho. Juan seguía subiendo y
aprendiendo mas y más. Tenía mas tiempo para aprender y Benito le enseño las artes
del curar y los misterios que en su casa ocurrían. Un día le preguntó una pregunta
indiscreta, que había pasado con Blanca, con pocas palabras se lo explicó no hizo falta
entrar en detalles. Ella quería ocupar su vida como una propiedad, donde llegaba a
tener celos porque otras personas ocupaban parte de su vida. No entendió nada de su
vida así que de esa manera decidió marcharse de aquel pueblo en busca de ella misma.
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COSME Y ABEL
Cosme y Abel son dos empresarios con un negocio de cristalería, donde
abarcaba todo lo referido al cristal, desde lunas del automóvil, lamparas, cristalerías
etc. Son dos socios que rompen con la norma pues se llevan francamente bien. Viven
casa con casa. Sus ratos de ocio están juntos por supuesto sus mujeres son fiel
reflejo de sus maridos y hacen tareas conjuntas tanto en casa como fuera de ella.
Tienen su tienda-taller junto al taller de Juan y han compartido con él muchas horas
en el bar con la misma conversación aunque sean de diferentes equipos. Desde que
llevaron a Juan a casa del tío Benito han observado los cambios que en él se han
producido, desde la mágica curación. Cosme es bajo, gordito y calvo, con una cara
sonrosada y redonda, ciertamente es un bonachón, apocado e incapaz de gritar a
nadie. Abel es todo lo contrario, físicamente delgado con cara rectilínea todo nervio.
La gente del pueblo les compara con las películas del gordo y el flaco. Son muy
profesionales poniendo un gran cariño en sus trabajos, pocas quejas ha habido de
ellos. La mayoría de sus trabajos son para otros pueblos, esto les hace pasar mucho
tiempo fuera lo que no quiere decir que no estén integrados en la vida de donde
tienen el taller y su casa, sino que un pocos mas abiertos a las cosas de fuera. Han
comentado mucho la transformación de Juan y han decidido ir una tarde a hablar con
el tío Benito para conocerle un poco más. La tarde se abrió con un sol radiante, no
como la nublada y fresca mañana, tras comer invitaron a sus esposas al paseo, tan
extraño en un día de trabajo. Cada uno habló de lo que había oído sobre él,
coincidiendo que se le tenía como un ser extraño y un poco loco, y la eterna sonrisa
en sus labios que tanta seguridad da y optimismo. No tardaron en llegar y antes de
llamar a la puerta merodearon en su entorno para descubrir a Benito en la huerta
quitando malas hierbas un sombrero de paja ocultaba el moreno rostro, no alzó la
vista de su trabajo hasta que Cosme llamó su atención. Como siempre paró su labor y
fue hacía los extraños, enseguida, pensando que tendría que ayudar a alguien. Lo
primero que hicieron fue disculparse por interrumpir su que hacer, para presentarse,
comentarle que ellos trajeron a Juan, la respuesta fue:
- Ahora os recuerdo.
Presentaron a sus mujeres y le pidieron que siguiera con su tarea mientras
ellos le preguntaban. Benito contesta que si se hace una tarea no se puede hacer otra
pues una de las dos se realizaría defectuosamente así que prefería poner todos sus
sentidos en poder contestar adecuadamente a aquellas personas que se habían
molestado en llegar hasta allí e interesarse por él.
Abel pregunto que de mágico tenían sus manos. Benito las levanto hasta la
altura de los ojos y las giraba y contestó con otra pregunta:
- ¿Veis algo raro en ellas?.
19
Todos contestaron que no pero que si sabían por las curaciones que él había
efectuado. Una vez mas les pidió que las tocaran en busca de algo extraño y si así
ocurría se lo hicieran saber. La observación fue negativa. Con lo cual se dio paso a la
siguiente pregunta:
- ¿Entonces?.
- Entonces yo soy como un mecánico sin instrumentos, todos nosotros tenemos la
herramienta para podernos reparar, es cuestión de decirle a cada persona donde
tiene ese instrumento.
- La enfermedad por tanto es causa de esa desorientación, repuso Abel.
- Ciertamente así es.
- Pero tan desorientados estamos preguntó la mujer de Cosme, Felisa.
- Precisamente por pensar que controlamos muchas cosas, nos ocurren cosas
que nos demuestran que estamos perdiendo la esencia de las cosas básicas y
nos perdemos en tecnicismos que nos alejan de nuestro instrumento.
- Pero eso es ir contra el progreso, dijo Abel.
- Cómo voy a estar contra el avance si lo primero que se ve de mi casa, según
se va llegando a ella, son los paneles solares que me dan agua caliente e
iluminación. Claro que no, pero mi vista sigue estando, principalmente en las
cosas primarias y a partir de ellas me atrevo a dar un nuevo paso con la
seguridad de ser consciente del peso de mi cuerpo, entendéis?. Sé que esto
puede parecer una tarea difícil pero será todo lo fácil o complicada como
nosotros queramos.
- Pero esto no será controlar excesivamente nuestra vida, dijo Abel.
Cuándo algo lo asimilamos como propio luego salé tal cual sin forzar, de una
manera natural, respondió Benito con su manantial de sonrisa y seguridad que tan a
gusto hace estar con él. Les invito a ir a la roca de granito para observar la puesta de
sol y juntos participaron en unas sensaciones mágicas, tan mágicas como ocurrían
todos los días y no nos damos cuenta, no somos conscientes de estos fenómenos que
ocurren.
20
Con la caída del majestuoso sol, decidieron volver a sus hogares, le expresaron
todo lo que habían disfrutado y aprendido. Un fuerte apretón de manos transmitía la
realidad de sus palabras. Evidentemente el retorno fue una continua reflexión a
cuatro voces.
Se emplazaron para intentarlo y cuando pudieran charlar con Juan, por ser una
persona conocida que estaba llevando esa labor.
Al llegar al pueblo pasaron primero por el taller a recoger los avisos del
contestador, había cinco diferentes para hacer el día siguiente, decidieron quedarse
para ir adelantando el trabajo de mañana, no estaban acostumbrados a ociar un día,
mientras sus mujeres prepararían una cena común.
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FELISA Y CARMEN
Son las mujeres de Abel y Cosme respectivamente, ya eran amigas antes del
matrimonio con ambos que se realizó el mismo día, estas cosas todavía las unían mas y
además coinciden con dos amigos en situaciones de amistad y cariño parecidas. Están
muy integradas en la vida del pueblo y se mueven con gran desenvoltura. Todo el
mundo sabe que esta hablando con dos personas cuando habla con alguna de ellas. Al
entrar en sus casas son como dos calcos donde hasta algunos cuadros son iguales, la
diferencia esta en el ropero pues las tallas de ellas coincide con la de sus maridos.
Al llegar el nuevo día fueron a explicar la experiencia del día anterior a sus
amigas, con lo cual el comentario a cerca del tío Benito empezó a estar en boca de
todos. Incluso se preparo una excursión el miércoles por la tarde para hablar con
aquella persona tan especial. Pero Felisa salió al quite expresando la tranquilidad de
aquel hombre que seria turbado con la presencia de tantas personas. Pero de pronto
es como si una necesidad se hubiera apoderado de todos, la urgencia por conocerle.
Pasando de ser el anacoreta de la montaña, un poco loco, a la persona llena de
sabiduría capaz de hacer vivir nuevas sensaciones.
Benito pasaba casi inadvertido todas las semanas para hacer la compra de todo
aquello que le hace falta, suele hacerlo el sábado por la mañana pero este no pasara
tan desapercibido.
Felisa y Carmen madrugaron y fueron hacía la casa de Benito para advertirle
de lo que se hablaba en el pueblo en torno a él y la expectación que se había formado,
por sentirse culpables, de alguna manera.
No tardó mucho en aparecer con su bicicleta. Nada mas pararle se lo
explicaron y se ofrecieron a bajar ellas y comprarle lo que necesitara.
Le pareció buena idea pues no quería ser centro de nadie en la forma amorfa
que puede tener ante una muchedumbre. Con su vehículo dio media vuelta mientras
recibieron el encargo.
Alborozadas volvieron y se sintieron un poco más descargadas de culpa,
Entraron en la tienda de comestibles y después en la ferretería. Enseguida
terminaron así que fueron a la tienda a contárselo a sus maridos. Solo se encontraba
Abel que se dio cuenta de la rapidez que corren las noticias en un pueblo.
La salida del pueblo de Felisa y Carmen con bolsas fuera del pueblo no pasa
desapercibida y mucho menos el camino que habían tomado.
22
Con la vuelta al hogar fue interrogado él porque de su ida fuera del pueblo.
Todo ello agravado con la no bajada del tío Benito. Les dijeron que no tenían derecho
a perturbarle su tranquilidad, pero la ola de necesidad de saber era objetivo
primordial. Así que la semana fue una continua romería monte arriba. Benito esta
presión no la soportaba y pidió a Juan que se hiciera cargo de su huerta y sus gallinas
durante unos días. Tomo ropa, un saco de dormir y marcho a una cueva hacía unas
montañas.
Felisa y Carmen pasaron días angustiosos por sentirse responsables de haber
hablado a sus vecinos. Tarde o temprano tendría que ocurrirles dijo Juan, que fue
quien calma su intranquilo espíritu.
Benito tardó tres semanas en volver. Fue Juan quien le vio volver a su casa,
había temido no volver a verle pero se alegro de que ese temor que no tenia que
haber surgido en su cabeza, no se cumpliera.
Hablaron y hablaron la experiencia para Benito había sido muy positiva, estaba
muy agradecido a Carmen y Felisa de haberle empujado a tomar esa decisión. Por
otro lado sabía que muy pronto tendría que abandonar su maravillosa casa y su
entorno precioso. Juan bajo la cabeza y dijo que le entendía y que seguramente él
tendría que tomar la misma decisión.
Juan bajó al pueblo y fue directamente para hablar con Carmen y Felisa,
conocía que lo habían pasado mal y tenía que explicarles que él haría lo mismo.
23
EL DESTIERRO
El destierro es cuando a alguien se le expulsa del lugar en que vive. En el caso
de Juan no fue así sino una decisión de aprendizaje pero que si le llevaba lejos de su
casa y de su trabajo. Este había sido delegado en sus ayudantes que cumplían su
papel mas que a la perfección, entendían la confianza que se había depositado en ellos
y por eso mismo cumplían su papel, encomendado, de una manera maravillosa.
Recogió ropa, un saco de dormir, un par de cantimploras completaba su ajuar
sabía que tenía que llevar lo mínimo posible y encamino sus pasos al lugar por donde
Benito paso veintiún días. El tiempo era apacible aunque nubes apuntan la próxima
llegada del tesoro: el agua. Entre las montañas existían antiguas bodegas que fueron
abandonadas hace bastante tiempo podían ser refugios de las inclemencias del
tiempo. Eligió una al azar y coloco su ropa, tendió su saco de dormir en el arenoso
suelo y se tumbó sobre él, mirando como el agua saltaba sobre arena y piedras, con el
inicio de la lluvia.
La noche y la mañana tuvieron el mismo tiempo lo cual le hizo abstraerse en él.
Por fin a la tarde el tiempo se estabilizó y hasta lució un tímido sol que invito a dar
un pequeño paseo por los alrededores una de las cosas que dejaría de hacer pues
estaba en un ayuno. Un arroyo cercano le suministraría el oro trasparente tan
necesario para nuestra vida.
Los primeros días sufrió el nerviosismo que produce el que el cuerpo nos
solicite alimento y no se lo demos. La etapa mas dura de vencer pues te tienes que
desembarazar de tus apegos materiales, cosa altamente complicada. Pero nuestra
cabeza es capaz de vencer cualquier cosa, esta es una prueba de superación personal
que quería realizar Juan durante veintiún días. Para romper el ayuno se había llevado
frutos secos que le darían la fuerza suficiente para poder regresar.
Los días transcurrieron tan deprisa o tan despacio como se consulta al reloj.
Pero el calendario indicó la fecha de fin de ayuno y de incomunicación. Habían pasado
algún pastor y algunos excursionistas los fines de semana pero siguió en su
internamiento. Sus movimientos se limitaron a bajar por agua, llenaba sus
cantimploras y vuelta a la cueva.
24
Juan se preguntaba cuanto se puede aprender en un estado como el suyo, para
él había sido mas que enriquecedor. Había aprendido mucho sobre él mismo y su
entorno. Hoy es el día de rotura de ayuno, su barba aparece poblada, cara que
transparenta huesos y brazos extremadamente delgados son el resultado de todos
estos días a agua como único y vital nutriente. Lentamente recoge su saco de dormir
y las escasas ropas mientras comienza a masticar unas almendras crudas, que en
total llegan a la cifra de siete que le darán la suficiente fuerza de llegar al pueblo. El
recorrido que normalmente se realiza en una hora, Juan lo hace en cuatro y media.
No hay prisa ni fuerzas. Su entrada en el pueblo no pasa desapercibida y corrillos de
curiosos comentan. La llegada a casa es una fiesta le estaban esperando sus
ayudantes y las chicas que cuidan de su casa. Uno a uno son saludados para
derrumbarse sobre el sillón. Pide unas manzanas que devora con lentitud pues su
aparato digestivo lleva muchos días de reposo y no es cuestión de acerelarle.
Deseosos le cuentan las incidencias del negocio y de la casa, antes de
preguntarle por su experiencia, tanto estimulo le aturde y se lo hace saber, quiere
descansar, promete mañana afrontar todas las preguntas y todos los problemas
acumulados.
El día amanece con cara de agua, a la misma hora de siempre se levanta,
prepara un desayuno frugal y tras una ducha prolongada marcha al taller donde
enfrentarse a los problemas acumulados o nuevos.
25
ALBERTO
Alberto es un hombre de corta estatura a quien todas las cosas le han salido
mal en su cincuentona vida. Ha perdido varias veces su empleo, su mujer y hasta ese
hijo no deseado. Como tanta gente ha buscado refugio en el alcohol y su mayor
afición es cerrar bares.. Una mañana un vecino le dijo que fuera a visitar al tío
Benito, no hizo mucho caso pero como no tenia nada que hacer así encamino sus pasos
hacía la montaña, el alcohol en su cuerpo hacía que fuera una gran ascensión y a punto
estuvo varias veces de regresar, pero siempre surgía alguna piedra que le invitaba a
sentarse y reponer fuerzas perdidas. La ascensión termino y le lleva al frente de la
casa. Pulsa el timbre y la figura de Benito aparece, se saludan y le invita a entrar, al
sentarse le entra la duda y le confiesa que realmente no sabe porque esta allí. Benito
se lo hace fácil y una amplia sonrisa hace que el sentimiento de su vida comience a
salir y a desahogarse como cuando lo hace al consumir vino. Como con todas las
personas que vienen a verlo coloca sus manos sobre su cabeza mientras le pide que se
concentre en su respiración. No hace falta que le indique lo que tiene que hacer, él
mismo descubre su vida y cual son los pasos que tiene que dar. Le sugiere que le
gustaría volver a verle esta tarde una hora antes del crepúsculo y le pide que se lave
profundamente él y sus ropas.
Si la ida fue penosa ahora una sensación de estar flotando le hace llegar al
pueblo, sin mirar a los bares se encamina a casa pone la lavadora y se mete en al
baño, se acerca a la tienda de confección, compra unos pantalones y una camisa, por
supuesto esto no pasa desapercibido a quien le ve vestido limpiamente y
perfectamente aseado, tendiendo su ropa lavada. Y dándole un nuevo aire a la casa.
Nuevamente pasa por uno de los bares y entra solicita algo para comer y al
preguntársele de beber lo de siempre. La respuesta es agua.
- ¿Cómo me dices?, que té pasa Alberto.
- Simplemente ya no me hace falta tomar alcohol.
- Se puede saber a quien vas a ver para cambiar tu aspecto físico.
- Conoces al Tío Benito, él en un par de horas me ha facilitado ver lo que yo no
he querido ver en mis cincuenta años, la voz de Alberto no tiembla ni siquiera
se engancha, como le ocurría tantas veces.
Dos horas antes del crepúsculo inicia su camino hacía la casa de la montaña, no
lo hizo de un tirón pero no fue una subida como la de la mañana.
26
Ve a Benito en el huerto y le observa trabajar, el trato tan exquisito con las
plantas. Una de las veces al levantar la cabeza se siente observado y ve al hombre
menudo con ropa limpia y aspecto cuidado.
Recoge sus aperos y los lleva a la casa auxiliar, para poder estar con Alberto.
Se encaminan a la roca de granito y le invita a tumbarse, la ceremonia del ocaso solar
se produce como cada día y le empieza a relatar un montón de reflexiones sencillas
para que empiece a trabajarse, cuando el azul oscuro empieza a cubrir todo es el
momento de levantarse y volver cada uno a su respectiva casa.
Al día siguiente Alberto se levanto temprano y fue hacía el Ayuntamiento a
reclamar el puesto de barrendero que tantas veces le habían ofrecido y otras tantas,
él había rechazado. Tras hacerse cargo de su trabajo fue a la cabina de teléfono
junto a la iglesia para llamar a su ex-mujer e interesarse por su hijo. Mamen su exmujer
no daba crédito a sus oídos, había pasado dos años sin saber nada de él,
solamente por segundas personas de su lamentable estado y aunque la química que
había habido entre ambos estaba enfriada se sentía un poco responsable del estado
de Alberto. Una voz segura de sí misma hablaba interesándose por el pequeño Samuel
y pidiéndole hablar con él por teléfono. Samuel nunca había hablado con su padre
porque cuenta con tres años de vida y fue realmente hermoso oír a padre e hijo.
Luego hablo con Mamen su querida y odiada que tantas veces fue blanco de sus
errores, podía hablar con ella sin elevar el tono de su voz. No pudo evitarlo y unas
lagrimas brotaron de sus ojos para ser recogidas por su camisa, no le importó
comentarla que estaba llorando, cosa que no había realizado nunca. Las monedas se
acababan y decidieron emplazarse para verse y terminar de hablar de ellos.

SAMUEL
El pequeño hijo de Mamen y Alberto correteó por fin por las calles que le
habían visto nacer. En el tiempo fuera del pueblo Mamen había aprendido a coser y se
inicio en hacer trajes de encargo, su nueva profesión estaba siendo bautizada así con
el sueldo de Alberto podían vivir sin apuros.
Samuel pronto se adapta a las costumbres de su pueblo y a pesar de su corta
edad era difícil convencerle de volver a casa, para ir a comer o dormir. Inicio la
escuela con muchas llamadas a los padres por el nerviosismo que tenia, apenas podía
permanecer quieto en su pupitre, en cuanto a la cola para hacer las cosas siempre se
partía por el lado donde Samuel se encontraba. Estas situaciones probaban
crispación por el resto de los padres y así dio paso a las tareas más agresivas, se
incitaba a los niños para que se le llamara borracho, por el pasado del padre, para
atacar siempre se rebusca en el baúl para encontrar los trapos más sucios y que más
pueden doler.
Alberto le explicó detalladamente lo que había sido su vida y porque él era
blanco de esos insultos. Samuel tendría pocos años pero arrugaba su redonda cara y
comprendía perfectamente lo que su padre quería decirle. En su cara no pudo dejar
de dibujar un sentimiento hostil hacía todos aquellos que se metían con él y por
añadidura a toda la gente, pero Alberto le hacía ver que no era la mejor manera para
encontrarse bien ni él ni las demás personas.
Alberto interpreto perfectamente ese padecer de su hijo y explicándole lo
mucho que perdía comportándose así le dio la vuelta a la tortilla para que se
entendiera mejor.
Samuel se encontraba confuso pues de alguna manera todo aquello era difícil
de asimilar, incluso para una pequeña cabeza como la suya. Sus ojos vivaces recorrían
cualquier situación o vista. El castaño claro de sus cabellos terminaba en un flequillo
que le daba un aire travieso. Ahora era momento de llevar a cabo todo lo que su
padre le había enseñado.
Samuel aprendió de aquello tanto como su padre le había ocurrido hace años
cuando fue a visitar al tio Benito.
28
MAMEN
Pasado el tiempo sintió curiosidad de conocer al tío Benito del que todo el
mundo habla, se lo pidió a su marido y una tarde de primavera emprendieron marcha a
la casa de la montaña. El campo mostraba toda su fuerza, los arboles se llenaban de
yemas y entre la hierba mil florecillas que semejaban a una preciosa alfombra.
Alberto no había vuelto desde la vez en que descubrió su faceta actual y por
ello tenia un hormigueo en su estomago motivado por no haber vuelto para
agradecerle lo que hizo por él. Pero por otro lado sabía que no era necesario.
Justamente al llegar se encontraron con Juan que les saludo muy efusivo, mientras
Benito observa la cara de Mamen, una cara redonda con unos ojos fijos que tanto
expresan, sin poder quitarlos saludo a Benito y dentro de ella la duda de conocer a
esta persona desde hace mucho tiempo.
Juan se despidió con un hasta luego pues tenia que volver a su negocio.
La situación de Alberto se hizo difícil pues notaba como los ojos de Mamen no
se desviaban de los de Benito esto le incomodaba, aunque por otro lado recordó el
impacto que a él le produjo en su anterior y único encuentro.
Ninguna palabra salió por boca de Mamen era como una esponja donde todo
tenía cabida. Disfrutó de cada momento de cada rincón y así entendió la
transformación de su marido y de la suya propia.
La tranquilidad y la paz la llenaron sin necesidad de expresar nada oralmente.
Así llegó la hora de regresar a casa y encontrar al pequeño Samuel que se quedo
ayudando a su vecino en el arreglo del jardín. Alberto se apresuraba a preguntarla
que le pareció pero Mamen no quería bajar de su nube y así se lo hizo saber. No
insistió y se preguntaba así mismo porque a unas personas les costaba tan poco
entender las cosas y a otros toda una vida para al final no entenderla.
29
LA MARCHA
Benito empezó a notar que cada vez tenía menos tiempo para él, a pesar de
haberse comprometido en la ayuda de todas aquellas personas que se lo solicitaran.
Su casa dejaba poco tiempo para estar con sus plantas, sus abejas, gallinas y su roca
de atisbamientos. El camino se convertía en una romería donde se venía de remotos
sitios con la esperanza de la curación.
Su trabajo era parte de su camino pero por otro lado estaba su evolución
personal que de alguna manera se veía turbada, apenas podía bajar al pueblo, solo
Juan se ocupaba de sus recados en el pueblo. Y en una noche clara llena de estrellas
le hizo saber todas estas inquietudes a Juan, entonces le pidió que se ocupara de la
curación, de los animales y de las plantas. Él tendría que ir a otro lugar para iniciar
de nuevo su trabajo en otro lugar que no tenía conocimiento pero que llegaría como
todo llega.
Juan se sintió azarado como si una gran responsabilidad cayera sobre sus
hombros, le pidió unos días para dejar su negocio su casa y sobre todo la confianza
de poder ayudar a los demás, una confianza difícil de asumir por la responsabilidad
que ello lleva.
Juan hablo con sus ayudantes que en realidad eran auténticos maestros les
cedió todos los derechos del negocio al igual que con su casa y su automóvil.
En dos días había liquidado lo que tantos años le costo conseguir pero por otro
lado un sentido de liberación se apodero de él, no tenía nada. Corrió a la montaña
para hacérselo saber a Benito. Empezaron los tramites de transmisión del alquiler de
la finca que fueron más laboriosa porque el dueño sabia de la cantidad de personas
que subían hasta allí lo que él pensó como una fuente importante de dinero así que
quiso subir abundantemente el alquiler, pero ese lado egoísta se rompió con una
mirada de Benito. Acepto el mismo alquiler y un contrato firmado por ambas partes
termino con un apretón de manos.
La noticia corrió como la pólvora la romería cesa y con la marcha en autobús de
Benito la tranquilidad volvió a la montaña, nadie subía.
Juan empleo su tiempo en el huerto, en las abejas y en las tres gallinas. Por su
cabeza rondo la idea de haber hecho un cambio malo pero sabía que esta idea no era
buena para él así que solamente dejo que se marchara como esa nube que tiene prisa
de desaparecer en un día de viento.
30
A las dos semanas de la ida de Benito un viejecillo llamó a su casa. La puerta se
abrió.
- ¿Es usted el tío Benito?
- No, yo soy Juan, el tío Benito se fue a otro lugar.
- ¿Tiene usted la dirección?
- No, pero si puede ayudarle en algo cuente con ello.
- Miré usted mi problema es de salud, sufro una artrosis generalizada y mis
movimientos son cada vez son mas limitados pero ello no me ha impedido venir
desde bastante lejos para buscar la ayuda de esta persona.
Le invito a entrar y procedió de la misma manera que tantas veces había visto
hacer. Se lleno de una luz interior y paso sus manos por todo su cuerpo. La cara del
viejecillo fue relajándose hasta que se lleno de felicidad. Dejo unas monedas en la
caja y le observo mientras bajaba, hasta vio como en algún tramo se atrevió a correr.
Juan se sentía pletórico, lo podía hacer.
En el pueblo se comento mucho el abandono del negocio y de la casa de Juan
por irse a un sitio de alquiler en la montaña, se empezó a especular con el gran
negocio que era ir de curandero. Incluso alguien denuncio todo esto para que la
policía comenzara a investigar todo este asunto. Lo único que se saco en claro es que
no utilizaba cuentas bancarias ni él ni la anterior persona y que se habían entregado
ciertas cantidades de dinero a personas necesitadas, pero como no había ninguna
denuncia en firme no se le interrogo.
Con el tiempo tenia necesidad de bajar al pueblo y comprar unos útiles que
tenía que reponer pero no tenía dinero y solo contaba con el que había en la caja pero
sabía que ese no se podía tocar así que su situación se fue deteriorando. Arreglaba
los problemas con imaginación y con algunos días de ayuno.
Por fin a las tres semanas sus ayudantes subieron a visitarlo. Una gran alegría
les inundo. No fueron muy sagaces para comprender que lo estaba pasando mal así
que decidieron subirle una pensión todos los meses y aunque nunca se le pidieran
sabía que les tenia para cualquier cosa. Comentaron como iba el negocio, se habían
adaptado perfectamente e incluso tuvieron que coger a dos aprendices que tenían
tanta ilusión como ellos y como eran de fuera alquilaron su antigua casa.
31
Al preguntarle sobre él, Juan bajo su cabeza y según lo hacía reconoció que
era un gesto negativo y era una situación que no era real pues no se sentía así, subió
su cabeza expresando su verdadero sentir, la paz interior y lo que a veces le
costaban despegarse de tics antiguos como el que le acababa de sentir, como lo
sentía lo expreso, algo que siempre tuvo con ellos, plena confianza desde que les
conoció. Su propuesta fue reconocida por Juan les dijo que le era necesaria pero que
no se atrevió a solicitarles nada. Por otro lado sabía que de alguna manera le llegaría
ese dinero que necesitaba.
Un gato, no se sabe como, llego hasta allí y pronto se encariño de Juan con lo
cual se sumo otra boca mas a comer pues se notaba que había estado viviendo en
alguna casa por no salir de caza.
Bajó al pueblo por el dinero y comprar lo que necesitaba, fue tarea difícil pues
a quien se cruzaba con él tenía que contar su nueva vida, buenas caras pero el
pensamiento de que se había vuelto loco, a que persona cuerda se le ocurre dejar un
negocio prospero en manos de sus ayudantes-aprendices e irse a vivir a la montaña
con las pocas comodidades que allí se hayan.
En el agua del pilón de la fuente de piedra vio reflejada la hermosa luna llena
que le indico su hora de marchar, se despidió de sus amigos que le acompañaron todo
el rato con esa necesidad de embeber los actos de aquel hombre al que debían la gran
oportunidad de tener un trabajo que les gusta y además ser propietarios.
Su subida fue larga pues descubrió una planta que no conocía se embebió de
ella, de su aroma, de su forma, de su color, de su energía, de su idioma.
Al llegar a casa una pareja esperaba sentados pacientemente en el banco de la
entrada de la casa bajo la luz que se conectaba sola al descender la luminosidad del
día. Se saludaron y les pidió disculpas por la espera a lo que respondieron que
llevaban poco tiempo. Tras abrir la puerta dejo el macuto lleno con las cosas que
compro, e invito a pasar.
- Bien, ¿En qué puedo ayudaros?.
- Me llamo Nicolás ella es Cristina mi mujer, alguien que no puedo determinar
quien nos recomendó que viniéramos a este sitio para resolver nuestro
problema.
- Adelanté, repuso Juan al silencio que siguió, yo me llamo Juan, en un intento
de desbloquear la duda que les surgió.
32
Cristina desde hace un buen tiempo entro en una depresión que no la deja vivir
no tiene ganas de nada e incluso llegar hasta aquí ha sido toda una aventura.
- Nicolás si no te importa puedes esperar en el banco de entrada, contesta
Juan.
Este dudó, pero no le importo levantarse darla un cariñoso beso en la cabeza y
salir. El tiempo pasaba y no se oía nada, empezó a mostrarse nervioso y lo quiso
combatir dando paseos alrededor de la casa, tampoco se alejo mucho por si salían, le
dio también tiempo a cuestionarse que hacían allí con una persona de la que no sabían
nada y a unos sesenta kilómetros de su casa. Cuando su reloj marcaba las once
decidió entrar a llamar pero en ese mismo momento la puerta cedió y Cristina
apareció con una reluciente sonrisa y con los brazos abiertos en busca de Nicolás.
La cara de Cristina era un reflejo de como se sentía. Esto no paso
desapercibido esa nueva sensación de la que mucho tiempo se había borrado de su
cara.
Se disculparon por la hora, pero el reloj se perdía de la vida de Juan y así se lo
hizo saber, cuando dejamos nuestra vida en manos de otros o otras cosas esto es
importante y lo dejamos de lado, repuso Juan.
Con la cabeza confirmaron y una vez mas estrecharon sus manos, le pidieron
que les dijera cuanto les debía y Juan les explico lo de la caja.
Metieron el dinero y despidieron de aquella persona que había sido el autor del
milagro.
Juan volvió a sentirse seguro por segunda vez había obrado como Benito le
enseño y se sentía tan útil como esperaba.
Dio gracias y marcho en busca del sueño reparador. Se despertó con la duda
de que ninguna persona del pueblo subiría pues le conocían sobradamente en su
anterior actividad pero no en la que desarrolla ahora. Pero enseguida se dio cuenta
que tenía que rechazar este pensamiento, vendría quien tuviera que venir o nadie
podía ser la siguiente persona, evidentemente a Juan le faltaba seguridad en muchos
temas pero también sentía que poco a poco conseguía desembarazarse de
pensamientos que le anclaban con situaciones que cualquier persona las siente como
normales y que, sin embargo, para él, dejan de tener sentido. Abrió la boca y respiro
con toda su fuerza una gran bocanada de aire.
33
EL INCENDIO
El verano se alzaba con todo su esplendor y con la su consecuencia: el calor. La
búsqueda por un lugar fresco hace huir de las casas y buscar el contacto con la
naturaleza y preferentemente cerca de una fuente de frescor: un río. Próximo al
pueblo hay un hermoso pinar que abastece de piñas y de resina a unas compañías que
dejan por ello una fuente de ingresos para el pueblo. Es muy visitada todo el año pero
principalmente en verano por forasteros que no se preocupan por borrar las huellas
de su paso sino al contrario marcar bien su territorio, desperdicios, rotura de
ramas, hogueras para asar las chuletas que tanto prestan a la gente.
Un domingo de Julio no fue diferente, numerosos grupos de familias o amigos
competían en unos limites bastante próximos de sus vehículos y de la carretera.
Sobre las cuatro una de las hogueras se hizo más grande y la hierba seca dejaba
fácil paso a las llamas, como consecuencia una gran estampida mientras los primeros
pinos eran devorados. El fuego se veía desde el pueblo y pronto se corrió la voz,
había que defender aquel pulmón y la vez fuente de ingresos para todo el pueblo.
Se tomaron palas y azadas para organizarse en grupos mientras se avisaba a
los bomberos. Entre los forasteros también se empezaron a cortar retamas. para
atacar el fuego. En pleno esfuerzo se levanto una fuerte tormenta de aire que
acorralo a varias personas que pronto sufrieron en sus carnes el ardor de las llamas
sobre su piel. Ahora lo que hacía falta eran equipos para atender a quemados. En las
tareas participo Alberto que al ver todo aquello corrió con todas sus fuerzas hacía la
casa de Juan, no sabía como podía correr tanto. Desde la casa de Juan ya se
empezaba a ver el humo del incendio y por el camino alguien corriendo, como pudo
explico la situación, las palabras le salían abotonadas, Juan entró en casa tomo el
macuto y metió unos frascos de pomadas que él elaboraba con la receta de Benito.
Tomo la bicicleta mientras Alberto volvía poco a poco no tenía fuerzas de emprender
otra carrera así, se lo hizo saber a Juan. En pocos minutos llegó al núcleo del incendio
y preguntó por los heridos. No habían llegado ni bomberos ni ambulancias, había
mucho personal de vacaciones y más incendios por la comarca.
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Gritos de dolor y una profunda impotencia por todas aquellas personas que no
sabían como ayudar. Enseguida monto el dispositivo de ayuda y procedió a las
primeras curas, mas de cincuenta personas estaban afectadas selecciono a cinco
personas mientras pidió al resto que fueran a ayudar para controlar el incendio.
Enseño sobre la marcha como tenían que curar y como aplicar aquellas pomadas. Tras
el aire surgieron nubes que descargaban agua, improvisaron una techumbre con ramas
y aquel frescor vino a calmar el calor producido por las quemaduras y el terreno
quemado. Por fin las ayudas llegaron y con ellos vehículos para desplazar a los
heridos, hubo que traer a dos autobuses para desplazar a tantas personas afectadas
pero lo primera ayuda estaba hecha.
Juan cogió su bicicleta y torno a casa. Un poco mojado impregnado de dolor
ajeno, abrió su casa. Cambio sus ropas y tomo una refrescante ducha La noticia del
incendio y las consecuencias salieron en todos los periódicos, por fortuna no había
heridos graves y la evolución del resto era muy buena.
Se entrevisto a muchos testigos, se busco culpables pero nada se sacaba en
claro. Lo importante y lo que vendía era la desgracia, en pocos días esta historia
sería sustituida por otra, así una vez y otra más.
Nadie se acordó de las seis personas que se encargaron de quien sufría ni de
las personas que arriesgaron su vida para intentar acortar aquella maravilla de la
naturaleza que era ese pinar devastado.
Con el paso del tiempo uno de los quemados volvió al pueblo en busca de quien le
habían ayudado y aplicado aquella pomada que no dejo rastro de la secuencia en su
piel. Casualmente con la primera persona que pregunto es al barrendero, Alberto, en
su quehacer por devolver la limpieza a las calles que era responsable. Sin vacilar le
indico el camino de la casa de Juan, el camino no tenía perdida, así que fue andando,
al llegar enseguida reconoció a aquella persona que daba calma, seguridad y de la que
al aplicar la pomada hacía cambiar el sentido del dolor. Tal como lo sentía lo expresó
y un gran sentimiento de gratitud mostraba en todas sus palabras. Juan quiso no
darse importancia y repartir el trabajo entre todos los que le habían ayudado. Esta
persona no les quito mérito pero de quien había notado algo diferente era de él.
Quiso agradecérselo con dinero pero Juan lo rechazó por ser un accidente en
cualquier sitio y que le podía haber ocurrido a él, otra cosa seria si hubieran subido
allí. Le explico su trabajo y eso era confirmar lo que esta persona sintió como algo
extraordinario que le había llevado a conocerlo. Vivió su interés por la agricultura le
ofreció darle un invernadero pero no en pago de nada sino algo que él podía darle
pues su negocio estaba relacionado con ello. Juan acepto y buscaron el
emplazamiento. Había que quitar piedras y unos montículos de tierra. No lo penso mas
cogió la carretilla y la pala para ponerse manos a la obra, el desconocido se ofreció a
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ayudarle. Le fue ofrecido un mono de trabajo. En pocos instantes, codo con codo,
iniciaron el trabajo que solo fue cortado a media tarde para comer y beber agua
fresca. Trabajaron duro hasta la hora del crepúsculo en que finalizaron la tarea.
Entonces Juan le llevó a la roca de granito le pidió que se tumbara y que disfrutara
con todas sus fuerzas de la puesta de sol. Lo que este hombre sintió fue tan grande
que su cara no podía esconder una profunda emoción, difícil de poder expresar con
palabras. Se despidieron, quedó en traer el invernadero con sus montadores en el
plazo de diez días y el ruego de poder volver a visitarle.
- ¿Has visto alguna valla en la finca? Preguntó Juan.
- No, ninguna.
- Pues así es mi casa.
- Un fuerte abrazó terminó la conversación.
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SANTUARIO
Es como es conocido por todas las personas que habían pasado por allí da igual
que la persona que estuviera se llamara Benito o Juan. Quien pasara por este sitio no
se encontraba igual. Creyera o fuera reacio. Nadie salía de la misma manera. Un
bienestar con acordes de paz hacía una música celestial. Curiosamente llegaban
personas de los sitios más diferentes con o sin relación con personas que hubieran
estado allí. El sitio comenzó a tener un gran ajetreó de visitantes y esto hizo
cambiar las costumbres de aquel pueblo. Un hostal se instaló allí, las cafeterías se
reformaron y dejaron su anterior aspecto de descuidadas y del todo vale. Se
comenzó ha hablar del valor telúrico de aquellas tierras, cosas estas, que la mayoría
de la gente desconocía su significado.
Gentes muy diferentes recalaban por la zona con intereses extraños, desde
los que querían conseguir un dinero pronto a cuenta del posible filón, hasta de
desaprensivos incrédulos con ganas de destruir mitos.
Juan siguió llevando el dinero de los donativos a personas que lo necesitaban
sin conocer su historia personal y siempre con un radio de acción supeditado al
alcance de la fuerza suya sobre la bicicleta. Sus antiguos ayudantes le seguían
pasando una pequeña pensión, pues se determino que fuera la suficiente para comer y
la compra de algunos materiales necesarios en su quehacer diario, pero siempre en
una cantidad bastante ridícula pero suficiente.
El invernadero se monto y le dio capacidad de poder disponer de verdura en
cualquier tiempo, pero sus escasos arboles frutales le hacían dependiente de
comprar fruta en el pueblo.
También tuvo presión policial interesándose por su modo de vida y por la gente
que solía ir por aquel paraje.
Cada vez tenía menos tiempo para él, para los trabajos de su huerta pero lo
que no perdonaba era, si el cielo estaba despejado, ir a ver el atardecer a su mirador
privilegiado.
Las fincas de alrededor fueron compradas por buenos dineros y comenzaron
las construcciones de edificios, el camino fue sustituido por una carretera y tiendas
pseudo esotéricas comenzaron a aflorar, músicas extrañas. Hasta una congregación
surgió con oscuros intereses pues estuvieron tanteando a Juan para hacerse cargo
de ella. La respuesta fue clara, expresando su malestar por todo aquel cambio
producido allí.
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Juan sabía que no debía rebelarse contra todo esto sino afrontarlo como una
realidad. La ladera de la montaña se lleno de zanjas para acometidas de agua, luz,
teléfono, colectores y todo lo que requería el progreso urbanístico.
Afortunadamente su visión de los atardeceres no se veía empañada por ningún
edificio por delante, pero si visitas que husmeaban todo lo que Juan tenía, por
carecer de vallas. Tuvo que aceptar la acometida de aguas pues el pozo se había
contaminado de residuos de la urbanización próxima, además de que los cimientos
tocaron la bolsa de agua que abastecía el pozo, por ello pusieron una potente bomba
para desecar el agua que podía hacer peligrar los edificios, como compensación le
metieron el agua en la casa y en la finca con el compromiso de no tener que pagar por
el disfrute de ella.
A pesar de todo ello no tuvo enfrentamientos aceptó la realidad tal como le
venia.
Evidentemente hubo un gran cambio. El invernadero era unas mil veces
asaltado por los niños de los vecinos. Plantas pisadas, frutos recolectados antes de
tiempo, juegos con la manguera. A pesar de esto no hubo una queja por parte de
Juan.
Era requerido para cualquier cosa. Su atalaya, mirador era continuo lugar de
juegos. Su costumbre de ir allí en el crepúsculo fue cogida por mucha gente, hasta
sillas plegables se instalaban solo faltaba la carpa para que aquello se convirtiera en
un circo.
Juan sintió como una etapa cerrada, rondo por su cabeza el abandonar aquello
para trasladarse a otro sitio, quizá se había equivocado y no era tarde para
rectificar. Aquello se había convertido en un negocio en torno a él y precisamente
ese no era el objetivo. Por otro lado penso en las personas que le necesitaban pero
también es cierto que en cualquier lugar hay necesidad. Así que tomo su bicicleta
para repartir el dinero que quedaba en la caja, una vez mas la bicicleta le llevó a una
persona que tenía necesidad de ese dinero. Él tomó la decisión de marcharse de allí.
La vuelta fue fácil y nueva llenándose de todo aquello que le acompaño durante años.
Llegó al pueblo para decir al propietario su decisión, que fue tomada con cierto
placer pues esa finca se revaloriza unos muchos por ciento, las llaves le fueron
entregadas. Las gallinas y las abejas fueron entregadas a un joven que adquirió una
finca al principio del pueblo, así como las herramientas y los paneles solares.
Al dueño le pidió una semana y en ese tiempo fue dando lo que allí había incluso
el invernadero también fue donado al joven agricultor.
Apenas nada fue su equipaje, tanto como tenía cabida en su bicicleta, el resto
se repartió.
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Le hubiera gustado hablar con Benito de la desmantelación de su obra pero
comprendió que la obra no esta en la materia sino en lo espiritual. En esa bombillita
que se ilumino en tanta gente, en unos fue bombillita y en otros en un foco como en
Tomás, Alberto...
Su ultima bajada por la carretera fue un continuo decir adiós. Se solicitaba el
nuevo ubicamiento, pero sinceramente la respuesta es:
- No lo sé, una respuesta seca pero a la vez sincera.
A la altura de su taller se despidió de sus antiguos ayudantes, les agradeció lo
que habían hacho por él. Y unas lagrimas corrieron por sus mejillas, diciéndoles que
ya no era necesaria su ayuda económica pues no le haría falta, a pesar de ello le
ofrecieron que en cualquier momento allí se encontraban para cualquier cosa.
Al salir, Alberto estaba en su faena diaria, y se topó con él, unos ojos
brillantes en ambas caras y fuerte abrazo hicieron innecesaria cualquier palabra que
ni siquiera hubiera salido.
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EL NUEVO HOGAR
Tras ir en dirección norte llegó a un pequeño pueblo casi deshabitado. Llama a
una casa de la que el humo de la casa indica que hay gente. Tras un buen rato un
anciano sale a abrir a la puerta.
- Juan le dice si puede trabajar por allí, Jerónimo, que es el nombre del dueño.
- Mira tengo bastante trabajo como para tres personas pero me es imposible
dar un jornal a nadie. Mis tierras son de cultivo de cereales y tengo dos
huertas de la que solo me ocupo de una para las cosas de casa, ya sabes.
- Yo soy un extraño para usted le pido trabajo por comida y alojamiento.
Jerónimo torció el gesto, es raro que alguien como tu venga y se ofrezca como
antiguamente,
- Mis necesidades son pocas y como ve todas mis posesiones están en esta
bicicleta. No necesito más.
- Entra te presento a Pruden, mi mujer.
Una mujer embutida en ropas negras le da la mano. Enseguida percibe la
artrosis de la rodilla derecha y sus jaquecas. Se lo hace saber, no en un sentido
impresionable, sino para ayudarla. Esta persona que ha llegado me recuerda a alguien
le confiesa a su marido en un momento que va al servicio Juan.
Es invitado a comer. La comida es la tradicional de un pueblo relativamente
aislado. Juan renuncia a la carne de matanza y provoca preguntas sobre esa actitud.
Piensan que un hombre de campo le hace falta las fuerzas que proporcionan la carne.
Un queso casero es un recambio que le hacen. Juan les pide disculpas por
distorsionarles. Entonces le cuenta la historia de sus cinco hijos que en cuanto
pudieron les abandonaron en busca de las comodidades de la ciudad. Solo se acuerdan
de ellos para pedirles dinero. Esto les hace aparecer mas solos. Tienen pocos
contactos con los vecinos pues sus amigos también emigraron a la ciudad viendo el
éxito de la confortable vida de los hijos. Pero ellos se sentían ligados a su tierra y no
envidiaban lo que la ciudad les puede ofrecer, esto lo comprobaron al pasar unos días
por Navidades con alguno de sus hijos.
Al terminar la sobremesa Jerónimo le invita a ver su tierra, pero Juan le pide
tratar a Pruden.
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La pide sentarse en el sofá y coloca una silla para que pueda poner sus piernas
sobre ella. La pide cerrar los ojos mientras coloca su mano en la rodilla derecha y la
otra en esa cabeza llena de opresión. Durante quince minutos permanece así.
Suavemente retira sus manos mientras se oye un ronquido de Pruden. Jerónimo que
salió una vez al servicio cierra la puerta de la casa acompañado de Juan, mostrándole
su extrañeza pues su mujer nunca duerme la siesta. Recorren las tierras hasta llegar
a una casa que ha tenido múltiples aplicaciones, actualmente es un garaje, donde
guarda un viejo tractor, una moto vieja y mil y un utensilios que se guardan esperando
que en algún momento sirvan para algo.
El piso de arriba se encuentra vacío, tiene tres habitaciones y un baño
abandonado hace quince años, la cocina presenta igual aspecto.
Juan se compromete a arreglar ese tractor. Le hecha un vistazo para ir
apuntando todas aquellas piezas que hay que reponer.
Jerónimo tiene un coche con el cual va a por la compra y lo necesario al pueblo
principal que esta a cinco kilómetros, coge las llaves de su casa y se encaminan hacía
la búsqueda de útiles de reparación.
Hay una tienda de repuestos en la que es fácil encontrar lo que necesita. De
paso le enseña un poco los lugares más destacados del pueblo.
Herramienta tiene bastante en la casa almacén y sin perder mas tiempo se
pone manos a la obra. Jerónimo le ayuda y dándose cuenta de la destreza que tiene,
Juan le habla de su taller que tuvo, de hay su habilidad. Según caía la tarde la
bombilla del techo no fue suficiente le pidió si tiene otra lampara, en pocos minutos
vuelve con un par de lamparas y la compañía de Pruden que casi hacía un año que no
aparecía por allí. Una amplia sonrisa es el saludo para no parar de hablar de magia en
su cuerpo. Juan se alegro con un ruego que abandonara aquellas ropas negras.
- Mañana iré al mercado y comprare nuevas.
Jerónimo no sale de su asombro que es lo que esta pasando con su mujer,
siempre seria y aquejada de dolor.
Les ruega que dejan la tarea para mañana mientras va a preparar la cena, no se
hacen de rogar y por el camino de tierra flanqueado por chopos se atreve a dar una
pequeña carrera.
El médico me dijo que más que andar arrastraría mi pierna según las
radiografías que la habían realizado.
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- A veces podemos cambiar la historia de las cosas, ¿no crees? Pregunta un
sonriente Juan.
- Si me lo llegan a contar no lo creo, repuso Jerónimo, que también cambio la
mueca de resentimiento al observar a su mujer tan animosa.
- Hacía bastante tiempo que no me encontraba tan bien, sintiendo mi cabeza
tan despejada.
Van a la cocina y entre los tres elaboran la cena, cosa que Jerónimo no hace
nunca pero esa sensación de bienestar le esta llegando. Elaboran un menú vegetariano
gracias a los frutos de su huerta.
Jerónimo busca en su bodega uno de sus mejores vinos para regar la apetitosa
cena.
- ¿Podéis darme permiso para dormir en el almacén? Tengo un saco de dormir
en la bicicleta.
- De eso nada, repuso Pruden, teniendo doce camas tu no duermes en el suelo.
Con una agilidad pasmosa va a coger la ropa de cama de una de las
habitaciones. Mientras Jerónimo convalida las palabras de su mujer.
- Permítenos que seamos tus anfitriones. Hace tiempo que no viene nadie por
casa y es un placer contar con tu presencia.
- ¿Puedo darme una ducha?.
- Mira esta es tu casa, te voy a enseñar donde tengo cada cosa.
Llegaron donde Pruden esta haciendo la cama, una habitación toda de madera
con dos camas en el medio una mesa camilla con tres sillas. La ventana da a la
carretera que pasa por detrás de la casa, cosa curiosa que Juan señala. La
explicación es que cuando se construyo querían preservar la intimidad que da tener la
puerta de entrada hacía sus propias tierras como cerrando un circulo.
Pronto fueron todos a la cama han pasado muchas cosas en la vida de aquellas
tres personas.
Juan disfruta de aquellas sabanas con olor a lavanda y del placer de esa casa
acogedora.
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Casi con la salida del sol, Juan se ducha e inicia su paso hacía donde el tractor
le espera. En un par de horas el trabajo esta terminado. Se monta en la fuerte
maquina y hace rugir su motor, mientras avanza. Jerónimo le reclama para desayunar.
Ambos montan en el tractor verde con líneas amarillas para llegar a la casa. El ruido
hace salir a Pruden que no esperaba volver a verlo funcionar.
Amistosamente regaña a Juan pues dice que lo primero que hay que hacer tras
lavarse es desayunar para juntar energía. Acepta su regañina pero en su defensa
argumenta que había una tarea que solucionar. Junto a la mesa confiesan que tienen
ganas de dejar el trabajo pero por otro lado no quieren irse fuera de sus tierras y su
casa. De tal manera le ofrecen que se haga cargo de las tierras e irán a medias en los
beneficios. Les aterra ir a una gran urbe y menos con sus hijos que cada uno tiene su
vida hecha.
Habían hablado, entre ellos, por la noche y llegado a aquella conclusión.
- ¿Aceptas?, una cara sonriente buscaba una respuesta del mismo tipo.
- Aceptó. Pero pido vivir con independencia
- Igualmente habíamos pensado en ello acondicionaremos la otra casa.
- Desde luego es mas de lo que uno puede pedir.
- ¿Que hiciste ayer en mi rodilla y en mi cabeza que no hay dolor y perfecta
movilidad?
- Simplemente que vieras una manera diferente de estar, creo que te hacía
falta.
- Pero no solo ha sido dolores sino el cambio de ver la vida de otra manera más
atractiva. Te puedo confesar que ayer al acostarme tenía miedo que con el
despertar volviera a lo mismo, pero al asearme vi que todo seguía igual.
- Pensamos que eres una lotería que me ha traído su premio gordo, el premio de
los sueños.
- No importa como me veáis lo importante es como os sentís, lo demás sobra,
responde una cara sonriente de Juan.
- Vamos a ver que cosas hacen falta para que te instales en tu nueva casa
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- Perdona Jerónimo pero quiero que sepas una cosa, yo para vivir necesito poco
no necesito trabajar tus tierras para conseguir mucho dinero, solo necesito
una casa donde vivir y una pequeña huerta para abastecerme de los frutos de
la tierra, hacer pequeños trabajos para poder comprar el resto de las cosas y
nada más.
- Creó que tu decisión es noble y en nuestra mano esta dártela, ¿no es verdad
Pruden?.
- Claro que sí. Venga vamos a ver que necesita tu casa para ir al pueblo a
comprarlas.
Una vez dentro de ella hacen un inventario de útiles. Juan hace ver que muchas
cosas sobran.
- Quieres dejar a una pareja de ancianos seleccionar las cosas.
- Está bien no tengo derecho a quejarme.
Tomaron el coche y con buen animo se dirigieron al pueblo. Lo primero que
hicieron fue ir a la tienda de muebles donde compraron una cama completa.
La presencia de Pruden no pasa desapercibida de ver a una mujer coja con
ropas negras y mueca de dolor a ver a una mujer con ropa de color, andando con una
gran soltura y una sonrisa en la boca no paso desapercibida y menos acompañados de
un extraño, que ayer, ya estuvo con él.
Como siempre se empezó a especular sobre quien seria ese hombre, acaso un
familiar que se viene a instalar al pueblo en la finca de Jero. La segunda visita es a la
ferretería para comprar los útiles de la cocina. La tercera parada es para comprar
toallas, sabanas, demás prendas para la cocina y unos visillos. Mientras la cuarta es
para comprar un frigorifico.
Juan se sentía humillado porque aquellas personas estaban ocupándose de él
como si fuera uno de sus hijos. Por otro lado es tener cerca a una persona que puede
echar una mano en cualquier momento.
La tienda de alimentación es el último sitio de compras: aceite, sal, queso y
algunas viandas necesarias.
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Nada mas llegar sacan la fregona, escoba, trapos para quitar el polvo. Mientras
Juan repara algunos grifos que gotean y cambia la alcachofa de la ducha. Tres
personas trabajando con energía cambian muchas cosas en poco tiempo.
Con el nuevo día llegó la furgoneta con la cama y el coche de reparto de la
ferretería con el frigorífico elegido. Así que no hay que perder tiempo para ponerse
manos a la obra. Incluso se coloca una escalera para dar una mano de pintura. Pruden
prepara las cortinas que va a confeccionar en su maquina de coser. Se percibe un
interés por crear hogar en una casa tanto tiempo abandonada.
Jerónimo no para de hablar, esa necesidad imperiosa de comunicarse con
alguien, le cuenta mil historias que casi ni vienen a cuento, si esta Pruden le toma el
relevo y el silencio no se hace en ningún momento. Esto puede llegar a agobiar pero
Juan comprende a esta pareja que vive en continua soledad. Juan si les ha dicho que
no sabe el tiempo que estará con ellos a lo mejor mañana tiene que ir a otro sitio.
Pero ellos han aceptado esto como una ilusión que no tenían desde hace mucho
tiempo.
- Quiero agradeceros una vez más lo que estáis haciendo por mí, dice Juan.
- Mira no vamos a dar vueltas sobre lo mismo, tu llegada es un cambio en
nuestras vidas, tenemos una nueva ilusión y una nueva forma de ver esta vida.
Así que esta el tiempo que quieras, no te vamos a cobrar nada por estar aquí
dispondrás de la autonomía que quieras y si necesitas que te ayudemos cuenta
con nuestra ayuda, aunque viejos tenemos una gran voluntad. Reflexiono en voz
alta Jerónimo. Mientras Pruden reafirmaba con su canosa cabeza.
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INÉS
La primera mañana que tuvo libre coge su bicicleta a recorrer la geografía de
su nueva comarca.
Frente a su casa hay unas montañas que protegen del viento del oeste, por un
camino que las circunda se dirige a la cima con la esperanza de encontrar una nueva
atalaya que le permita poder divisar la fuerte energía, que supone nuestro astro
solar, en su ocaso. Hay una roca que puede cumplir sus objetivos. A dos metros de
ella percibe una fuerza energética, sus pasos se encaminan hacia allí donde una
magnifica planta de tomillo se asienta. Con sus manos se da un baño de esa fuerza y
se siente dichoso de haberla hallado en beneficio de tanta gente que dejó abierto el
grifo que emana de cada uno de nosotros. A unos trescientos metros ladera abajo
una casa de color terroso, un camino lleva allí. Monta su bicicleta y descubre a su
habitante una mujer de pelo negro ensortijado, con una blanca camisa. Juan se
presenta como un nuevo vecino justo al otro lado de la montaña. Me llamo Inés vivo
aquí sola mi marido falleció hace tres años. Su mirada es penetrante y no la retira al
hablar.
- ¿A que te dedicas Inés?
Bueno tengo una tarea difícil, tengo un herbolario a tres kilómetros de aquí en
Valdemantilla. Es un pueblo de tres mil habitantes y te puedes imaginar lo difícil que
es vivir de las hierbas.
- ¿Te sientes integrada dentro de ese pueblo? Pregunta Juan.
- La verdad es que si, he recibido mucha ayuda. Mi negocio da para sacar los
gastos que tengo y poco más. La cara de Inés baja la vista.
- ¿Has subido alguna vez a esta montaña?.
- Muchas, tu has percibido algo, sino no me lo preguntarías.
Juan entiende que debe sincerarse y contar un poco su vida y lo que le ha llevado a
vivir allí.
Los ojos de Inés vibran con mas fuerza si cabe. Esta hablando con alguien que
tiene su mismo idioma. Le toma sus manos mientras nota como el bello se le eriza.
Ella se confiesa una profana en estos temas aunque cree en ellos. Le pide que
le enseñe ese centro telúrico. Ambos emprenden camino hacía la subida.
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- Parece mentira como unas montañas separaran tanto, apenas tengo contacto
con esta parte. Casi nunca voy por esos parajes aunque te he de decir que a la cima
he subido en múltiples ocasiones, algunas a observar la puesta de sol.
Según se acercan unas gotas de sudor recorren sus caras. La bici también
acompaña como la amiga callada.
- Mira en esa mata de tomillo es el lugar.
- Ansiosa encamina sus pasos.
- Juan, no siento nada, que tengo que notar,
- Acaso cuando tomaste mis manos no sentiste nada.
- Si contigo fue al instante.
- No busques, sino encuentra, es un antiguo dicho que muy bien expresa lo que
tienes que hacer. Respira profundamente tres veces, viendo como tu abdomen se
hincha y suéltalo lentamente.
Así lo hace, con la tercera expiración nota como el vello se eriza.
- Es verdad tengo la misma sensación que cuando te he conocido. Mira yo me
suelo sentar junto aquellas rocas.
- Yo sin embargo he elegido este lugar. Siento cosas diferentes aquí.
- Fíjate que cerca he estado.
- Hay veces que hemos recorrido un camino cientos de veces y no nos hemos
dado cuenta de que esta compuesto el suelo que pisamos. Esta es una buena
zona para poner colmenas. ¿Te gustan?.
- Nunca he estado en contacto con ellas, he visto reportajes en la televisión,
me parece un mundo muy interesante. ¿Es fácil?.
- Como todo tiene una practica y desarrollas una habilidad o comunicación con
ellas. Trabaje con las colmenas que me dejó Benito, aprendí mucho
observándole. Si quieres empieza con tres, te ayudare al principio.
- Creo que me has convencido la próxima semana me interesare por comprarlas.
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- ¿Quieres que te enseñe mi nueva casa? Los ojos de Juan brillan mas de lo
normal.
- Claro que sí. La respuesta de Inés da frescor a ese brillo.
La bajada es más placentera, mientras le va explicando la estructura de la
finca.
- Mira esa pareja de viejecillos son los dueños, son unas personas encantadoras. A la
vez que saluda con brazo en alto.
Lo primero que le enseña es el plantel de huerta, arado y abonado hace pocos
días. Ya tiene en su cabeza la distribución de las hortalizas y legumbres que va a
plantar. Ahora quiero presentarte a estas personas.
- Buenas tardes me gustaría presentar a Inés, ella vive al otro lado de las
montañas y regenta un herbolario en el pueblo cercano, Valdemantilla, creo que
se llama.
- Así es, encantado en conocerles. Juan me ha hablado muy bien de ustedes
- La verdad, Inés, es que Juan nos ha cambiado nuestra vida tanto física como
psicológicamente. De ser una mujer achacosa que le costaba un montón
realizar cualquier actividad a poder hacer con Jerónimo cualquier actividad.
- Me ha ofrecido venir a ver este lado de la montaña que puedo decir lo tenía
borrado de mi mapa.
- Con tantos halagos no sé dónde meterme. Responde Juan bajando la cabeza
en señal de humildad.
- Todos sabemos que es verdad y que no hay ningún emperifollamiento en
nuestras palabras.
- Con vuestro permiso quiero enseñar a Inés mi nueva morada.
- Ya te dijimos que tienes plena autonomía para disponer de ella.
Se despiden cordialmente de los anfitriones para encaminar sus pasos hacía la
casa.
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Entran en ella, la nariz de Inés se mueve buscando ese olor conocido, el detalle
no pasa desapercibido y se trata de un racimo de plantas aromáticas que estaba
colgado de un rincón así se evita el olor a cerrado. Realmente no hay nada que
enseñar pero Juan se siente orgulloso de esta casa. Su habitación es la del fondo. La
habitación de la entrada la empleara para ayudar a la gente. Ha construido una
camilla resistente a cualquier peso, también ha puesto una mesa camilla con tres
sillas. Unos ramos de plantas, una cortina de cuadros blancos y azules completan la
decoración. Las plantas, aunque secas, aun desprenden un maravilloso aroma.
Inés explica que en su herbolario pasaba consulta una persona que tuvo mucho
éxito pero que mandaba muchas cosas, eso casi le hace perder el negocio, porque la
gente la vio como una interesada, ha tardado cinco años en cambiar esa imagen, para
que la gente la vea como una persona amiga de consejo y ayuda.
- La verdad es que estoy deseando conocer tu rincón de hierbas.
- Espero que mañana tu maravillosa maquina te lleve a conocerla.
- De acuerdo así será –responde Juan.
- Ahora permíteme invitarte a cenar, no hay mucha cosa pero será suficiente
para que nuestros estómagos no se quejen.
- Como soy también vegetariana no tendremos problemas para ponernos de
acuerdo.
La cena fue maravillosa, al menos unas caras repletas de alegría así lo
reflejan. Los platos se lavaron y con la luna en su cuarto creciente, en lo mas alto del
cielo, les indico el camino de vuelta. Inés confiesa no tener pánico de la oscuridad
aunque reconoce que ha vivido situaciones de fuerte tensión emocional, pero que ha
sido capaz de vencerlas, por ello se siente muy orgullosa de haberlo hecho ella sola.
- Pero reconozco que prefiero hacerlo en compañía y si esa es la tuya mejor
que mejor.
Juan enmudece, quizá algo esta haciendo mal, este pensamiento de culpa ronda por
unos instantes su cabeza
El camino lo hace en silencio, mientras Inés, no para de comentar cosas. Al
llegar a su casa un beso cierra un hasta mañana. La vuelta la hace pausadamente y al
llegar frente a la planta de tomillo, flexiona sus rodillas en actitud de pensar pero lo
que le rodea es tan hermoso que difícilmente puede dejar paso a ello. Es una cosa
aprendida y que trata de hacerla siempre, pero nunca nadie ha llegado, pues esta en
el camino, de tal manera que se puede equivocar tantas veces como quiera uno,
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siempre que el destino sea el mismo. A su cabeza le llegan citas de Benito que eran
reflexiones suyas o que había aprendido de otros caminantes.
La noche invita a quedarse con ella, la temperatura es muy agradable. Dicho y
hecho, con los primeros cantos de los gallos indican la vuelta a casa. Quiere ayudar a
reparar el coche de Jerónimo, van pasando los años por él lo que le hace tener
frecuentes puestas a punto.
Una hora mas tarde Pruden aparece por la puerta y al verle junto al coche le
invita a desayunar.
- A que todavía no lo has hecho.
- Si una manzana me ha dado su frescor y su alimento suficiente para
afrontar el nuevo día.
- Permíteme ofrecerte otro desayuno –le ofrece Pruden mientras le coge por
el brazo y le sienta en la mesa donde esta Jeronimo.
- Sabes que hemos decidido, esta noche, hacer un viaje de una semana a
saludar al mar y pasear por su arena en la playa.
- ¿Cuánto hace que no tomáis una decisión así? –Pregunta Juan.
- Creo que nunca, siempre hemos estado aferrados aquí o las salidas
esporádicas para conocer las casas de los hijos. Una vez casi de paso pues no
estuvimos ni un día.
- O sea que una revisión a nuestro coche le viene bien para no dejarnos en
cualquier cuneta, repuso Jerónimo. Mira te dejó las llaves de la casa y aquí
tienes algo de dinero por lo que pueda pasar, ni que decir tiene que puedes
hacer uso de él.
- Tengo que acercarme al pueblo por piezas que me hacen falta.
Toma su bicicleta y se encamina al pueblo, es la primera vez que lo hace solo
pero no es tan grande como para olvidar los sitios.
Al verle llegar una mujer le hace señales para que se parase.
- Buenos días, le sale de la boca de Juan.
- Buenos días tenga usted. ¿Podría ayudarme?.
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- Claro que si, la respuesta de quien no sabe negarse ante la petición de ayuda.
La mujer esta despeinada con ropas un tanto estrambóticas, según va a su casa
una vecina le dice por lo bajo que no la haga mucho caso pues esta loca.
Al entrar en la casa se vive el desorden y un olor peculiar de las casas
cerradas durante mucho tiempo.
- Mire, joven quiero que me baje la maleta que se encuentra encima de este
armario.
- Mi nombre es Juan, con sumo gusto se lo bajare. Pero la maleta tiene un peso
excesivo y es necesario hacer malabares para no caer de la silla de madera
carcomida.
- Juan ponla encima de la cama. Al abrirla montones de ropa en diferentes
bolsas de plástico de diferentes colores intentan hacerse espacio en un sitio
tan abierto.
Selecciona cinco diferentes y le pide que la vuelva a su lugar.
- Puedo invitarte a un refresco.
- Un vaso de agua será suficiente.
Llegan a la cocina llena de cacharros sin fregar, pero de una estantería hay uno
presentable. Deja correr el agua que choca entre tantos platos y vasos.
- Ahora te puedo pedir yo un favor –pregunta Juan.
- Claro que si, lo que este en mi mano cuenta con ello.
- Permíteme limpiar estos cacharros.
- La verdad es que lo iba hacer luego, pero toma. Saca un estropajo de esparto
y una pastilla de jabón. Como puede va poniendo orden en esa cocina.
Mientras la mujer se sienta, Juan finaliza su labor. Coloca sus manos sobre la
cabeza de la ancianilla.
El reloj de cuco da la una de la tarde. Se despide y va a la tienda de repuestos.
Compra los útiles necesarios y torna a su casa.
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Sin apenas llegar se pone a colocar los accesorios, lo ha realizado tantas veces
que es casi como apretar un tornillo.
Pruden salé para avisar que la comida esta lista, las maletas ya se encuentran
en el pasillo.
La comida es un manojo de nervios, están muy ilusionados por ese viaje casi
sin organizar.
- ¿Que tal te fue por la ciudad?. Pero la pregunta es de tramite, la ultima
palabra es vibrante no puede esconder el nerviosismo que se aloja en esta
canosa cabeza por el viaje a realizar.
- Mira ha sido muy particular he conocido a una mujer muy curiosa que toman
por loca. Pero te puedo asegurar que me ha enseñado muchas cosas.
El ritmo de su contestación ha sido mas lento para poner un contrapunto a la
inquietud que allí se vive.
La comida casi se engulle, tras tomar el postre, Juan se levanta para sacar las
maletas al coche y pedir a Pruden que no se preocupe por el lavado de los cacharros
él lo hará tranquilamente. Arranca el coche para comprobar el buen estado del
motor.
La pareja no tarda nada en prepararse para salir. Un abrazo y un beso
acompañado del deseo de pasárselo lo mejor posible. No tardan en salir.
Se mete en la casa y lleva los cacharros al fregadero, retira las migas con un
trapo para poder plegar el mantel. Barré y por fin toma el estropajo y el lavavajillas
y el mar de pompas se combina con vasos, platos, cubiertos, cacerolas creando un
concierto de sonidos que Juan trata de hacer armónicos. La casa queda recogida, las
llaves cuelgan de la cerradura, el sol esta fuera esperando llenar de luz a quien se
exponga a él.
Juan se encamina hacía su casa para dejar su bicicleta y tomar una ducha. En
el camino una chicharra le recuerda la temperatura exterior.
52
Caramba si ya son las cinco. La bicicleta espera para llevarle a la tienda de
Inés. Tras salvar el escollo de la subida disfruta del camino de bajada hacía la
carretera que conduce al pueblo. Ya la aguja de la torre de la iglesia confirma su
rumbo. Al llegar pregunta por el Herbolario, en un pueblo es fácil tener información
sobre cualquier sitio y la primera persona le indica la ubicación exacta. Un cartel de
madera con numerosos colores indica el nombre del establecimiento. Nada mas
entrar un olor a hierbas te acompaña, Inés se levanta de la silla con mesa camilla
donde estudia, lee y ocupa su tiempo de empresaria. En la trastienda hay ramos de
hierbas colgados del techo hacía abajo como marcar los cánones, aquí es donde se
pasaba consulta y ahora se envasa o se tiene la mercancía no expuesta. Estantes de
madera alojan multitud de cajas de cartón con etiquetas blancas para indicar su
contenido. Una amplia sonrisa y un -éste es mi herbolario, él que me ofrece dinero
para poder vivir.
Justo en ese momento llega una mujer que pregunta si hay alguna hierba para
la garganta de su hijo pues esta cansada de darle antibióticos que le dejan más
delgado de lo que esta.
- ¿Que edad tiene?
- Ocho años.
- Prefiere un jarabe pues tiene un sabor agradable.
- Pero ¿es de hierbas? la respuesta de una madre cansada de dar medicinas a
su retoño.
En efecto en concreto tiene una planta que la encontramos en nuestros campos
que se llama Llanten y es francamente eficaz en afecciones de garganta.
- Bien me lo llevó. ¿Que la debo?.
Tras salir por la puerta, Juan toma un jarabe de la estantería y lee la
composición.
- Veo que conoces muy bien las plantas –responde Juan.
- Es una cosa que me apasiona.
- A mí, mi instructor me enseño a hacer mezclas, pomadas, esencias y todo
aquello que pudiera necesitar. Dentro de unos días iré a recolectar para hacer
los preparados.
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- Me permitirás que te acompañe y te diré los sitios donde tengo localizadas
algunas de ellas.
- Desde luego será un placer ver los diferentes rincones de estos campos.
Como por arte de magia empezó a entrar gente al establecimiento con las
consultas más raras. Inés le pidió ayuda para explicar algunas cosas. Una vez
consultado la gente no se va de allí, se quedan como aprendiendo de lo que Juan
explicaba.
Alguien le sugiere que de una charla en el centro cultural. Juan acepta y
comienzan a moverse los hilos para que aquello tenga cuerpo.
Curiosamente hoy ha habido mas gente que nunca. A la hora de cerrar Inés
esta mas cansada de lo normal.
- Juan tengo que reconocer que nunca he tenido tantos clientes. Me dejas
invitarte en el restaurante de aquí cerca a cenar.
- Creo que hay mucho que hablar. Aceptó tu invitación.
- Terminare de colocar, poner un poco en orden los pedidos.
Juan comienza a dar vueltas sobre toda clase de preparados comerciales que
allí se venden.
- Ojalá vinieras todos los días.
- Mira Inés yo no vendo nada y el don que tengo no puede ser utilizado
comercialmente. Si yo obrara de esa manera todo se volvería sobre mí, no sé
si lo puedes entender. Aceptó ayudar a cualquiera si tengo que dar una
conferencia la doy pero por favor no me pidas que te ayude para sacar mas
dinero. Gracias por tu invitación pero pienso que debo volver a casa.
Inés palideció y sus ojos vidriosos impedían cualquier palabra mientras Juan
toma su bicicleta para coger el camino de vuelta a casa.
Los días que siguieron todo el mundo preguntaba por Juan incluso le dieron un
posible día para dar la charla. Inés decía que no sabia nada de él.
El orgullo de Inés le impedía ir donde Juan para comunicarle este interés.
54
LA CONFERENCIA
Los días pasaron pero una vez que Juan fue a comprar pan se encuentra con
una persona que estuvo en el herbolario le reconoce.
- Juan, Juan, espera un momento por favor. Mira nos conocimos en el
herbolario de Villamantilla y te hicimos la oferta de dar una conferencia,
solicitamos el permiso y nos lo han dado para este jueves a las cinco y media,
pero no sabíamos como localizarte y hoy ha dado la casualidad que te vea, así
te lo he podido decir. Mi nombre es Aurora.
- Aurora ya acepte entonces y me parece buen día el jueves, allí hablaremos
todos un poco. Mira yo vivo en una casa como a dos kilómetros de aquí junto a
aquellas montañas.
- Que alegría me da haberte encontrado sé que va a ser muy importante en
nuestras vidas a pesar de lo poco que te conozco.
Según despide a Aurora se encuentra con la viejecilla tomada por loca, su cara
esta reluciente. Le toma del brazo y le pide subir a su casa. Deja la bicicleta en el
portal y sube la angosta escalera. Nada mas abrir la diferencia es clara. Orden,
sustitución de trastos inútiles y olor a limpieza.
- Tu eres el causante de todo esto, te doy todo mi agradecimiento, ya sabes
que aquí cuentas con tu casa, no se que hiciste pero desde que estuviste en mi
casa y pusiste tus manos sobre mi cabeza todo es diferente, te lo puedo
asegurar.
- Gracias, pero quiero que sepas que todo lo has hecho tú, que tú eres la autora
del cambio de tu vida. Gracias por tu agradecimiento. Ocurriendo en una época
donde apenas se comparte nada.
Sus cabellos canosos han sido teñidos y perfectamente peinados. Se apreciaba
un cambio en esta mujer.
Por fin pudo encaminarse a casa aunque lo hace con la bici de la mano como
queriendo disfrutar del paseo. Al llegar a casa toma los útiles para preparar un
cocido y una ensalada.
Nada mas terminar se pone a fregar los cacharros para que no le dé más
pereza. En este mismo instante llaman a la puerta. Mientras va hacía ella va
secándose las manos. Un hombretón de cara redondeada esta al otro lado.
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- Buenos días. Me llamó Emilio y en el pueblo me han dicho que es usted
mecánico. Yo tengo un taller y necesitaría alguien que me ayudara.
- En efecto, mi nombre es Juan y soy mecánico pero no puedo ocupar todo el
tiempo a esta profesión.
- Aunque solo sea unas horas me vendría usted muy bien, le pagare día a día y
podrá emplear cuando le parezca.
- Con esas condiciones no puedo negarme.
- Mi taller esta a la entrada del pueblo a la izquierda.
- Ah ¿donde las ruedas apiladas? –responde Juan.
- En efecto, si te parece, para empezar, te daré dos mil pesetas por hora
trabajada.
- De acuerdo. Las manos se estrecharon. Era la tercera oferta de empleo
desde que abandono su pueblo.
Esta tarde la ocupa en preparar un corral para tener unas pocas gallinas, para
ello tiene que volver al pueblo a la ferretería para los útiles para poder construirla.
Luego pasa por el taller de Emilio.
- Es raro ver a un mecánico que utilice una bicicleta. Si quieres tengo aquí un
coche que apenas uso.
- Gracias pero la bicicleta me permite disfrutar mas del tiempo a parte que la
tengo un especial cariño.
- Puedo empezar esta tarde pues tengo que pagar todo esto que he
comprado
- Adelante. Mira esta camioneta la han traído esta mañana. Aquí tienes todas
las herramientas, si necesitas algo estoy con aquel coche.
La camioneta además de años necesitaba unas cuantas piezas nuevas.
- - Emilio me hacen falta todas estas piezas.
- Ve donde venden los repuestos haber si las tienen, llévate el coche para
traerlas y que te lo anoten a mi nombre.
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Afortunadamente estaban todas así que en pocos minutos estaba desmontando
y montando nuevos materiales. Lo hace en un tiempo bastante rápido. Emilio no
puede ocultar la cara de satisfacción con la elección que había tomado, no se
equivoco. La tarde cae es hora de cerrar.
Emilio paga a Juan las horas trabajadas, nada mas cobrar, va a la ferretería a
abonar los materiales.
- Por favor no era necesario tanta rapidez –dice el dependiente
- Prefiero que así sea y le agradezco su confianza con un extraño por haberme
fiado los materiales.
- -Pero usted no es un extraño, yo soy primo de Pruden. Un nuevo choque de
manos y vuelta al hogar. Descarga los materiales para pasar directamente al
cuarto de baño para tomar una ducha.
El jueves llega y la verdad es que Juan nunca ha hablado con un numero de
gente grande, pero no le preocupa. Por la mañana va al taller de Emilio para cubrir sus
necesidades de dinero, si alguna vez le sobra lo mete en esa caja que actualmente no
llena nadie. Juan sabe que si atesora dinero para él seria una cosa que no le
favorecería pues se ataría al mundo material, obviamente, contrario a la labor que
esta desarrollando.
Por la tarde toma su bicicleta con tiempo mas que suficiente para llegar
desahogado, para poder parar en cualquier sitio para sentir todo lo que allí sucede
para luego dar su conferencia.
A las cinco llega al pueblo, no le hace falta reloj, sabe a que hora es la que
tiene que llegar. Nada mas llegar es reconocido y casi llevado en volandas.
El local es grande, normalmente infrautilizado, pero hoy se llena de publico, en
su gran mayoría, femenino. Era extraño pero la voz se había corrido por todo el
pueblo e incluso José Luis ha cerrado la carnicería para ver a alguien que muy poquita
gente ha visto y oído.
Juan se pone al frente de todas aquellas sillas. Se cierra la puerta, un silencio
ocupa un lugar donde había bullicio y comentarios de todo tipo.
La charla ocupa una media hora pero la segunda parte son todo preguntas y
aclaraciones. Todo el mundo quiere preguntar, conocer, saber.
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Son las nueve de la noche y aquello no tiene pinta de acabar. La puerta se abre
e instintivamente todas las miradas se dirigen hacía allí, la persona que aparece es
Inés. Un rápido giro de cabeza para seguir con los diálogos.
Se ha colocado al lado de la puerta como si tuviera mucha prisa o poco interés
por lo que se dice. Alguien la ofrece una silla pero la rechaza indicando que se tiene
que ir. No tarda ni diez minutos para salir de nuevo.
Aquello no tiene visos de acabar pero Juan se da cuenta que tiene que
terminar. Las personas salen ordenadamente pero hay gente que se para a preguntar
individualmente. La respuesta siempre es la misma el secreto esta dentro de cada
uno de nosotros tenemos que buscar ahí dentro. En general hay una atmósfera de
salir flotando, lo que se llama estar en la nube. A la salida la bicicleta le espera. Le
quieren citar para otro día pero Juan declina la invitación pues cada uno sabe lo que
tiene que hacer, repetir seria redundar en lo mismo y esto aburriría es su respuesta
a tanta inquietud.
Cuando sale de la carretera para tomar el camino en una roca sentada esta
Inés. Tiene la cabeza agachada percibe al pasar por su lado. Juan detiene su marcha
y saluda. Inés devuelve el saludo pero no se atreve a levantar la cabeza. Balbuceando
le sale un:
- Perdóname.
Juan toma su cara para elevarla:
- Si alguien trata de manipularme para beneficio material me revuelvo contra
esa idea y no la acepto. No sé si me entiendes.
- Es cierto que me paso por la cabeza aumentar mis beneficios pero siempre
con la idea de ayudar a los demás.
- No conozco, si te das cuenta, todo el mundo justifica sus obras para no estar
en conflicto consigo mismo. Si damos prioridad a todas aquellas cosas que nos
pasan por la cabeza estaremos atados a nuestros sentidos, tan caprichosos y
volátiles.
- Llevas razón por eso ni me atreví a seguir en la charla aunque no entró nadie
en toda la tarde y ahora estoy aquí esperando ver cuando fueras a pasar. Se
levanta y le da un fuerte abrazo sintiendo su vello erizado como la primera vez
cuando le conoció.
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- Me permites que te acompañe. Mientras unos ojos vidriosos esperan una
respuesta afirmativa de parte de Juan.
- Claro, el camino es nuestro.
Una hermosa noche da paso a un marco nuevo. El color rojo intenta no perder
pero la noche viene con fuerza y un claro cielo estrellado esta llegando. Al llegar a la
parte de arriba de la montaña es irresistible el sentarse a contemplar el paisaje. Las
bocas están mudas pero hay veces que el silencio dice muchas cosas. El reloj de Inés
señala las doce, mañana hay que volver al trabajo. El abrazo se repite y los dos
caminos son ocupados: el de bajada con destino a las dos casas con sus dos
vertientes.
- Cuando puedas me gustaría verte o por casa o la tienda, una Inés nerviosa
espera una respuesta afirmativa.
-Seguro que si, pronto nos veremos. El temor a un rechazo ha merodeado por
su cabeza.
Al llegar a su casa descubre que hay luz en casa de Pruden y Jerónimo.
Rápidamente va a darles un abrazo de bienvenida. La puerta esta abierta como
esperando a que venga. Están en el comedor y su plato vacío esta esperando ser
llenado por las viandas que allí esperan.
La pareja habla a la vez, no es necesario preguntar, van dando noticias sobre
donde han estado y lo que les ha acaecido. Pero sobretodo lo que destaca es la cara
de felicidad de aquellas personas que buscan algo y encuentran. El reloj indica las
tres de la mañana y el viaje ha hecho mella es hora de ir a descansar. Juan así se lo
indica y piensan volver a hablar en la comida.
- Juan es increíble que desde que estas trabajando en este taller me
encuentro diferente, muy a gusto casi me da rabia cuando te marchas o el día
que no vienes, comenta Emilio a la mañana siguiente.
- Mira Emilio es una cosa que yo me planteo llevar a realizar y puedo decirte
que lo consigo, pero también es verdad que igual que lo consigo yo lo puede
hacer cualquiera.
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Esa mañana trabaja cinco horas, por la tarde no vendrá. Emilio paga a Juan y
sin contar el dinero lo mete en el bolsillo. Una familia de cuatro miembros, le
pregunta apurada donde hay un lugar que les puedan ayudar, en poco tiempo su vida
es relatada, despedido del trabajo y desposeído de su casa, van camino a casa de su
hermano que vive en un pueblo próximo. A Juan le es fácil sacar el dinero que lleva en
el bolsillo e íntegramente se lo da. Esta familia no da crédito a lo que esta
sucediendo, preguntan a un extraño, este les entrega todo lo que tiene en el bolsillo.
Se sienten afortunados y dichosos, sus caras reflejan el reconocimiento a alguien
que les ayuda cuando lo necesitan. Le piden que por lo menos le diga su nombre. Juan
responde de una manera seca.
- Muchas gracias Juan, solo pense que esto ocurre en las películas.
- Si nos ayudamos unos a otros es fácil que surja la sintonía humana en el
planeta, solo se conseguirá si unos colaboramos con otros, en vez de disputar,
unos con otros para obtener mayores parcelas de poder, de dinero o de
cualquier cosa.
Juan extiende la mano para estrechar la de aquella familia. Las caras lo dicen
todo.
El plato de comida esta esperándole, nuevamente le empieza a comentar todo
lo que han realizado o visto.
Tienen tantas cosas que contar que Juan permanece mudo oyendo a aquellas
personas tan ilusionadas con tanta vitalidad como si hubieran estado adormecidos
para despertar y revivir. Pero el cansancio llega. Juntos recogen los cacharros pero
Juan comienza a lavar los útiles de la comida.
Por la tarde pone a funcionar la lavadora. Mientras la lavadora termina repara
la estantería del baño que esta cediendo hacía el lado derecho, la caja de
herramientas le ofrece todos los útiles que necesita, incluidas las escuadras
necesarias para que la torsión no vuelva a hacer acto de presencia.
Una vez terminada la compostura salé a sentarse bajo la sombra del viejo olmo
que tantas cosas a visto pasar frente a él, la hierba a su alrededor invita a compartir
las ultimas horas de sol, poder compartir nuestras ideas con la vida alrededor es
siempre la idea de Juan, tan fácil y tan difícil a la vez. La bicicleta esta en la puerta
como esperando ser cogida, así ocurre para poder subir la montaña con objeto de
ver la puesta de sol. Al alcanzar la cima se encuentra con una sorpresa Inés esta
sentada con su vista clavada en el oeste.
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Juan se alegra de verla, intuye que ha tenido que meditar mucho para subir
allí, por otro lado no es difícil entender que Juan pasaría por allí.
Nada mas notar su presencia, abandona su vista del horizonte para dar un
abrazo a Juan, el mismo abrazo tembloroso y lleno de dudas pero con la esperanza de
ser correspondida, no hay problema, Juan la abraza con la fuerza y la seguridad que
esperaba.
- Me gustaría invitarte a cenar.
- Estaré encantado de recibir lo que compraste para ser comido y
profundamente agradecido de haberte acordado de mí.
Inés queda desarmada y comienza a balbucear palabras. Un dedo de Juan tapa
su boca y en la posición de sentado apoyado en una roca coge a Inés para poder
quedar sentada delante de él mientras sus brazos rodean su cuello. Inés cree estar
en la nube, en la nube de sus sueños. La puesta de sol es, si cabe, más hermosa que
nunca, al menos esa experiencia esta sintiendo Inés, un pequeño balanceo hace como
si los cuerpos hubieran encontrado una música intima y sorda que mece los cuerpos.
Los últimos destellos de luz naranja cierran el telón del día para abrir los misterios
de la noche los momentos de la interiorización del mirarse así mismos y eso a tantas
personas, provoca miedos e imágenes desagradables. Esto es lo que Juan va contando
a su amiga.
De común acuerdo bajan a la casa de Inés toman unas manzanas y salen a
disfrutar de la noche. Un poyo de piedra en el lado derecho de la puerta de entrada
es lugar para compartir estos instantes. Los dedos de Juan comienzan un camino
entre su pelo dibujando circulos en forma de ochotumbado, automáticamente los ojos
de ambos se cierran buscando las sensaciones y la profunda paz. Un coche perturba
la escena pero no la secuencia. Apenas suele venir ningún coche pero alguno
aprovecha a dar la vuelta por aquí.
Los dedos siguen su camino mientras los de Inés se fijan a la rodilla de Juan. A lo
lejos los resplandores de una tormenta que se va aproximando y trayendo el frescor
de tierra mojada. El viento se hace mas pronunciado y es una invitación para
recogerse en el interior de la casa. Allí, con la puerta abierta, se funden en un
fuerte abrazo, comienza a llover y es una preciosa música que hace que los cuerpos
comiencen a girar en torno a un eje imaginario.
Te parece que hagamos una preciosa ensalada con un montón de cosas que tengo
compradas.
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- A cuatro manos la haremos enseguida, respondió a la invitación Juan
Inés fue poniendo en fila toda la materia prima, sacó una ensaladera de barro cocido
pintada con flores amarillas que ocupan todo el contorno. La cena es elaborada en
unos minutos, Juan se encarga de aliñarla. Una paleta de colores ofrece una ensalada
preciosa, donde no hay un color que destaque mas que los demás. El mantel de flores
tapa la mesa y del aparador surge cubiertos, platos y vasos. La tormenta acaba con la
luz artificial y es necesario recurrir a las velas que dan un aire más intimista a la
cena. Hablan tanto que la cena termina muy tarde.
Afuera llueve intensamente es como si las circunstancias llevaran a tener que
dormir en casa de Inés, así se lo plantea, surgiendo una rápida aceptación. Recogen y
friegan los cacharros La cama se abre y dos cuerpos desnudos se juntan buscando el
calor que la humedad oculta. Es una noche muy larga donde las caricias y el seguir
hablando ocupan todo el tiempo. Pero no hacen el amor.
La noche fue lluviosa pero un precioso sol eleva nubes de agua evaporado
haciendo subir la temperatura. Ambos tienen que ir a sus quehaceres. El baño les
espera con una refrescante ducha y una fricción mutua que lo hace más gratificante.
La bicicleta espera tan limpia como siempre la llegada de su motor. Aun tienen tiempo
para hacer un desayuno frugal.
En la bici, Juan, se hace consciente del frescor dejado por el agua de la
tormenta, incluso el barro se adhiere a los pantalones. El destino es el taller de
coches, cada vez hay mas coches para reparar, pero lo curioso es que cada vez van
más personas para hablar con Juan aunque la disculpa sea cualquier cosa del motor.
Ya ha lanzado el mensaje de donde vive y que él suele tratar a gente en casa, solo se
ha dicho a una persona pero el rumor hace las veces de un altavoz. Cada vez vera más
gente en casa y de vez en cuando ira al taller para poder tener lo suficiente para
poder comer y pagar la luz y el agua de la casa.
El pueblo comienza la transformación y la visita a la especie de “ermita” en que
se ha convertido la casa de Juan. Desde los simples curiosos a personas con
problemas físicos o emocionales van pasando por allí.
Un día con el dinero recaudado Juan, sabe, que tiene que dejarlo todo y salir
en búsqueda de aquella o aquellas personas que lo necesitan. También tiene la ocasión
de salir con su bicicleta y ver algo mas que el entorno diario. Curiosamente nadie va
al taller para hablar con Juan, ni pasan por casa para resolver cualquier problema de
salud. Es como si su vida se supiera y sus movimientos fueran de dominio publico.
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En tres días estaba de vuelta y para muchas personas fue como una eternidad,
enseguida se cogió el ritmo.
Una de las personas que primero llegó a su casa fue el fontanero del pueblo
llamado Moisés, es un hombre alto desgarbado con el rostro profundamente marcado
que hace que sus ojos sean saltones. Llega aquejado de un dolor lumbar que muchas
veces le dificulta su trabajo.
El milagro vuelve a aparecer, pero Moisés percibe una serie de cosas extrañas que
no llega a entender así se la hace saber a Juan.
- Mira en pocas palabras no te lo puedo explicar, tu has experimentado una
seria de cosas que no entiendes si estas abierto a respuestas yo me ofrezco a
dártelas.
Así Moisés empezó a ser actor de aquella escena y cuando tenía tiempo iba a
aprender con Juan. Comenzó a ser una esponja donde poder sacar todo lo que estaba
en él.
63
MOISÉS
Comenzó a aprender rápidamente las enseñanzas de Juan, con las mismas
dudas que cuando aprendió con Benito, le habló de su aprendizaje de su negocio y de
entender que se acababa un ciclo en este lugar, precisamente cuando alguien llega
para ocupar su puesto. Moisés sé hecho para atrás como si la empresa le asustara.
- Mira cuando uno se asusta le entran todos los temores, como cuando estamos
en una casa muy confortablemente y abrimos la puerta, lo mismo nos va a
entrar un escarabajo, un ratón, el aire o cualquiera. Si no tenemos temores
descubriremos que un aire fresco entra para ocupar el lugar del aire viciado de
tanto tiempo cerrado.
- Siempre tienes respuesta para todo.
- No te preocupes que es una virtud que también tienes tu, comenzaras a
sentir como brota.
Intervino en alguna curación, aprendiendo todo lo que Juan hacía o decía.
Pasaron siete meses, llegó Inés, era por la tarde. Fueron presentados y
comenzaron a subir a la piedra que tantas visitas recibía, por parte de Juan,
mientras caminaban le explico sus intenciones de marchar. La cara de Inés se torció,
agacho la cabeza y sintió la misma sensación cuando alguien pierde algo.
- Inés, nunca sabes cuanto tiempo has de estar en un sitio por ello no debes
encariñarte, posesivamente de algo, pues cuando llegue el momento se te hará
difícil despegarte de algo o alguien. Cuando vino Moisés supe que era a la
persona que tenía que enseñar todo lo que me fue confiado por Benito y así
ocurrirá con Moisés.
- Si pero es tan difícil hacerte a esa idea de desposesión.
- En cierta ocasión te dije que las cosas son tan fáciles o difíciles como
nosotros queramos que sean, es cuestión de llevarlo a la practica. No hay que
apegarse ni a nada ni a nadie, de esa manera podrás tener una verdadera
evolución interior, descubriendo todo lo que llevamos dentro.
- Entonces, replico Inés, tu Moisés te identificas con todas estas cosas y no te
cuesta nada adaptarte a este nuevo pensamiento-forma de vida.
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- Mira Inés yo no soy ningún superhombre, tengo mis dudas como tu, pero sé
que avanzó en este camino y eso me hace ser feliz. Cada día me encuentro mas
seguro de mí mismo y eso hace que pueda ayudar a los demás.
La conversación se tiño de naranja y ese sol que va perdiendo su intensidad
recordándote el paso del tiempo y los ciclos de la naturaleza. Tras el espectáculo
deciden acompañar a Inés a su casa así, Moisés, tendrá la ocasión de conocerla. A la
vez que conocerá a esta persona que en algún momento Juan le ha comentado.
Moisés muestra un gran afán en aprender y por ello le vale cualquier situación.
65
LA PARTIDA
Antes de la llegada del invierno. Juan comienza a preparar su ida,
materialmente es poco lo que tiene que llevar, pero si despedirse de aquellas
personas que más cerca han estado de él: El dueño del taller, Inés, la pareja de
viejecillos que le cedieron su casa y están encantados de que otra persona, Moisés,
siga desempeñando su labor humanitaria.
- Me gustaría pedirte un favor, -comento Juan, me gustaría llevarme la
bicicleta conmigo.
- Ya sabes que me gusta mas caminar que andar en bicicleta por ello me
gustara saber que te sigues desplazando con ella, a la vez que será tu vehículo
de desplazamiento hasta tu próximo destino.
- Gracias a ella he descubierto muchas cosas. Voy a despedirme de Inés.
Toma su bicicleta para salvar el obstáculo de la subida a la montaña y poder
disfrutar de una bajada sin dar pedales, por la hora que es tiene que estar de vuelta
de la tienda. Casi al momento llegan los dos. Un fuerte abrazo deshace los útiles que
ambos portan.
- Inés he venido a despedirme, mañana me iré.
- ¿Pero donde? Intrigada -pregunta Inés.
- No lo sé, el camino se hace al andar y así tendré destino.
Comenzaba a hacer fresco en la calle, la oscuridad llegaba antes a los relojes.
- Me encantaría que te quedaras a cenar, mira las cosas ricas que traigo en las
bolsas.
- Claro que si, es para mi un placer compartir la comida con esta maravillosa mujer,
la adulación hizo mella en sus femeninas mejillas, comenzando a brotar un rubor
que encendía más su cara.
- Ya te comente alguna vez que no sabía el tiempo que iba a quedarme, sé que un
ciclo de mi vida se ha terminado y ahora debo marcharme como lo realizó el Tío
Benito del que tanto aprendí y me enseño el camino a desarrollar.
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La cocina fue desocupada de trastos para dejar paso a la preparación de las
viandas que volvieron a preparar a cuatro manos. Mientras Juan fregaba los
cacharros, Inés coloco la mesa y no se olvido de poner tres velas rojas que a modo de
racimo serian la fuente de luz. Sirvieron la cena que prontamente era engullida. Un
respingo indicada la bajada de las temperaturas. Una cinta fue introducida en su
lugar para que la música manase del aparato. Un sofá les dio acomodo para seguir su
tertulia con la variación que el idioma de las manos surgía. Las horas pasaban con
increíble rapidez. Una mirada al reloj de enfrente sugirió una nueva pregunta de
Inés.
- Me gustaría que te quedaras a dormir.
- Quiero que sepas que no haré el amor contigo.
- Ya lo sé. Pero me gusta sentirte a mi lado.
El sueño no hizo aparición en toda la noche pero sí la intensidad del contacto
de los cuerpos desnudos entremezclados.
El sol de la mañana es velado, con multitud de nubes grises que presagian lluvia.
Es sábado. El desayuno comienza a elaborarse mientras es retirada la mesa y el plato
lleno de cera derretida.
- Me gustaría que me escribieras y me cuentes tantas cosas de las que puedo
aprender.
- Creo que aprenderemos los dos, respondió Juan.
- Nada mas abrir la puerta una fuerte lluvia empezó a caer.
- La naturaleza te dice que tienes que quedarte o llegar húmedo a tu destino a
mi no me importa porque suelo abrir más tarde.
Pero la mañana siguió metida en agua. Un beso y un fuerte abrazo fue la
despedida. Tomó la cuesta con fuerza y llegó a la cima donde tantas veces contempló
el ocaso, una mirada de recuerdo y bajada a la casa de la pareja que tantas cosas le
ha facilitado. Las lagrimas surgieron pero también una profunda alegría con lo que
habían conseguido. Entro en la casa ya ocupada por Moisés, otro franco abrazo y
recogida de su bolsa de viaje que coloco en la cesta de la bicicleta que ató al
traspontín. La última parada fue en el taller, las escenas anteriores se repitieron.
67
Moisés a tenido un proceso similar a Juan unos chavales se interesaron en la
fontanería y se han quedado al cargo de su oficio aunque sabe que tendrá que
echarles una mano hasta que se desenvuelvan por si solos, a diferencia con Juan este
tiene cuarenta años. Ha notado el increíble cambio de su vida como le ocurrió a su
maestro. Como él ha aprendido que no tiene que ligarse a nada ni a nadie, con esta
filosofía pocas sectas harían negocio, esta manera de concebir las cosas es la que
desperté la curiosidad de Juan y Moisés, pues no son personas que acatan todo lo que
se dice sin más.
Al tercer día, de su cambio de residencia apareció por el pueblo un turista,
cosa rara a estas alturas de año, eligió este su lugar de destino de vacaciones por
haber tenido una abuela que era su lugar de nacimiento y le interesaba conocer los
orígenes por parte materna. Se alojo en el hostal del pueblo, que, solo, cuenta con
cuatro habitaciones, suficientes para la gente que viene de paso. Se llama Ángel,
nada más llegar decide tomar una ducha pero el propósito es vano pues no sale ni una
gota de agua. Avisa al propietario y este a su vez llama a Moisés pues sus ayudantes
han tenido que ir al pueblo de al lado. En un par de horas se presenta en el hostal con
los útiles de reparación. Le explican la avería y se encamina a la habitación de Ángel.
Tras llamar a la puerta se identifica pero por los útiles que porta es fácil conocer su
intención. Se encaminan al baño y comienzan a hablar mientras va desmontando los
aparatos al final Ángel habla de su transformación personal tras la visita a una
persona llamada Tío Benito. Los ojos de Moisés comienzan a brillar, aun más, y
entonces le habla de Juan, como la avería esta reparada le invita a ir a su casa para
seguir hablando de todo esto que le es tan propio.
- Mira Ángel yo desarrollo la misma labor que el Tío Benito solo hace tres días
que Juan decidió marchar y dejarme al cargo de todo esto.
- Como es posible, no me digas que no es una casualidad.
- Creo que habrás aprendido que no hay casualidades.
- Si, pero a veces resulta difícil no hacerlo así.
- ¿Cómo te han trasmitido los poderes?, ¿Que tipo de ritual habéis seguido?
Si es posible conocerlo. –Pregunta Ángel
La frente de Moisés se alisó para intentar responder esas preguntas.
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- Creó que no has entendido nada, los poderes están dentro de nosotros, solo
es necesario retirar de nuestros ojos esas gafas que nos hacen ver la realidad
de una manera diferente a la de la sencillez y la transmisión de nuestro
sentimiento de amor vence cualquier frontera pudiendo llegar a instalar la
salud en un cuerpo donde se aposento el sentimiento del dolor. Esta es la
magia, el ritual que tu dices.
- Pero eso es muy sencillo. Contestó Ángel.
- Tan fácil o difícil como nosotros queremos que sea. Normalmente las cosas
fáciles las vemos difíciles por creemos que no puede ser tan sencillo todo. Es
un aprendizaje, una practica diaria aplicada a todos los instantes de la vida.
- La verdad es que lo que me comunico aquel hombre lo he llevado a la practica
pero tengo que confesar que solo a veces y tengo que reconocer que esto a
dado cambios en mi vida, llevarlo a la practica a todo debe de ser complicado.
- Tan fácil o difícil como queramos te reiteró. Tu que lo has experimentado te
sugiero que le sigas sintiendo, que nadie te apabulle con palabras bonitas o
conmovedoras lo mas importante es que tu lo sientas, esta es la verdad y lo
importante, lo demás son palabrerías sino lo sientes así serán palabras de un
libro, muy bien en su estantería pero punto.
Angel le contó el motivo de la visita al pueblo así como la necesidad de romper
con su ritmo habitual de trabajo buscando el descanso en un sitio tranquilo.
- ¿Cuantas personas como tú busca una salida a su vida normal sin darse cuenta
que las vacaciones es un numero pequeño de días y luego que?.
- Si es verdad pero es una solución que toma tanta gente que ni siquiera nos
detenemos a reflexionar si es la mas adecuada. Incluso un gran negocio se
mueve en torno a ello.
- Efectivamente todo se tiene que materializar para que sea buena la idea o
iniciativa, sino es que estamos hablando de sueños y los sueños no tienen
ninguna importancia en esta vida de despiertos.
- Realmente es tan fácil dejarte ir, contestó moviendo su cabeza Ángel.
- Si es cierto pero si actuamos así perdemos el control de nuestra propia vida
que es lo más importante para nosotros. Tenemos que ser conscientes de esto.
69
- Como has podido asimilar tantas cosas en tan relativo corto espacio de
tiempo, según me has comentado.
- Una vez que has abierto los ojos te das cuenta de la maravilla de las cosas
que te rodean. Así que Ángel, es difícil que quieras volver a cerrarlos. No es
necesario tener capacidades extrañas, para comprender, sentir y vivir.
- Fíjate cuando fui a ver al Tío Benito se me indico todo esto sin embargo yo vi
como salía de mi problema y me pareció suficiente.
- Claro, pensaste en el remedio pero no en la solución, como tú, es como hemos
obrado casi todas las personas, es el recurso fácil. Yo puedo ayudar a que una
persona que viene a verme con un dolor o problema pues se lo palio y
desaparece el mismo pero si sigue con su actitud el mismo dolor o problema
volverá a aparecer, no somos magos, es como dar una segunda oportunidad, por
eso no aceptamos que la gente se enganche a nosotros.
- Entonces cuando se habla de los grandes iniciados.
- En realidad debería hablarse de los grandes redescubridores, pues no
olvidemos que tenemos, todos, el conocimiento de todo, el mensaje es sencillo
Ángel.
- Creo que haberte conocido me ha clarificado muchas cosas y creo que voy a
ser capaz de entender mucho mejor las cosas.
- Me siento orgulloso de haberte podido ser útil como a las personas que
vengan a verme.
- Por cierto el Tío Benito tenía una caja donde recogía dinero para otras
personas
- En efecto, Juan me enseño a hacerlo y a entregarlo a aquellas personas que
lo necesitan.
- Podrías meter esta cantidad con ese fin.
- Claro, te estamos muy agradecidos, tanto yo como las personas que lo van a
recibir.
Moisés siguió ayudando a las personas que se quedaron con su ex-negocio y le
valió para tener el dinero suficiente para poder vivir.
70
Los dueños de la casa emprendieron un nuevo viaje así que se ocupo de las dos
casas. Sin saber cómo, empezaron a llegar gente con diferentes problemas de los
sitios mas extraños y remotos. Con el mismo entusiasmo atendió a todos los que
requerían de su asistencia.
Un día llegó Inés, le comento los cambios que había tenido en su vida como el
vender el herbolario y de una manera desinteresada trabajar para los demás y de
como la semana pasada recibió una carta sin dirección de Juan contándole lo bien que
se encontraba. Como referencia le indicó que ya la escribiría otro día sin indicar con
precisión nada, por otro lado conocía la evolución de su vida y la felicitaba por la
decisión tomada.
Moisés no subía a ver la puesta de sol pero si gustaba de sentarse en el chopo
que estaba junto a la casa para sentarse a su pie y contemplar las hojas casi siempre
en movimiento. Por eso no coincidía con Inés que si lo seguía haciendo.
Las veces que iba al pueblo era todo un acontecimiento pues le era difícil ir de
un lado a otro sin hablar prácticamente con todo ser viviente que se encontraba.
Medito todo esto y pensó que tenía que ir a otro lugar. Tampoco le costo
porque sus antiguos ayudantes se habían acoplado perfectamente a su profesión, por
otro lado tenía pocas cosas que recoger una mochila y la bolsa de herramientas
fueron su equipaje. Se despidió de la pareja de ancianos y buscó su camino igual que
lo había hecho Benito o Juan. No dio publicidad a su marcha porque sino hubiera
tenido que dar muchas explicaciones. Allí era sobradamente conocido y por ello había
un resquemor a visitarle, todo le empujaba a salir de allí, buscando su propia
creación.
De quien si se despidió profusamente fue de sus ayudantes que habían logrado
un gran nivel de maestría y de confianza en los clientes, tanto de dentro como de
fuera del pueblo.
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NUEVA ETAPA
Moisés tuvo que hacer bastantes paradas pues el camino lo efectuaba a pie, la
bolsa de herramientas y un pesado macuto no dan muchas alegrías, pero si permiten
parar para reflexionar y de paso conocer a alguien. Aunque no conocía a nadie de
donde iba siempre encontraba quien le ofrecía un plato para comer y una cama para
dormir a la vez que siempre había algo para reparar y su bolsa tenía todo lo que le
hace falta. Tras veinte días de viaje creyó encontrar el sitio donde debía residir, su
intuición se confirmo al día siguiente
El rostro enjuto de Moisés y una barba poblada de varios días le da un aspecto
intrigante como el de esa persona que ha perdido todo y esta buscando. En efecto
esto es así, al final del pueblo hay una casa derruida por el efecto de un rayo hace
diez años, pero a pesar del paso del tiempo, no ha sido saqueada. Es acercarse a ella
para notar las energías telúricas que allí emanan. El pensamiento se verbalizó y salió
un “aquí debo de estar”. Habló con los convecinos para interesarse por la casa, no
tardó en encontrar al propietario. Directamente le expreso su interés no por
comprarla sino para vivir en ella. El acuerdo fue que la reconstrucción seria por su
cuenta, él le ayudaría con materiales y a cambio no le cobraría alquiler. La cara de
Moisés se ilumino ha conseguido lo que quería. Lo primero que hace es recorrer el
pueblo para ver donde están los establecimientos y dar un paseo por la alameda que
acompaña al río. Una vieja ermita se divisa en lo alto de la colina de enfrente. Es allí
donde encamina sus pasos, nada más llegar se da cuenta porque existe aquel edificio,
al interesarse sobre ella, descubre que hay muchas leyendas más o menos fabulosas,
un poyo de piedra invita a sentarse y descubrir el norte geográfico, siente que allí ira
muchas veces, a su cabeza viene: la roca de granito de Benito, las puestas de sol,
también, de Juan y ahora será la ermita de Moisés.
La noche la va a hacer entre los escombros de la casa. Retira las viejas vigas
de madera de roble con visibles muestras del paso de los años, las piedras que se
mezclan con las tejas. Tiende su saco y cierra sus ojos diseñando como va a ser su
casa. No le es difícil hacerlo pues sus ideas están muy claras. Sabe lo que necesita y
quiere.
A la mañana siguiente el sol entra sin contemplaciones por el tejado rociando la
cara del inquilino que no tarda en sentir el cosquilleo que el astro le produce.
Una fuente próxima despejara la cara. Nada mas hacerlo realiza un inventario
de las cosas que va a necesitar. Lo siguiente es ir a la casa de Julio para ir a comprar
lo necesario. Toman la furgoneta para ir a la tienda de materiales de construcción
donde obtener los materiales y alquilar las herramientas necesarias.
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Con la ayuda del metro van a encargar las vigas prefabricadas. Calculan el
numero de tejas y las piedras para reconstruir la fachada. Con Silverio, que es un
parado aficionado a ayudar a los demás, en parte por su ocio y en parte por su buen
corazón, no tarda en enterarse de los planes de Moisés. Allí aparece ofreciendo su
ayuda para lo que hiciera falta, evidentemente es muy bien recibido.
Los materiales se van apilando a la entrada de la casa, esto evidentemente, no pasa
desapercibida para los vecinos, acudiendo para interesarse por el nuevo inquilino, las
preguntas del ¿como es él? ¿Qué viene ha hacer aquí? Al ver su aspecto surge la
desconfianza, por ello lo mejor es preguntar a Julio de donde ha venido esta persona.
Julio les responde con lo poco que sabe, lo único es referirse al pacto que han
acordado. Tras muchas preguntas logran averiguar que es fontanero pero ya habrá
tiempo de averiguar que persona se trata.
Unas ropas raídas, una barba poblada y una bicicleta no son una carta de
presentación muy buena para nadie. Son los puntos que juegan en su contra,
referidos a la aceptación de los habitantes de un pueblo, con una tradición hermética
a todo lo que viene de fuera, curioso sentir que se desarrolla también a nivel
personal.
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SILVERIO
La vida de Silverio se resume en la inquietud del joven que ve como queriendo
prosperar tiene que salir de su lugar de residencia, no tiene ningún miedo pues
espera ganarlo todo. Al llegar a la ciudad se encuentra que es un don nadie y empieza
a aceptar trabajos mal pagados y abusivos, tiene que compartir habitación con otros
dos jóvenes, en igual situación, pero en vez de ayudarse, buscan la salida individual.
Por fin logró un trabajo más o menos seguro en una oficina como administrativo.
Aquí el único futuro es hacer horas sin ser cobradas, la gente que acepta logra tener
esa seguridad de empleo. Esto ocurrió un año y otro año pero su situación no mejoró,
así que tiene poco que perder salvo el empleo, claro esta. Son opciones difíciles de
tomar, sobre todo cuando crees ir contracorriente pero Silverio la tomó, con ello
debía volver al pueblo a la casa paterna. Todas las cosas que había rechazado había
que comérselas. Volvió como el fracasado pero en su cabeza una gran seguridad por
haber roto esquemas que tanto le habían atenazado e impedido vivir. Ahora esta
cobrando el subsidio de desempleo esto le da tiempo para pensar su nuevo futuro y
descansar de tanto trabajo acumulado. Conociendo a Moisés tiene la posibilidad de
hacer un trabajo manual diferente al que ha realizado hasta entonces.
- Mira, Silverio, yo no podré pagarte, lo que ves es todo lo que tengo. Yo en mi
pueblo era fontanero, hasta que conocí mi nuevo trabajo, esas son mis
herramientas con las que pienso ganarme la vida, con ellas podré pagar mi
comida, mis útiles, mi ropa, la luz que consuma y el agua que utilice, no necesito
nada más.
- Pero en este pueblo ya tenemos un fontanero, ciertamente a nadie le gusta y
cobra precios abusivos pero en cualquier momento te soluciona el problema.
- Yo no he venido a quitar el trabajo a nadie, hay para todos, por otro lado te
he dicho que no va a ser mi labor fundamental.
- Por que cambiaste tu vida tan radicalmente? –Pregunta Silverio.
-¿Por que lo hiciste tú? Sabedor de la vida que había tenido, pues Julio se la
relato, pregunta Moisés.
- Llevas razón son decisiones que se toman.
- Ya que me vas a ayudar, te contare como quiero distribuir los muros para
hacer las diferentes habitaciones.
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- Es una casa con un acceso a la planta de arriba la uniré mediante una escalera
de caracol, allí pondré mi habitación y sustituiré un buen numero de tejas por
dos ventanas abatibles que dotaran de suficiente claridad a la sala, bajo una
de ellas colocara su cama para sentir las estrellas, el sol, el agua, la nieve y la
noche. – Describe dibujando sobre un gráfico, Moisés.
Silverio se implico tanto como si fuera su casa, en la construcción tuvo que ser
detenido por la prisa que ponía para que se terminase lo antes posible, la calma fue la
enseñanza que aprendió de Moisés. A sentir cada cosa que hacía para poder disfrutar
de ello.
También modifico sus hábitos alimenticios abandonando la carne y el pescado,
sustituyéndolos por una alimentación vegetariana.
Tras la dura jornada se acercaban a la ermita para poder hablar
tranquilamente. Era difícil comprender lo que le contaba Moisés pero la capacidad de
comprensión de Silverio le deja extrañado. Mas de un día ha ido a comer a casa de
sus padres. La reconstrucción total de la casa llevó dos meses. Nada más estar
concluida, comenzó su faceta profesional, a Moisés no le faltaba trabajo pues la
gente estaba un poco harta del fontanero del pueblo. Silverio fue su mejor publicidad
y quien le introdujo para poder conocer a la mayoría de personas que componían el
pueblo.. Comenzó a ser querido y a mostrar confianza, algo bastante extraño para
una persona foránea. Daba seguridad, hace sentirse bien estando hablando con él.
Un día un muchacho con su bicicleta cayó por el terraplén enfrente de la casa
de Moisés. Cuidadosamente le introdujo en su casa para tumbarle en la camilla que
había construido y con una rápida manipulación coloco el hueso fracturado de la
pierna. Le pidió que fuera a su casa y descansara.. Aquella noticia corrió como la
pólvora y ya se especulaba que era un curandero lo cual hizo que unas personas
trataran de alejarse de él, podría ser comprometido dar la amistad a una persona que
utiliza extrañas artes.
Los padres del muchacho fueron a darle las gracias y manifestarle su apoyo
más encendido, no se trataba de cualquier habitante pues el padre es el alcalde,
desde hace quince años, se trata de una persona con gran prestigio y solvencia moral.
Lo que le daba un impulso definitivo a su estancia en el pueblo.
Le realizó muchas preguntas sobre sus poderes sobrenaturales a lo que Moisés
respondía con su modesta forma de ser, explicándole la función que desarrollaría en
el pueblo, de no tener nada extraordinario como mentaba y si grandes dosis de cariño
por todo lo que le rodeaba.
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- Me gustaría ser la primera persona que inaugura la caja del dinero, para
aquellas personas que lo necesiten. Le enseño la casa mostrándole el lugar donde
trabajaría con la gente que acudiera a él, en la estantería una vieja caja de galletas
metálica. Esa es la caja, mostrándola con el dedo índice.
Un lunes llamó a la puerta el cura del pueblo.
- Buenos días podría charlar con usted.
- Adelante esta en su casa, en este hermoso día.
El comentario le bloqueo a don Marcial.
- El motivo de mi visita es preguntarle con que tipo de energías trabaja usted.
- Buena pregunta, yo trabajo con la energía que tenemos cada uno de nosotros,
sin necesidad de hacer un pacto con nadie extraño.
- ¿Pero usted cree en Dios?.
- Por supuesto que sí.
- Y en la iglesia católica.
- Mire aceptó que son una realidad pero yo no necesito, la jerarquía
eclesiástica para poderme desarrollar como persona.
- Entonces hemos terminado, era todo lo que quería saber sobre usted.
- Mire estoy a punto de cenar me gustaría compartir los alimentos con usted,
de esta manera podremos seguir hablando. Si ha tenido la valentía de
acercarse a la casa de este humilde fontanero espero que hablemos para
conocernos mejor y ayudarnos.
- La única ayuda que le ofrezco es que se presente en la iglesia como pecador y
arrepentirse de sus errores.
- Sé donde se encuentra la iglesia y usted conoce mi casa, siempre que
necesite ayuda sepa que esta puerta siempre estará abierta. Si yo la
necesitara espero contar con la suya.
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- Muchas gracias, que Dios quede con usted. Una despedida seca de don
Marcial
A pesar de la tensión vivida la calma y la sonrisa no desapareció del rostro de
Moisés.
Don Marcial comenzó a mover los hilos para desterrar a aquella persona que
había venido a perturbar la paz del pueblo. Pero sus argumentos ya no tenían tanta
validez como antaño. Pero las paradojas de la vida hicieron que Don Marcial cayera en
una profunda depresión, al ver su estado tan lamentable, se dirigió a que Moisés le
ayudara. La puerta siempre estaba abierta así que cedió ante su avance para
encontrarse con quien tanto había faltado. Como con cualquier otra persona realizó
el mismo interés, el mismo empeño en reequilibrar a quien lo necesita.
Ciertamente todo el mundo no se cura pero todos salen mejor que cuando
entraron, les explica él porque de su curación y las pautas a seguir. Igualmente lo
hace con Don Marcial que tenía un verdadero sentimiento de culpa por haber
recurrido a la ayuda de un curandero, hecho que precisamente la religión católica no
aplaude. Pero ya se sabe que cuando uno se encuentra mal busca la solución a sus
problemas en cualquier sitio.
Tras la explicación, el cura salió más tranquilo y lo más importante, sin
sentimiento de culpa ni de haber pactado con el diablo. Vio a Moisés como una
persona preocupado por ayudar a los demás a la vez que lo hace para sí mismo.
Moisés daba una y otra vez vueltas como una persona había cambiado sus
creencias, que son la parte más inamovible de nuestro ser. La respuesta solo la
encontró en la importancia que damos a la salud cuando la perdemos, es solamente en
ese momento cuando la valoramos pues tenemos tiempo para mirarnos a nosotros
mismos.
El pueblo fue testigo del cambio experimentado por el cura, la amabilidad y la
suavidad de los gestos de la cara que dejaba de ser angulosa, la permuta de su
carácter fue objeto de muchas preguntas y por supuesto de muchas respuestas
según el lugar y el momento en que se hacían. Pero nadie descubrió que la respuesta
se hallaba en la visita del nuevo vecino, ni don Marcial ni Moisés descubrieron el
secreto, aunque sí, el cura remitió a personas para que fueran ayudadas por Moisés,
cosa que tampoco paso sin ser notada.
77
Procuraba que su trabajo alimenticio no superara mucho tiempo, no quería
entrar en la dinámica del dinero, su consigna es “solo lo que se necesita” para no
tener que aferrarse a nada. El resto del tiempo lo empleaba en atender a quien se
presentaba y salir al campo o a la ermita, pero los habitantes habían tomado nota de
sus hábitos, haciéndose los encontrados para consultarle cualquier cosa. Otra de las
cosas que aprendió de Juan y a su vez este de Benito es que no permitir que las
personas se queden colgadas o dependientes de él, enseñarles a valerse por sí
mismos.
La Ermita es una construcción del siglo XII que incluso albergaron a unos monjes en
dos naves adosadas a la propia Ermita, hoy se encuentra sin tejado pero con un
proyecto de reconstrucción. No es un sitio donde se vaya a visitar salvo el día de la
fiesta Mayor donde se hace una romería, junto a ella en la parte trasera unas tumbas
escarbadas en piedra, con el tamaño de una persona adulta, que da un origen todavía
más antiguo del enclave, estas acumulan el agua de la lluvia por lo que permiten que
crezca vegetación en su interior. Es precisamente en este lugar donde gusta
sentarse a Moisés, preocupándose por retirar los desperdicios que dejan los
visitantes como si de papeleras se tratase
La alameda junto al río es otro de los destinos de ocio. Aquí la variedad de
arboles hace que sea un camino de identificación de arboles, esto es fruto del
proyecto de un maestro de la localidad muy entusiasta con la flora arbórea, poniendo
mucha atención en plantar dos unidades de cada variedad de árbol, por si alguno
perecía, hoy día se enorgullecen de tener este paseo tan agradable y variado.
Moisés lleno de macetas de plantas su casa. Silverio era en cierta medida
responsable pues colaboró en dar un aire diferente a aquella casa tantos años
olvidada. Su vida cambia desde la llegada de Moisés, sus continuas preguntas y su
mirada al pasado hacen que sus esquemas mentales se modifiquen, no se ha
convertido en una persona agobiada, aunque si ha sido una importante ayuda en la
vida de él, el colaborar con Moisés. Ha aprendido la profesión de fontanero y más
de una vez ha suplido el trabajo que él no puede desempeñar o un trabajo que
requiere de dos personas. Es la primera persona que ha tenido importantes cambios
en su vida desde la llegada de aquella persona extraña, que va dejándolo de ser con
cada día que pasa. No se observan signos ostentatorios y si visitas a personas que lo
necesitan ayudándoles con el dinero que posee, tanto el que dejan las personas que
atiende como del excedente del trabajo que él realiza. Por otro lado no se le ve
consumiendo vino o cerveza en ninguno de los bares del pueblo cosa que llega a
extrañar hasta que se le conoce al hablar con él.
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LA ERMITA
Durante mucho tiempo la Ermita fue dejada al amparo de las inclemencias del
tiempo y si este tiraba tejas o la totalidad de la techumbre, la respuesta es que era
muy vieja no se puso el mismo interés que en la iglesia que se encuentra en el centro
del pueblo, cuando esta se deteriora rápidamente se montan colectas para reparar
los desperfectos, incluso llega alguna ayuda ministerial, pero el edificio ofrecido a un
santo no goza de tanto prestigio a pesar de contar con vestigios tan antiguos como
las tumbas de piedra prehistóricas. Ningún entusiasta dedicado a la investigación ha
reparado a hacer estudios sobre este entorno.
Hay una leyenda negra que habla del suicidio de los cinco monjes que moraban
allí Cosa poco creíble por conocer que el suicidio en la religión católica esta
penalizado y no entra a formar parte de ninguna solución y si hay otra idea de que
cansados de su poder, el conde que regía los destinos de la comarca mando
envenenar las aguas del pozo, razón está que tiene más peso. El caso es que al ser una
historia oscura la gente ha echado sobre ella la manta del silencio, por tanto la del
misterio. Esto contrasta con la llegada de un extraño que sin saber nada comienza a
frecuentar ese sitio, a informarse sobre el mismo y a enseñar a las personas que van
por allí a medir la radioestesia con dos varillas metálicas, que precisamente ha
aprendido de un pastor de la zona. Al aprenderlo lo ha llevado allí para corroborar lo
que él notaba sin necesidad de nada, pero así podía enseñar a otros lo que no son
capaces de aprender por ellos mismos.
Silverio pronto aprendió la técnica y comenzó a desarrollara para aplicarla en
mas campos, incluido el de la medicina. Quedaba claro que siempre surge una persona
dispuesta a seguir la iniciación. Silverio no solo le ayudaba en el trabajo sino que
comenzó a poner las manos llenándose de su propia fuerza interior aunque no le fue
fácil pues tiene que vencer su orgullo que desplaza su modestia.
El pueblo fue cogiendo un aire turístico donde la gente viene a ver cosas que
los lugareños no han dado ninguna importancia.
Una tarde dirigiéndose a la Ermita Moisés y Silverio iban en animada
conversación comentando los cambios que habían observado en el pueblo y en ellos
mismos. Llegaron a la roca-tumba donde solían sentarse.
- Mira Silverio creó que ha llegado el momento que te hagas cargo de la labor
que yo realizo.
Un sudor frío recorrió el cuerpo de Silverio y hasta un pequeño temblor en la pierna
derecha.
79
- Pero yo no estoy preparado, tengo muchas dudas.
- Crees que quien toma una bicicleta por primera vez no hecha en falta la mano
que sujeta su sillín para no caerse, que le sostiene en su aprendizaje. Para el
siguiente día no sentir en falta esa seguridad
- - Tú has visto como he tratado a las personas que a mi se me han acercado. Tu
has sentido con tus manos la energía que emana de cada cuerpo. Tú eres apto.
Estas preparado para la labor que tienes que desempeñar. Yo buscare el sitio que
tengo que ir.
- Pero tú has creado todo esto, no lo puedes abandonar.
- En efecto yo he imaginado como quería todo esto y unas personas como tú,
como Julio me habéis ayudado a que esto fuera posible, ahora sé que tengo que
partir hacía otro sitio, este es el tuyo.
- Pero en mí no confiaran, sabes que me conocen de toda la vida. –Cuestiona
Silverio.
- Tu no debes preocuparte por los que no crean en tu valía y sí en los que
necesitan de tu labor, comprende la importancia de estos, cuando yo llegue era un
vagabundo, ¿Quién me iba a creer, nada?
La argumentación duró el resto de la tarde y con cada pregunta venía una
reafirmación de seguridad para Silverio.
- - La verdad es que siento la seguridad al hablar con cualquier persona que lo
necesite, es como si fluyera espontáneamente de mí.
- - Silverio así nos ocurre a todos.
- - Hacía donde iras.
- - Cuando llegué aquí nada sabía del lugar al que iba, ahora es lo mismo,
evidentemente me voy con más equipaje, pues espiritualmente me voy más rico y
lleno, se que esta labor la dejó en una gran persona que confió en mí desde el
principio.
Moisés encamina sus pasos a la casa de Julio para darle cuenta de su decisión,
mientras Silverio le sigue unos pasos atrás. Llamó al timbre y un abrazo fue el saludo
de bienvenida, les hizo pasar y les acomodo en las sillas de la mesa del salón. Su
sorpresa fue grande al oír la decisión de Moisés, intentando convencerle para que no
lo hiciera, pero los argumentos que mostraba eran claros para entenderlos, por otro
lado ofertaba la posibilidad que Silverio siga en las mismas condiciones suyas.
- Por supuesto, Silverio puede disfrutar de la casa y me hace sentir un poco mejor
pues sé que es para ayudar a otras personas, no me hace falta el dinero que podía
sacar alquilándola a alguien.
- Una vez más te quiero dar las gracias por todo lo que has hecho por mí.
Otro abrazo sella esta amistad, a la vez que le pregunta ¿cuando será el suceso?
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- - Será mañana mismo, solo faltaba el tramite de decírtelo. Preferiría que no
lo divulgaras pues sino tendría que despedirme de mucha gente y seguro que de
alguien me olvidaría, así será más fácil para todos. Por supuesto la pregunta
¿hacía donde iría? no falto y la respuesta de rigor, tampoco.
La noche la pasaron en vela con muchas preguntas y con grandes ilusiones en las dos
caras, dos nuevos retos se ofrecían, en sentidos diferentes pero en iguales formas.
Justo con el canto del gallo recogió las herramientas, las ropas e igual que llegó, con
el mismo equipaje, dio un fuerte abrazo a su amigo Silverio y tomo el camino de salida
del pueblo, pero fue en la misma salida que se encontró con don Marcial. Al verle tan
cargado la pregunta fue la normal.
- ¿Te vas del pueblo?
- Si así es, pero no por nada sino que mi etapa aquí se ha cumplido, respecto a la
pregunta que te surge en la cabeza es que no sé a donde iré, adelantándose.
- Pero creo que tienes que seguir ayudándonos.
- Si nosotros seguimos poniendo la venda y no la retiramos nunca, la herida nunca
cicatrizara perfectamente necesita la ayuda del aire, del sol, Así que por ello
creo que debo ir a otro sitio, por otro lado no estáis solos tenéis la ayuda de Dios
y la fisica de Silverio –Responde Moisés.
- Llevas razón, a veces nos seguimos aferrando a cosas materiales y tangibles, Me
gustaría que te llevaras este abrazo mío y el agradecimiento por los cambios que
has realizado sobre mí.
- Gracias a todos por haber enseñado tantas cosas.
La primera parada la hizo en un viejo molino donde “curiosamente” hacía falta la
labor de un fontanero, pues estaban restaurando el edificio y la persona que tenía
que venir se puso enferma, por lo que la obra estaba empantanada, los albañiles y
electricistas no podían funcionar hasta que estuvieran realizadas las acometidas.
Los propietarios al verle llegar con su bolsa de fontanero creyeron ver al salvador, lo
extraño es que venía sin coche y casi con la maleta al hombro, cosa que creo un cierto
recelo.
Durante un mes realizó las diferentes tareas de aquella zona pero si dio cuenta que
allí no era el sitio donde quedarse. Tras recibir el dinero acordado, abono la factura
de la pensión donde había comido y dormido, para tomar sus útiles y emprender la
marcha hacía el camino que salé del pueblo a mano izquierda donde las casas dejan de
aparecer y el manto boscoso de los pinos hace su aparición.
El camino le lleva a una ciudad de tamaño medio, la idea le horroriza pero según entra
en ella sabe que su destino esta allí. Así que pregunta por una pensión a la primera
persona que ve, conoce que esta persona le llevara al sitio adecuado y a la persona
que le va a ayudar para poder desarrollar su tarea.
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EL ESLABÓN
El eslabón es esa pieza metálica que compone una cadena, con la importancia de
ser parte de ella pero también de limitados movimientos. Andoni se siente de esta
manera. Su trabajo es en una cadena de galletera, su trabajo varia según las galletas
que se elaboren pero con uno o otro formato es rutinaria su labor. Con la salida del
trabajo la cosa no mejora es como seguir el mismo ritmo. Una y otra vez analiza su
vida y siempre llega al mismo sitio.
Conoció a una mujer con la que tras un año de relaciones decidieron casarse.
Arantxa refugio toda su vitalidad encerrándose en casa, ya no le gustaba salir fuera
con sus amigas-os. Su relación laboral con el mundo del trabajo se aborto con la boda.
Ambos sobrevivían uno en su trabajo y otra en las tareas del hogar.
Un día Arantxa marchó a la compra en el escaparate de una tienda existía un
espejo circular, al pasar delante de él se miró y contempló un rostro que no le
satisfacía. Apretó el paso para llegar pronto a casa y poder observarse en el de su
habitación. La imagen que encontró fue la misma. Se sentó en la butaca del salón que
siempre suele ocupar y espero la llegada de Andoni.
Tras un par de horas Andoni regreso, se dirigió hacía ella con un beso
rutinario, conecto la televisión y se derrumbo sobre el otro sillón. Arantxa se
levanto como un resorte para apagar el aparato. Los ojos de Andoni no entendían que
estaba sucediendo.
- Mira Andoni he comprendido que con la vida que estamos llevando nos
estamos destruyendo.
- ¿Que te hace pensar semejante cosa?.
- Hoy según pasaba delante de un escaparate he visto mi rostro reflejado en
un espejo.
- Y que tiene de extraordinario ese hecho.
Las palabras de Arantxa se aceleraron para que no hubiera lugar para otra
interrupción.
El rostro de mi cara no me gustaba. Eso ocurre porque estamos llevando una
vida que no nos gusta, para suerte o desgracia, solo tenemos esta. Así que he pensado
que tenemos que dar un giro a nuestras vidas, para que, lo que hagamos, sea de
nuestra satisfacción.
82
- Para, para que me estas implicando sin consultarme si estoy de acuerdo con
tu planteamiento.
- Es verdad pero analiza lo que has hecho desde que has entrado en casa.
- Si lo veo pero que esperas después de siete horas y media mas los
diferentes tiempos de transporte para ir y venir del trabajo, me siento
cansado por ello me apetece abstraerme viendo un rato la televisión.
Arantxa fue a la habitación para coger un espejo.
- Por favor quiero que te observes en el espejo y me digas que ves.
- Qué tontería de juego es este, pues que voy a ver a Andoni.
- ¿Cómo ves a ese hombre reflejado?
- Pues como le voy a ver, cansado de una jornada laboral cualquiera.
- A parte de eso ¿Cómo recibes esa imagen: de desagrado, rechazo,
conformidad, ..?
- Mira quien aparece, soy tal y como soy yo.
- Y nada mas.
- Mira me estoy cansando de este juego.
- Llevas razón esta es una decisión personal. Si te diré que yo voy a cambiar.
No me pidas que siga haciendo lo mismo porque no estoy dispuesta.
- No entiendo nada. No sé que mosca te ha picado hoy pero te veo turbada así
que no puede ser nada bueno.
- En toda la noche logro conciliar el sueño pero con la mañana las ideas estaban
claras y seguras.
- Buenos días Arantxa se te ha pasado la picadura de anoche.
- Una cara sonriente devuelve los buenos idas. Unos ojos hinchados son reflejo
de su noche en vela. Andoni ni ha sentido las vueltas en la cama ni observado su
cara
Aquellas cosas que decía Arantxa eran difíciles de entender pero no quedaban
en saco roto.
Andoni observa los cambios que su mujer va teniendo, hasta que sintió que él
debería hacer algo por el estilo. Arantxa explicó, pacientemente, los pasos que había
dado, mientras le sugería los que podía dar.
En sus vidas no surgieron cambios importantes pero si en cuanto a comprender
las cosas de otra manera. De esta manera consiguieron que trabajos u ocupaciones
que pueden parecer rutinarios sean de un gran enriquecimiento y creatividad.
El eslabón iba modificándose a creatividad, serian parte de una cadena pero
con diferencias en que son parte activa creadora.
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EL JARDÍN
Esta isla verde subsiste desde hace doscientos años. Espacio codiciado por
inmobiliarias pues esta en el centro de la gran metrópoli. Respetada al ser parte de
un palacio y sería demasiado atentado paisajístico el meter bloques de hormigón en
su entorno. Tiene la particularidad de que al introducirse en él, los arboles, que son
bastante frondosos, formen una pantalla que impide los ruidos producidos por la
continua circulación de vehículos que pasan a escasos metros.
Refugio de ociosos, madres o padres con niños pequeños que casi siempre
están en los alrededores del estanque donde pueden contemplar los orgullosos y
rollizos patos. Pero es por la tarde, casi a ultima hora, cuando los paseantes cambian
y lo hacen por parejas preocupadas por conocerse un poco mejor.
Desde hace veinte días hay una persona que con pinta de pordiosero espera
que abran el jardín para ir a un banco del interior cerca de un anciano Tejo. No
mendiga solo esta la mayor parte del tiempo allí, una mochila es todo su bagaje, no es
una persona sucia pero elige estar allí el mayor tiempo posible, incluso hace sus
necesidades y come en el entorno de ese banco.
La puerta de entrada se abre a las diez de la mañana, pero hoy este personaje
no esta esperando entrar. A lo lejos se le ve llegar casi corriendo. Ha pasado media
hora desde la apertura y ya el guarda encargado de abrir la puerta le había echado
en falta como así se lo hizo saber.
Nadie conoce su nombre no cruza palabras con nadie, no se le puede prohibir el
paso porque no mendiga, no hace mal a nadie. Siendo su función mas contemplativa
que otra cosa.
Los paseantes habituales lo toman como una parte mas del parque. Los
jardineros ya no tienen que pedir que se retire porque van a pasar la manga de riego
porque el levanta su mochila y espera a ver terminada su función para volver a su
banco.
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Pero hoy ha llegado tarde alguien se ha adelantado, un extranjero ha ocupado
su banco tiene sus piernas extendidas su sombrero sobre los ojos y las manos unidas
sobre la pelvis. Como si se revolviera de rabia, se culpa por haberse entretenido
mirando a unos gorriones que revoloteaban junto al cercano río. con su cabeza
abatida desanda el camino que hace escasos minutos le dio el acceso al parque. Su
figura nunca se vio mas, el banco aparece siempre vacío como guardando el lugar de
alguien que lo ocupo, no durante muchos días pero si con tanta intensidad que es
difícil que nadie viva las mismas cosas. Allí se han sentado muchas personas,
pajarillos han rebuscado restos de comida. También ha llovido pero su figura, a pesar
del poco tiempo, se hizo parte del parque.
86
EL RAYO DE LUZ VERDE
Emanaba desde cualquier sitio en el interior de la cueva. Esta luz daba un color
agradable a pesar de estar en el interior húmedo. Es como si se pasa una cortina: de
pronto un acontecimiento tan suntuoso se abre a nuestros ojos, es necesario
frotarlos para sentir que no estas dormido, que lo que aquí ocurre es real. El vello
del cuerpo se eriza con el contacto que la energía que emana la cueva. Tu cuerpo se
llena de esa luz verde. Te sientes seguro y poderoso en contraposición de la entrada,
temerosa y llena de dudas, en la polvorienta entrada, donde el color anaranjado te
dice la composición del mineral reinante.
No se sabe porque has llegado allí, te has acompañado de una linterna y un mar
de dudas. Sabes que tienes que entrar al interior. Algo te ha dicho de la existencia
de aquel lugar, tan poco transitado por lo inhóspito de paisaje y clima tan extremo.
Tras subir entre unas rocas se llega a la entrada de la cueva. Ya tienes que
hacerlo agachado en dos metros te puedes poner de pie, pero apenas un metro mas,
como una antesala, el techo vuelve a hacerse pequeño. Aquí la linterna da su luz pues
hay que andar en cuclillas para en otro metro de terreno tener que arrastrarte y
notar un montón de situaciones que pasan por la cabeza. Si me quedo aquí aprisionado
sin poder salir ni para adelante ni para atrás. Además nadie sabe de mi venida a este
sitio. Tienes necesidad de recular para salir pero hay algo que te empuja a seguir y
no pensar si la linterna falla o se queda sin pilas. Los pelos de tu cabeza recogen el
polvo de la arena tras haberse vuelto una y otra vez intentando no perder de vista la
entrada de la cueva. Por fin puedes recuperar tu postura erguida una gran sensación
de triunfo de haber vencido a tus fantasmas internos, aunque siempre queda el
pensamiento de que hay que volver. La linterna ilumina rompiendo la oscuridad, hacía
el interior, es un pasillo que te invita a seguirle. Hasta que llegas a un sitio que la
linterna se apaga y piensas que era uno de los temores que tenias. Es entonces
cuando comienzas a sentir y ver la luz verde. Como un paraíso donde estaba la cortina
de la oscuridad.
Los miedos temores dejan el paso al imperio de los sentidos, donde cada uno de ellos
actúa como un motor importantísimo de percepción. Hay un olor, un sabor, un tacto,
un sonido, una visión y hasta un gusto peculiar. Por otro lado hay una sensación de paz
de bienestar.
La conciencia del tiempo se pierde no se cuanto tiempo he estado allí pero se
que tengo que volver. Comienzo a desandar el recorrido y la luz de mi linterna vuelve
a iluminarse.
87
No tardo en llegar a la salida, no he notado el agobio del túnel por el que
apenas cabe el cuerpo, ni el polvillo de la tierra arcillosa adherido a mi cabeza. Se
que he salido y debo regresar al hogar. La nube sigue en mi cabeza. Como un
autómata me dirijo a la parada de autobuses que me llevara a la ciudad. A pesar de
tener su partida cada tres horas, allí esta esperando para iniciar su salida.
Sin sentir quien esta a tu lado ni observar el paisaje, llegó a la parada final.
Voy dando un paseo para llegar a casa. Tras un giro de llave la puerta cede,
directamente voy al sofá donde tantas veces me he sentado para poder reflexionar
todo lo que ha sucedido en la cueva de la luz verde. Pero un sueño me abandona de
pensamientos y no me hace falta ir a la cama.
Con la llegada de la mañana se hace necesario realizar unos estiramientos y
tomar una ducha. Un desayuno frugal me lleva al ida anterior. Hoy es Domingo así que
dedicare mi día libre a volver a la cueva.
Cojo el autobús para tener el mismo destino que ayer. Hay un grupo de jóvenes
muy bulliciosos que hacen el viaje mas animado. Desciendo en el pueblo serrano y
encamino mis pasos hacía el camino de subida a la derecha. Pero sigo subiendo y no
aparece la cueva. ¿Quizás será mas arriba?. Tampoco. Seguro que debe estar mas
abajo y no me he dado cuenta, estará mas abajo. El camino lo subo y bajo hasta
quince veces. Allí no hay ninguna cueva.
Hasta recorrí el camino de la izquierda que va un pueblo lleno de vidas, sin
lomas o montañas.
He tenido que equivocarme de pueblo, pero la memoria esta muy fresca,
sucedió ayer.
El regreso a casa fue lleno de incertidumbre. ¿Estaré perdiendo la memoria?.
Me siento en mi sillón y entonces comprendo lo que ha sucedido.
El viaje y las sensaciones las he vivido pero dentro de mi mente. He podido
comprender cosas que se me hacen inteligibles y lo había logrado yo solo.
La cueva de la luz verde existe dentro de cada uno de nosotros, no nos hace
falta ni avión ni autobús para llegar a algo que tenemos mucho mas cerca. Que fácil y
tan difícil a la vez.

ANÍBAL
Nunca estuvo de acuerdo con su nombre. Pensaba que era desfasado y cruel.
Por otro lado estaba harto que al solicitarle el nombre todo el mundo forzara una
sonrisa. Solo se reconfortaba cuando alguien tenía un nombre mas extraño que el
suyo como cuando se encontró con su amigo Fabriano y salían juntos a cualquier lado,
la gente seguía reparando en sus nombres. En el caso de su amigo no había problemas
pues le llamaban Fabri que hasta resultaba cómico el llamarle, pero a él como
diminituzarle, Ani era nombre de chica y por tanto no venía al caso. La solución fue
llamarle Bal, como el valle pero con “B”.
No se sabe muy bien si fue por su nombre o que mosca le había picado pero su
carácter es bastante avinagrado y nada dispuesto a las bromas lo que le hacía mas
huraño con la gente y por ello mas solitario. Fabri era todo lo contrario pero a pesar
de ello era el único que le entendía eso si cuando estaba con él su carácter se
cambiaba como un camaleón adaptándose totalmente al suyo. Pero todo termina y
hasta la amistad con Bal fue deteriorándose hasta caer en el olvido eran más cosas
las que les separaban que las que les unían.
Bal cayó en una profunda depresión, sí ya era arisco con la gente, el hecho de
haber perdido la amistad le hacía mas huraño, la calle la pisaba para las cosas
necesarias para poder subsistir y ni una mas. Comida era poca y sin complicaciones
gastronómicas pues la comida preparada y los bocadillos eran todo el abanico
culinario. El único extra son las botellas se vino de mesa que moldeaban su carácter
en más arisco y avinagrado.
Una mañana el timbre de su casa sonó, cosa verdaderamente extraña, todo el
mundo sabía como es y por tanto le rehuía. Una preciosa mujer rubia se atrevía a
importunar su destierro. Tras arrastrar la desgana se dirigió a abrir la puerta para
dar buena cuenta de la intromisión.
- Buenos días señor, seria tan amable de ayudarme en la confección de una
encuesta. Los ojos de Bal no podían separarse de los ojos azules claros, no fue
capaz de negarse.
- Si es deprisa, adelante. La puerta se abrió de par en par. La condujo al
comedor donde una mesa con dos sillas ocupaban el centro de la habitación.
Una atmósfera con olor a cerrado un vaso con la botella de vino eran el único
orden que existía.
Retiró el vaso y la botella para que la carpeta fuera colocada.
89
- Muchas gracias por colaborar con mi trabajo, le explicare que son preguntas para
saber el habito de las personas.
Bal no podía retirar sus ojos de los suyos, en un impulso protector sacó su
carácter exigiendo brevedad.
La encuesta duro unos diez minutos. Bal la confesó que no sabía como la había
atendido pues no suele hablar con nadie y este precisamente es él único que visita su
casa.
- Mi nombre es Esther, yo te he pedido ayuda y tu me la has dado, ahora lo
justo es que yo pueda hacer lo mismo por ti.
- Mi nombre es Aníbal pero me llamaban Bal por tener un nombre tan feo y me
gustaría que me dijeras porque presupones que tengo algún problema.
- Yo no soy adivina pero tu me lo has dicho, por ello cuenta con mi ayuda.
Como una catarata comenzó a contar lo que le sucedía y el aislamiento que
tenía.
- Me das permiso para ayudarte.
- Claro lo tienes, nunca pense que alguien pudiera ayudarme.
- De acuerdo comencemos.
- Se levantó y fue hacía las ventanas para que el claro sol inundara la penumbra y el
aire viciado dejara paso al limpio de la mañana. El siguiente paso fue hacer lo
mismo con el resto de las habitaciones. Bal la seguía sin entender nada. Al
llegar a la cocina vacío las botellas de vino en el fregadero y comenzó a fregar
los cacharros mientras pedía que fuera barriendo la casa. Hizo un rápido
inventario de las cosas que se necesitaban y le dijo que tendrían que bajar a
comprar.
- Mira Bal los cambios hay que hacerlos hasta en aquellas cosas que para
nosotros no tienen importancia. Unos ojos luminosos y una energía grande
convencen a cualquiera incluso a Bal. Esther no paraba de hablar de las cosas a
hacer. En el mercado su presencia no paso desapercibida al acompañar a
personaje tan huraño.
- Ahora compraremos algo para comer pero no de esa retahíla de botes
preparados, haremos nosotros la comida.
90
- Como quieras Esther la verdad es que me tienes sin palabras nunca me había
dejado conducir por nadie refiriéndome a mis acciones.
- Pero eso es fruto del pasado y este no existe salvo que lo estemos
recordando continuamente, entonces dejamos de ver el presente que es el
único que existe.
La comida y las reflexiones duraron hasta las once de la noche. Entonces llegó
la hora de la despedida. Hizo la intención de levantarse pero en ese instante le entró,
a Bal, una sensación de vacío y así se lo hizo ver.
- Mira Bal tu tienes la arena, el cemento, los ladrillos, la manera de construir
ahora eres tu y solamente tu los que tienes que levantar tu propia casa, de tal
manera que ponte manos a la obra.
Un beso y una palmada de adelante quedó en el cuerpo de Ba
TOMAS
Tomás va todos los días a la playa, una playa compuesta de minúsculas rocas
apiladas al antojo del agua y el viento. Hoy no tiene por qué cambiar sus hábitos y lo
hace en un extremo de la curvatura. Camina como buscando las huellas que dejó ayer,
cientos de veces abatidas por el mar, siempre coronado, en su cresta, por una nubecilla
blanca de espuma en su llegada a la orilla, y con su mismo ritmo incesante, tanto en sus
momentos de subida como en los de bajada, a las normas de una luna no siempre
aparente.
Con su caminar él consulta una serie de inquietudes, como si de un confesor se
tratara. El agua batiente le sabe aconsejar, en un diálogo sordo pero lleno de palabras.
El siempre dice que hay que saber observar para entender lo que el mar dice.
A veces marcha con una mente despejada, y es entonces cuando el mar le cuenta
sus secretos, que son millones.
Tomás nunca se ha atrevido a adentrarse en su seno, sabe que no tiene la
suficiente confianza en tierra como para introducirse dentro. En sus paseos nunca se
encuentra con alguien, salvo con esas gaviotas que se disputan cualquier cosa.
Cuenta su experiencia a sus amigos, normalmente se burlan de él, no pueden
entenderlo pues muestran oídos sordos sin una apertura real. A pesar de ello es
querido, sabe ser el amigo fiel, en quien confiar y esperar un consejo.
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PABLO
Andando, andando el camino se fue realizando, o al menos eso se pensó Pablo. Era
una mañana un tanto difusa en cuanto a la luz y a la temperatura. Esos días raros en que
todo está turbio, en Pablo al menos así era.
Salió caminando por el cercano campo con dirección incierta pensando que el aire
y el paisaje le disiparían de su cocción cerebral. La hierba aun estaba húmeda, las gotas
aun pendían de las ramas. El frescor podía ser suficiente para apaciguar esa cabeza tan
caliente.
Pablo sabía que eran muchos problemas. En un momento detuvo su paseo, fijó su
vista en un caracol que parsimoniosamente subía a una planta, se agachó y siguió
observándolo, no le importó el tiempo que allí llevaba, pero el tiempo sí se había
grabado en su reloj, por la mirada de soslayo que le echó. Comprendió que las cosas
eran mucho más simples, que lo complicamos mucho más de lo que son.
Tornó con la cabeza mucho más despejada, notó hasta que hacía mejor
temperatura, que la luz no era mortecina. El caracol había sido el artífice del milagro
de entender la vida de otra manera, más rica, más viva, más radiante.
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LUCAS
Lucas, el pequeño Lucas, no llegaba a ser regordete pero tampoco le faltaban
kilos en su menudo cuerpo. Siempre vestido con unas americanas de tipo grisáceo y
pantalones a juego. Cara surcada por múltiples arrugas que forman altiplanos, con
vegetación barberil, que nunca llegaba a ser poblada, pero sí la típica de tres o cuatro
días. No llegaba a ser descuidado pero sí tiene un afán bohemio. Fuma cigarrillos negros
que en su boca se hacen eternos, ello ha dejado en sus dientes una huella amarillenta,
que, unido, a sus irregulares dientes le dan una apariencia extrañamente repulsiva.
Suele acudir por las mañanas a un bar que se encuentra cerca de su casa, tan
pronto como el sol hace su aparición. No hace falta que pida su café pues Nicolás ya se
lo sirve, son muchos los años de saber uno del otro. Lucas ha matado su soledad con
muchas horas de estancia en el local. Su casa es pequeña en consonancia a su talla. Es
de un casero quince años mayor que él, es decir en torno a los setenta y cinco años.
Lucas tuvo una jubilación anticipada hace dos años, era un obrero de una cadena
de montaje. Este trabajo le embruteció algo más. Su jubilación no fue tormentosa pero
si le redujo algunas expectativas que él se había formado de su futuro. No supo
asimilar todo ese tiempo del que ahora disponía pues no tenía aficiones, ni
apasionamiento por la lectura. Adaptó los que la sociedad le iba dando "fútbol, ciclismo,
toros..." es decir el ritmo que la televisión le marcaba. Las tertulias se dirigían en torno
a esos temas, hay discute y se da su opinión.
Tras la comida que hace en el mismo bar de Nicolás se organiza una partida al
mus con cuatro fijos en torno a la mesa redonda de pseudo- mármol. Es en este
momento donde sale lo peor de cada uno: insultos, malas caras, tensión en una palabra
de no estar a gusto consigo mismo. Lucas es bastante parecido a los jugadores de
cartas y hasta de los clientes del bar de Nicolás.
Diferentes personas pero iguales vidas. Lucas en el fondo es pequeño pero no de
estatura, que si lo es, sino de no haber crecido espiritualmente. Mientras va viendo
como pasa el tiempo sin sentirse actor. El alcohol va tapando la sed de inquietudes y el
tabaco volatiliza sus ilusiones.
Realmente es un lugar de reunión de soledades encontradas que no forman
grupo pero si este fallara sería como el gran abismo de una soledad enfermiza.
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LA ESTACIÓN
Cuando llega el ferrocarril la estación se llena de gente.
El techo aún tiene muestras de humo de los antiguos trenes. Las paredes tienen
grandes ventanales, de un cristal translúcido pues nadie se había ocupado de limpiarlos.
La pintura blanca no destaca del conjunto. Porque ese tono desapareció hace muchos
años.
Una llamada por la megafonía hace levantar a las personas que esperan la llegada,
hace ponerles nerviosos. Se apuran las últimas consumiciones en la cafetería y ya los
paseos no son tan largos ni tan distanciados.
Por fin la imagen y el sonido se ponen en consonancia. Un silbido y la majestuosa
cabalgata de vagones se hacen ver en la última curva. Hoy es martes y todo sería igual
si no viniera alguien muy especial.
El reloj marca las siete de la tarde, el sol hace tiempo emprendió su huida,
estamos en invierno y los días siguen siendo cortos.
Con un ruido infernal y un enorme chirrido de frenos el convoy se detiene.
Uniformemente las puertas se abren y con el una pequeña avalancha de gente en pos de
los que lentamente descienden. Bolsas y maletas van llenando el anden, abrazos,
apretones de manos, caras sonrientes. Cuellos que se alzan buscando al motivo de su
estancia en la estación.
Poco a poco la estación se va quedando desierta y el tren reinician su marcha
hacía la siguiente estación.
Pero allí no bajó la persona esperada. Frustración y una cara baja es el resumen
de mi persona. Buscó la puerta de salida mientras puedo observar a los últimos
remolones que intentan contar todo lo que les ha pasado en unos minutos. Revisó,
incrédulo el panel del vestíbulo por sí el tren no era el que yo esperaba, pero la solución
ya la sabía y lo único era una confirmación a lo que no quería creer. La duda me surge no
me acordé del día que me dijo o quizá si fue por la mañana cuando me dijo.
Si la noche era negra a mí me parece mucho más, siento mas el aire, pero la
cabeza esta embutida. Doy tantas vueltas que llegó a la conclusión que quizá venga en
autobús.
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Corro hacía la estación de autobuses, apenas cuatrocientos metros, que me
parecen muchos más. Mas que entrar choco contra la puerta, que ante mi impulso cede.
El vestíbulo no es mucho más bonito que el de la otra estación. A la izquierda un
mugriento bar que invita a no tomar nada. Enfrente el panel informativo donde anuncia
llegadas y salidas. Reviso con rapidez los destinos, allí estaba uno que había venido una
hora antes. La carrera no ha terminado y para hacerlo más raudo tomo un taxi, que
formado esperaba nuevos clientes, el conductor esta charlando con los otros
compañeros, nota mi impaciencia y rápidamente toma el volante el destino es mi casa,
quizá este allí esperando.
No pasan ni cinco minutos y ya se avista mi destino. Pagó y subo, algún escalón se
quiere trabar pero llegó por fin a la puerta, allí no hay nadie. La llave deja paso al
interior, me derrumbo en un sofá y sigo dando vueltas.
Voy a poner música para ver si el compás acompaña a ordenar mi cabeza, son
notas tranquilas mientras miró a través de la ventana. De repente el sonido del timbre
interrumpe la canción, quedó paralizado.
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EL PINTOR
Una vez mas su nombre aparecía en los periódicos y revistas. Es un pintor de
gran renombre, sus creaciones suelen alcanzar precios astronómicos.
Tiene una larga melena rubio-blanquecina que no le llega a ocultar su mas que
incipiente coronilla. Su aspecto le hace aparecer como una persona mayor que su edad
cronológica, cuarenta años. Casado con un hijo único de nombre tan original como él
mismo, Andrés. Tiene cuatro años y es una verdadera lagartija, inquieto y vivaz. El
padre esta enfrascado en una obra estrella, que ya tiene destino: el palacio de
gobierno. Esta interesado en echar el resto. En la habitación que ha dedicado a taller
en su vivienda, pasa muchas horas, enfrentado al trabajo que tiene.
El pequeño Andrés también es muy desordenado, dejando cualquier cosa en
cualquier sitio. Esto le ocurrió con un dibujo que llevaba varios días coloreando junto
con sus pinturas. Andrés salió de su centro y encontró la escena. Pensó en darle una
lección, cogió las pinturas las recogió y el dibujo lo hizo trizas tirándolo a la basura, se
encontraba bastante tensionado y esto hizo saltar la chispa. Por la tarde el pequeño
Andrés preguntó a su madre por su dibujo un encogimiento de hombros fue toda
respuesta. Buscó a su padre y le hizo la misma pregunta. Andrés le regaño por su
conducta y le indicó el destino de su trabajo. El pequeño estaba muy enfadado y decidió
dar una respuesta. Entró en la habitación de su padre y rompió el cuadro que estaba
realizando. Era su pequeña revancha, su trabajo era tan importante como el de su
padre, así lo pensaba.
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JULIA
Julia es una mujer en la que la vida a dejado profundos surcos en su cara, como si
una larga sequía se hubiera apoderado de su rostro. Mas que vestidos lleva trapos pues
es ropa desechada de algún armario, depositado en el contenedor de basura y
rescatado por las manos de Julia. La suciedad ha ido aumentando el grosor y el peso de
ellas.
Vive cerca de la gran urbe, pero lo suficientemente lejos como para tener dos
gallinas, que la ofrecen huevos frescos. Algo que su alimentación carece: el alimento
fresco.
Su vivienda es ridícula, se asemeja a un castillo de naipes, elaborada con
cartones y plásticos, con unos hierros que hacen la función de vigas y pilares. Edificada
en un solar de un edificio que nunca llego a levantarse pero que si quedó cercado por
una valla de ladrillo que da una cierta tranquilidad de las miradas de las calles
circundantes. La puerta de entrada del recinto en un tiempo fue de madera pero los
golpes y una fogata terminaron con ella, así hoy es un espacio abierto a juegos de niños,
evacuatorios de vejigas e inconfesables mercados. Todo el barrio tiene a Julia como
una vecina mas del barrio, se la deja vivir. Las gallinas están en un pequeño cercado
elaborado con unas viejas mallas de alambre ampliadas con redes procedentes de
contener cebollas que llega a figurar la imagen de un corral.
Frente al solar una fuente publica, de esas que ya no quedan y abastecían de agua
a los hogares que no tenían conectada la red de agua corriente. Allí Julia hace la colada
y toma agua para sus comidas.
Hace dos años unos borrachos quemaron la chabola de Julia con lo poco que tenía
guardado. La noticia corrió como la pólvora entre el vecindario y hasta hubo una
cuestación para ayudarla pero esta fue tan escasa que apenas reunió las cosas que
tenía, pero eso sí, eran mas nuevas y hasta la dotaron de un hornillo a gas para
elaborar sus comidas.
El verano era pasable, pero con la llegada del otoño, con sus lluvias y su frío
hacían la vida de Julia poco apetecible.
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Rondaba el mes de Febrero y en una noche estrellada ocurrió algo novedoso: un
temblor de tierra hizo estremecer a la gran ciudad, asustados todas las personas
salieron con todo aquello de valor que tenían en las casas ante el temor de un derrumbe.
Curiosamente la calle se llenó de objetos y artilugios. Como si todos se hubieran puesto
de acuerdo para rescatar lo que de valor tenían en sus casas. Sillas, mesas, lámparas,
camas, cuadros, vestidos, electrodomésticos en fin todo lo que se poseía, formaban un
bazar curioso. Julia no temía por la estructura de su casa pero miméticamente hizo lo
mismo tomo a sus gallinas y fue al medio del solar, ¿en espera de que?.
Las cabezas de las gallinas saliendo de la manta que la cubría.
La cara de Julia se cubría de temor por el que pasará, pero no por el qué pudiera
perder, pues todo lo que tenía estaba con ella.
Pasadas una hora la tierra no volvió a temblar. Entonces una nueva mudanza
ocurrió, pero esta vez en sentido ascendente. Julia también metió a sus gallinas al
corral.
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LA MÚSICA
Una música de violín sonaba através de una ventana abierta. Se hacía extraña al ruido
ambiental de autobuses, coches, camiones y gente que por allí transitaba. Casi era un
ruido mas, pero al pasar por delante de esa ventana no te dejaba que siguieras igual,
dejabas tus pensamientos e intentabas acoplarte a esos acordes con una huella de
encontrarte en el campo, no parabas a detenerte para embriagarte de música y seguías
tu camino. A pesar de ello, algo te había hecho salirte de tu monótona vida, algo te
hacía reflexionar a mirar a quien esta pasando junto a ti, pero no como un anónimo sino
como otro ser vivo, compañero de tu vida tan integrador como ese árbol o esa maceta
que también son vecinos de ella.
El sonido había sido como un semáforo rojo que se pone delante de tu camino y
te dice "Para y reflexiona, deja tu velocidad y piensa en todo lo que te rodea". A
muchas personas no se les aparece dicha luz o la ignoran de la misma forma que lo
hacen con otras cosas.
La ventana de donde venían las notas musicales se cerrara o la luz roja se
desvirtuara pero tu podrás reflexionar siempre sobre ella.
100
CARMELO
Como no, el sonido y la vista en el paisaje que rodea el piso es siempre igual o al
menos a si piensa Carmelo. Se siente deprimido por la vida que lleva, esta esperando
que lleguen las vacaciones para poder cambiar de paisaje y de sonido. Quizá sin pensar
que su maleta es su cabeza y con ella ojos, oídos, olfato, gusto e imaginación. Sus
dolores musculares que se han cronificado, como un sambenito mas de esta ingrata
vida.
Carmelo suele tener un gesto oscuro, si de esos que denotan dolor, su frente se
ha hecho espejo y ha formado surcos en torno a sus ojos y boca, para acentuarlo mas
tiende una cortina de humo frente a su cara renovada con bastante asiduidad hasta
conseguir llegar a la cuarentena de cigarrillos. Los dientes dan una nota de color,
amarillos, claro.
La televisión es la unida que le da novedades relevantes a su vida tan
desmotivada.
Suele comprar el periódico todas las mañanas que lee mientras va al trabajo. Las
noticias no hacen mas que hundirle en su pensamiento favorito; "Esta vida es una
mierda".
Esta mañana Carmelo se encuentra a Juan, un amigo que le conoce desde hace
mucho tiempo. La conversación discurre entre banalidades, pero en un momento Juan
le quiere hacer reflexionar sobre algo que leyó ayer en una revista divulgativa, el
tema es que cada uno es lo que quiere ser y que la película es para todos igual.
Carmelo enseguida puso su escudo protector y dice que no se puede uno olvidar de las
circunstancias que a cada uno rodean. Juan le refirió al ejercicio que venía y que
consistía en mirar alrededor e imaginarlo que se ve con unas gafas de color verde y
así describir uno a uno los objetos que nos rodean, a pesar de todo distinguiremos un
cambio.
Carmelo apura el cigarrillo pero en sus ojos no se distinguen ningunas gafas y
menos cristales. La conversación llega a su fin y como si un picor recorriera el cuerpo
nos hace sentir molestos.
Hay que acabar la conversación y añadir un no deseado "Hasta pronto Mientras
la figura de Juan se va perdiendo entre la gente y los coches. Carmelo anda hacía su
casa más confuso y con mas argumentos para su teoría, hasta los conocidos son unos
pesados que van contando tonterías que a nadie importa.
101
JORGE
Cuando la tarde cae, comienza el baile de colores en el cielo. Abriendo la cortina,
abajo, Jorge descubre que la labor que tenia que hacer no había terminado. Cabizbajo
cogió su bicicleta y la encamino a casa. Una casa con dos plantas visiblemente remozada
mil veces y a pesar de todo, seguía siendo vieja. Una bombilla en el exterior vale de
farola, es la primera operación que hace al volver a casa por las tardes, encenderla.
La parte de abajo sirve de trastero para los instrumentos agrícolas que necesita o
acumula. La planta de arriba es la propiamente cumple la función de casa.
Al llegar cogió la llave que guarda en el dintel sobre la pesada puerta con
incrustaciones de hierro forjado que da un contraste sobre el encalado exterior.
Abrió y metió la bicicleta apoyándola sobre una pila de maderas de muy
diferente uso. Subió las desvencijadas escaleras con muestras de haber sido bien
cuidadas antiguamente, pero que no es el aspecto actual, como en tramo una madera de
chopo procedente de una caja de frutas, vale para tapar un hueco.
Una cabra de la que obtenía leche para elaborar los quesos que vende en el
mercado los jueves, media docena de gallinas y dos gatos son todos los habitantes.
Junto a la casa una huerta muy bien cuidada en contraste a la casa, de la que
obtiene muchos de los alimentos que necesita en su manutención diaria.
Un pozo no muy profundo por la proximidad del río le dotaba de agua que
baldeándola hasta un deposito que tiene en el tejado, hace que tenga agua dentro de
casa.
Tras subir las escaleras a la derecha una habitación que hace las funciones de
cuarto de baño, con su plato de ducha, taza de water y un lavabo pero todo bastante
erosionado.
La ducha se abrió y recibió a un cuerpo sudoroso con restos de tierra arcillosa
roja. Y aun la toalla recogió algún resto térreo.
Un gran alivio recorre su piel el contacto que ha tenido con esa agua que nunca llega a
estar caliente, por culpa de ese calentador que nunca funciona como estaba diseñado
pues se parece más a un templador que a otra cosa.
Enfrente esta su habitación con un colchón sobre unos tableros de madera que
dejan unos cajones en la parte inferior, con función de armario.
Pared con pared esta la cocina, toda lo desvencijada que deja el paso del tiempo,
tiene pocos muebles donde dejar el menaje del hogar.
102
Junto al baño hay otra habitación que hace las veces de comedor. En el centro
una mesa de madera maciza teñida por el paso del tiempo con cuatro sillas del mismo
material y época. La ventana hace las veces de cuadro, orientada hacía el oeste deja
ver unas magnificas vistas de la puesta de sol. También hay una radio sobre un mueble
que hace las funciones de aparador y es de los pocos electrodomésticos que allí se
encuentran.
Esta mañana al bajar las escaleras a tropezado en el escalón que esta rotoreparado
y ha pensado que la casa no podía seguir así, así que, aprovechando los días
lluviosos que se avecinan se dedicara a reparar esta casa que le falta el cariño de
alguien que no la siente.
Por la tarde hace un inventario de todas las cosas que son necesarias, incluida la
pintura para poder empezar lo antes posible. Adaptó la caja en el soporte de la
bicicleta y le hicieron falta tres viajes además de encargar un frigorífico y un
calentador nuevos.
Al terminar su tercer viaje comenzó una lluvia fina que es la tarjeta de
presentación de los días que siguieron. Así es como si el tiempo atmosférico se hubiera
aliado para desarrollar toda su función en el cambio a su casa.
El primer sitio que eligió fue el dormitorio pintando y arreglando la ventana que
solo se mantiene cerrada si un taco de madera la traba, evitando que el fuerte viento
que suele hacer por aquí, entre a sus anchas.
La semana le ofreció todo el trabajo que tenía para este sitio tan olvidado que
era su casa. Termino muy cansado pues puso una gran dedicación en esta labor, pero
una enorme cara de felicidad inunda su cara e incluso ese gesto huraño desapareció.
Vistió sus mejores ropas y se dirigió al pueblo, coincidiendo con la misa de doce a la que
acude casi todo el pueblo, tomo el mismo camino para alojarse en el último banco de la
iglesia. Los comentarios salieron pronto a flote, habiendo más miradas a la última fila
que al altar, no solo por el quien estuviera allí si por la persona radiante que estaba en
todos los aspectos.
103
EL LIBRO
Junto a una farola verde de las que los perros suelen utilizar para evacuar su
vejiga junto a las baldosas rojas que señalan la proximidad de un paso de peatones. Esta
un libro cerrado boca abajo, tiene un forro de plástico transparente que le protege del
roce diario. Es un libro ancho, pero no despierta la curiosidad de nadie. Un poco mas
arriba esta una papelera de plástico duro también de color verde. Hay demasiada prisa
para preocuparse de un objeto que esta en el suelo sino tiene el suficiente valor para
poder preocuparse en recogerlo.
Un grupo de chicos que tienen que ir al colegio, pasan por su lado pero ya están
bastante hartos de libros como para recoger uno más así que la respuesta es una
patada que lo aleja de la farola. El libro queda abierto por la mitad con las paginas hacía
arriba. Como dormido, reposa en espera de unos ojos.
No tardo en pasar un hombre con una fuerte depresión motivada por la perdida
de empleo, tiene dos hijos y su mujer no trabaja. Esta mañana ha salido a dar su paseo
rutinario en busca de algo. Nada más cruzar la calle halla el libro abierto.
Caramba a alguien lo ha perdido, es su pensamiento inmediato. Pausadamente
agacha su cuerpo para cogerlo, comienza a leer entre líneas. Eleva su cuerpo mientras
sigue leyendo este libro que le esta impactando por decirle cosas que le pueden venir
bien. No quiere irse del sitio por ver si el dueño regresa tras observar su perdida, pero
esto no ocurre. Aprovecha su tiempo para seguir leyendo. Ni siquiera busca el titulo o el
autor del mismo ni sabe si es filosofía, literatura o novela. Que más da aquello que dice
le interesa.
La mañana pasa deprisa pues sus ojos no pierden de vista las letras del libro.
Tras comer sus ojos vuelven a comer pero esta vez lectura, su mujer le observa tan
extrañada que le advierte de su comportamiento tan extraño. Por respuesta recibe un
“ya te contare”. Con la noche llega la reflexión sobre lo leído, para que su memoria no le
traicione toma notas sobre las frases que más le han impactado y es con su mujer con
quien reflexiona sobre todo lo leído.
- Tu te crees todo lo que te dicen, te cuentan o lees, es su respuesta.
- Puede ser, pero sin embargo propone practicarlo, no tengo nada que perder,
por otro lado estoy de acuerdo con lo que dice.
- Tú veras lo que haces pero me suena a monserga, ¿Cuál es el titulo de este
maravilloso libro que olvidado tan fácilmente en la calle?. El tono de ironía
refleja cierta sorna y desacuerdo.
104
- Mira es una cosa que no he mirado, revuelve paginas pero no encuentra la
primera pagina, en la portada esta encuadernado en una tela verde, pero ni en
el lomo ni en la pasta hay ningún nombre, No hay nada.
- Lo que te digo el libro de las incógnitas para aclarar confusos.
- Bueno pienso que es una decisión mía, solo te pido que la respetes.
- De acuerdo pero ya sabes como esta la situación en la casa nos hace falta
dinero, no ideas que ya tenemos todos.
- Aquella conversación comenzó a ser más erosiva por lo que opto por salir de
ella.
A la mañana siguiente, antes de la salida del sol, puso sus pies en el suelo, cogió
su libro y marcho a la calle. Sus pasos fueron hacía el lugar del hallazgo, penso que si a
él había sido útil para otro también lo sería, suavemente lo dejó en el suelo y con su
cuaderno de anotaciones fue al banco próximo para analizar y llevar a cabo lo
aprendido. Observando a través del rabillo del ojo distingue un joven que mira a un
lado, a otro y sin observar, que libro se trata, lo coloca debajo de su brazo. Su
pensamiento es claro, a él también le haría falta.
No lejos, dando se encuentra la parada del autobús, hay un pequeño anuncio
solicitando personas para una profesión similar a la que él ha ejercido, un teléfono en la
parte de abajo con unas tiras que se pueden desprender, tomó una de ellas para ir a la
cabina de teléfonos mas cercana. Concertó una entrevista para esa misma mañana en
una calle en un barrio periférico.
Tras presentarse en la fabrica, concertaron el contrato, al día siguiente tenía
que llevar los papeles para formalizar el contrato. Comenzaron a suceder cosas del
mismo estilo.
La sonrisa volvió a su cara, al ver estos cambios su mujer se intereso por los
apuntes sobre aquel libro.
Si su marido estaba logrando cosas ella también podría conseguirlas.
Juntos recordaron la discusión que tuvieron el día del encuentro con el libro.
105
EL INTERROGANTE
“Si paseas por cualquier calle concurrida sería bueno que hicieras una
observación, solamente trata de observar las caras de las personas que por ella
pasan”. Así comenta José a su amiga Lucia.
. ¿Porque crees que esto sucede?.
- ¿Quizás responda a su entorno interior?.
- Realmente es conflictivo hablar de estos temas porque la protección de
nuestra personalidad, impide que nos veamos tal y como somos. Con una cara
baja y reflexiva contesta Lucia.
- Lo que si he observado es cuando van dos o mas personas juntas sus caras si
muestran una sonrisa. Es como si esta si fuera social cuando hay una relación
más estrecha, pero al deshacerse cambia al molde primario. He pensado que
podemos hacer una prueba cambian nuestras caras y observar los cambios que
originan en las personas que nos rodean.
- Me parece que es buena idea porque siempre he pensado que podemos influir
sobre lo que nos rodea al igual que ocurre al contrario.
- Si te parece anotamos todo lo que ocurre llevando una cara de alegría, pues
de cara seria ya vemos los resultados. Bien cada uno iremos por una parte de
esta ciudad y nos encontramos sobre las dos en el ayuntamiento que esta en la
plaza mayor.
La ciudad no es muy grande acoge a cincuenta mil personas que muchas veces se
dobla por el numero de visitantes, atraídos por la arquitectura y el aire tranquilo que
allí hay.
José y Lucía son dos personas que rondan los treinta y cinco años, pero parados
a reflexionar porque ocurren las cosas y los posibles modos de cambiar para mejorar.
Es una pareja desde hace siete años que hoy han elegido para pasar su fin de semana
esta ciudad tan próxima.
Es temprano han llegado en su vehículo que han aparcado a las afueras para
sentir todos los pulsos, no únicamente los del turista.
106
La mañana es bastante fresca rayando a fría. Los habitantes lucen bufandas y
guantes. Nuestra pareja ha venido prevenida y vienen equipados de igual guisa. Una
bolsa de deporte completa el equipaje que cuelga José sobre su espalda.
- Si te parece buscamos una habitación y así dejamos la bolsa.
- Será la mejor idea. Si quieres al pasar por una papelería compramos un par
de blocs y sendos bolígrafos para plasmar nuestras impresiones y así durante
la noche comentarlas.
- Me parece muy bien.
La cara de Lucia luce mas que el tímido sol que le cuesta desembarazarse de las
nubes que le cubren. El viento termina de arrancar las últimas hojas que no quieren a
dejar su hogar, asociadas a algún papel en su carrera sobre las calles.
No muy lejos un cartel indica la tienda que buscan, desde ya cambian las
facciones de sus caras. Una empleada un poco aterida que psicológicamente no ha
dejado el calor de su cama, tarda en dar los buenos días. Junto a la caja registradora
un cartel grande anunciando un libro “LA INTERROGACIÓN” al lado de la fregona, la
escoba y el recogedor.
Tras solicitar los instrumentos de los apuntes. José pregunta:
- Por favor podrías ayudarnos diciéndonos donde encontrar una habitación que
sea agradable y no sea cara.
La cara de la muchacha cambió, la estaban pidiendo ayuda.
- Claro que sí, mi tía tiene un hostal en las afueras de la ciudad pero dentro del
centro que una de las habitaciones tiene un vista preciosa sobre el río que
circunda nuestra ciudad, si desean la llamó por ver si la tiene libre y poderla
alquilar.
- Eres muy amable, si puedes porque no conocemos nada.
107
Se retiro a una habitación contigua para llamar por teléfono. Mientras
curiosearon por los artículos que habían sobre los mostradores. En uno de ellos
encontró José un lote de cinco libros apilados con la imagen de una interrogación y más
abajo, en letras blancas, el nombre del titulo y el autor. Lo tomo y empezó a ojearlo. En
la contraportada viene la sinopsis descriptiva de la novela de espionaje. Al llegar a uno
de los diálogos lee: ” Buscas la interrogación creyendo conocer todo y no te das cuenta
que todos somos parte de la misma”. Le llama tanto la frase que la da a leer a Lucia,
nada mas terminar de leerla, la muchacha sale con una sonrisa favorable diciéndoles que
no esta alquilada que digan que vienen de parte de Margarita.
- De verdad haces honor a tu nombre te agradecemos lo que has hecho por
nosotros. La cara de Margarita se ruboriza mientras escribe la dirección en un
papel y sale a la calle para que tomen las calles adecuadas.
Ya en la calle Lucia dice:
- Creo que es momento para estrenar las libretas.
Tras diez minutos de caminar casi solitario por las pocas personas que se
encuentran en la calle. Llegan a una casa antigua donde un cartel desconchado por ser
blanco de un día de pedradas, pone “HOSTAL EL RÍO”.
- Aquí es.
- Una flecha indica que esta en la tercera planta, los escalones son de madera
crujiente y son lo suficiente altos para llevar al sofoco y la necesidad de
emplear el nombre de los descansos. Al llegar al tercero paran para recobrar
el ritmo respiratorio y cardiaco. Un timbre atronador para oír una voz lejana
que indica que viene a abrir la puerta.
Una mujer con el pelo cano y recogido en un moño abre la puerta.
- Buenos días venimos de parte de su sobrina Margarita que hace un rato la
telefoneo.
- Ah, son ustedes, adelante. Perdonen el desorden pero estoy haciendo estas
dos habitaciones que han quedado libres. Una de ellas es la que les ha indicado
Margarita. Esta enamorado de esta habitación y es porque antes de ser un
hostal vivía aquí mi hermana con su hija Margarita.
108
Al abrir la puerta, lo primero que llama la atención es la ventana que se
encuentra situada en la pared de enfrente a la puerta de entrada, como invitando a
asomarse. Lucia sin mirar otros detalles va a satisfacer esa invitación y no sentirse
defraudada la vista es muy hermosa. José, mientras tanto resuelve los tramites para
alquilarla por este fin de semana.
No tarda mucho en acompañarla para asentir sobre esta hermosa vista.
Lucia decide tomar una ducha al notar que la calefacción esta encendida.
Sobre las doce de la mañana deciden llevar a cabo su experimento, con un plano
deciden las calles por las que cada uno recorrerá y el punto de encuentro a las dos de la
tarde.
A las dos tornan al lugar convenido Aprovechan para terminar de apuntar las
últimas anotaciones para ir as un bar a tomar un bocadillo que les valga de comida.
Luego marchan a la pensión para contrastar las impresiones recibidas.
Su interrogante es ¿habrá valido para algo, todo esto?.
La respuesta es precisamente el interrogante pero, a pesar de todo, lo
importante esta en como se encuentran ellos. Hay veces que creemos que no influimos
sobre lo que nos rodea pero sin embargo esto no es así.
Al menos así se sienten José y Lucia, que es ese esplendor que han sentido en el
transcurso de la mañana.
109
LA ENFERMEDAD COMO MANIFESTACIÓN DEL DESAMOR
Una bata blanca y unas gafas pequeñas definen el vestuario de hombre dedicado
a la investigación esta al frente de un importante instituto. Siempre le surgen dudas en
reconocer lo poco que se sabe en torno a la enfermedad, cuando se cree que se conoce
mucho, surge cualquier duda que puede llevar al traste los años de estudio,
comprobando que todo esta bien. Este buen hombre salió, en una de sus escasas visitas
fuera del trabajo, a una ciudad y sentado en un banco, escuchaba a unos jóvenes que
estaban opinando sobre un comentario que habían oído sobre el amor y su importancia
con la enfermedad. Primero escucho entretenido sus versiones pero la conversación le
tuvo en vilo toda la tarde porque podía ser la clave de ese mecanismo que enciende o
apaga los mecanismos que la naturaleza lleva a cargo en nuestro organismo, porque en
idénticas circunstancias un organismo da respuesta diferente a otro en iguales
condiciones.
Al día siguiente relató sus pensamientos a sus colaboradores pero noto que sus
caras mostraban la incertidumbre que a él le hubiera pasado solo dos días antes.
El tiempo paso y el siguió reflexionando sobre el tema y llegó a la conclusión que
cualquier enfermedad es producto del desamor por tanto la medicina es tan fácil o tan
difícil como queramos.
Ahora el trabajo es doble: por un lado el oficial y por otro investigar, recopilar
datos sobre los efectos del amor en las enfermedades.
110
MARISA
Marisa es una mujer de treinta y tantos, con su melena protectora y unos
profundos ojos claros, con la profunda necesidad de llenarse de algo mas a todas las
cosas que la rodean.
Las palmas de sus manos están hacia arriba como esperando llenarse, ambas
tienen alguna herida que no ha querido cuidar para que cicatrizara y la nueva piel cubra
los surcos.
Marisa hoy a salido al parque a pasear a dejar llenarse por el aire y el color de la
naturaleza, casi enmacetada, es un día de un sol otoñal, hay que aprovecharlo. Según
pasa un perro se cruza en su camino en busca de una caricia, el gesto es interpretado y
se agacha para pasar la mano sobre el lomo del brillante pelo marrón. A lo lejos su
dueña le reclama, celosa de que sea correspondido por tanta gente. Las piernas de
Marisa se enderezan para tomar su posición vertical. Un hombre con una chaqueta
marrón de piel vuelta la solicita fuego.
- Mira lo siento pero no fumo.
- En realidad yo tampoco, suelo llevar este paquete por si alguien me pide un
cigarrillo, lo llevó desde hace un mes que lo encontré en ese banco. Y te pedido
fuego con la disculpa de hablar contigo. Marisa no puede ocultar su
nerviosismo.
- Mira te he observado como caminabas hasta que te has cruzado con el perro
y rápidamente ha pasado por mi cabeza que me gustaría conocerte. Yo me
llamó Alberto.
- Yo Marisa, mientras tiende una mano nerviosa sus ojos se iluminan de un
brillo especial. Alberto lo nota y se lo hace saber. Razón de más para azararse
e intentar la salida.
- No quiero que te pongas nerviosa por este encuentro, como veo que tienes
prisa me gustaría que mañana sábado, si puedes nos volvamos a ver en este
mismo sitio a las doce de la mañana.
- Pues mañana he quedado con unos amigos así que no podrá ser.
- De todas maneras aquí estaré.
- Adiós.
111
- Hasta mañana Marisa.
Da el paseo por concluido para encaminarse hacía su casa. A la hora de la comida
apenas prueba bocado, su hermana se interesa por su cara de extrañeza y por fin opta
por contárselo, recalcando lo que más le ha molestado que es que de por hecho que
mañana iré a la cita.
La noche fue larga, no llega el momento en que los ojos terminen de cerrarse. Por
fin sobre las cinco de la mañana consigue conciliar el sueño pero es a las seis cuando el
ruido de una estantería que cede al peso hace un ruido desangelador. Su hermana acude
presta a la habitación para ver el origen del ruido. Tras apilar los objetos vuelven a sus
camas pero ya es difícil volver a dormir. A las ocho pone la radio esperando que la
distraiga.
A las nueve va a por el pan y el periódico. Desayuna unas tostadas con
mermelada. Hojea el diario pero no lo lee, su hermana sigue en la cama. A las once y
media sale a tomar el aire va al parque pero prefiere ir a lo lejos a la zona del banco. Ya
allí está Alberto, lo distingue por su cazadora marrón. Mil hormigas le recorren el frío
cuerpo.
Alberto se gira y no da tiempo a que Marisa se oculte y a pesar de la distancia se
entiende perfectamente:
- Buenos días Marisa. Ahora no hay vuelta de hoja tiene que ir al encuentro.
- Buenos días Alberto. Una forzada sonrisa de incertidumbre y de sentirse
cogida refleja su cara.
- Me alegro mucho de que estés aquí, la situación te parece extraña pero
podrás ver que todo es normal.
- No se porque estoy aquí.
- Yo te contesté ayer pero te lo recuerdo hoy yo quiero conocerte y tu me
quieres conocer a mí. En realidad creo que tenemos muchas cosas en común.
- Mira Alberto si una cosa me molesta es el aire de superioridad con que
hablas, no es el mío, no es mí estilo.
- En realidad lo que te molesta es que, a pesar de los pesares, estés aquí
hablando conmigo. Es como reconocer una debilidad.
112
- Ya te estas poniendo impertinente.
- Te pido perdón. Quizá he podido parecerte muy prepotente pero veras como
tenemos muchas cosas en común. Te apetece que nos sentemos en este banco.
- De acuerdo. Marisa baja la guardia mientras observa la pulcritud de sus
ropas. Tras un buen rato de conversación la sonrisa aparece en los labios de
Marisa, hasta algún chiste da por terminada la tensión contenida.
Los relojes reflejan las tres de la tarde, el tiempo ha pasado volando y no se han
dado cuenta que tienen que volver a comer.
- Sino tienes nada que hacer, podemos ir al cine esta tarde. Toma es mi
teléfono ¿ me llamas?.
- De acuerdo.
- Hasta luego Marisa.
Según va hacía su casa una cara de felicidad la envuelve que se ve rota con la
entrada a casa y el consiguiente enfado de su hermana por estar esperando por la
comida.
- Al final has ido a la cita que tanto te preocupaba y te has olvidado de la
comida ¿verdad?.
- Pues si así ha sido.
Tras la comida el sueño comienza a pasar factura y según esta viendo la
televisión apoya su cabeza sobre su mano y queda profundamente dormida acompañando
el sueño de la hermana. Una música estrafalaria las saca de su sueño en el reloj, las
siete de la tarde, es de noche y una profunda pereza llena a Marisa para no salir. Coge
el teléfono y llama a Alberto. Le cuenta lo que ha sucedido y le emplaza para el próximo
fin de semana.
La semana discurre muy deprisa y más al tener la esperanza de ver a alguien que
te ha caído muy bien. El viernes le telefonea para quedar pero en el otro lado no hay
interlocutor, el sábado y el domingo lo mismo. Un nudo en su estomago por la sensación
de haber perdido algo que pudiera ser importante. El teléfono fue ocupado el resto de
la semana siguiente pero la respuesta fue la misma. Observó sus palmas de las manos y
notó como si las heridas hubieran tomado nueva fuerza y virulencia.
113
El siguiente lunes paseo por el parque a las cuatro de la tarde con la esperanza
de volverlo a ver, la cabeza agachada pero cuando se acerco al banco alzó la vista y vio
a Alberto corrió hacía él para darle un fuerte abrazo.
- Marisa yo no tengo tu teléfono.
114
LA SEMILLA
Con la llegada de las cuatro de la tarde. La salida del colegio. Entre gritos
carreras y reencuentros los niños van saliendo de sus aulas para juntarse en el patio
del colegio. Una cara no es como la de los demás niños sale de los últimos alumnos con
la cabeza agachada, su abrigo sin abrochar y la mochila en su mano, es Eva. Su padre
espera su llegada y se da cuenta del hecho de ser la última de su clase en salir. Un
beso llena esa cara baja pero no la ilumina.
Al salir del recinto del colegio intenta averiguar que es lo que la ocurre, por fin
aclara el motivo de su actitud. Sus compañeros la han estado metiéndose ella por
tener la cabeza grande.
- Eva, los niños como los adultos buscan los puntos mas débiles del resto de
personas para meterse con ellos para que así al estar por encima se
encuentran más seguros, más importantes.
- Ya pero no les he hecho nada para que se metan conmigo.
- Te entiendo, pero debes de saber que los humanos a veces somos crueles sino
no habría lugar a guerras, asesinatos, pobreza etc. Que son los grandes males
del mundo. Quizás con un ejemplo lo entiendas Cuando nos insultan o se
meten con nosotros es como si nos lanzarán una semilla. Si nosotros la
recogemos, la regamos, la abonamos esa semilla se va haciendo mas y más
grande de tal manera que nos puede ahogar y sentirnos muy mal. Todo esto
ocurre en nuestro interior y es por haber dado importancia a algo que no
debería tenerla.
- Entonces me dices, que si alguien me insulta no debo hacerle ningún caso.
- En efecto porque así no nos haremos daño a nosotros mismos, el problema
será de quien nos ha insultado. La semilla no crecerá dentro nuestro y no nos
ahogara.
Eva y su padre se dieron un beso y un abrazo.
- La próxima vez lo intentaré.
- Veras los resultados tan positivos que encuentras dentro de ti. Seguro que te
valdrá.
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LA MENDICIDAD
El sol se muestra con toda la energía que puede manifestarse en un día de otoño. Con
el movimiento de personas y sus útiles comienza el desentumecimiento de cuerpos
que hace poco tiempo han estado en contacto con las sabanas.
Es como un gran estiramiento general donde las caras no terminan de aceptar la
realidad del presente. Pocas conversaciones y algún claxon que hace notar su
desagrado con el coche de delante que no ha visto rápidamente el cambio de color del
semáforo. Esta situación también se vive en las colas del autobús y la entrada al
metro donde se quiere recuperar el tiempo perdido o no-empleado.
Alguien no ha salido del calor del hogar, unos cartones la han aislado del frío suelo,
una manta lo ha hecho del aire e impedido la salida del calor corporal que a duras
penas, a pesar de toda su ropa, ha dejado un regusto a humedad y la sensación
desagradable de duermevela
Esta mujer gozaba de una casa y una cama, como casi todo el mundo, pero ayer
decidió abandonarlo. Con lo puesto salió a la calle, con la idea muy clara de no volver
ala casa donde había compartido cuatro años de su vida con su compañero. Sin
importar el dejar absolutamente todo sin idea de recurrir a nadie. Solo el carnet de
identidad, el carnet del grupo sanguíneo y dos fotos en una pequeña cartera de nylón
negra. Ni llaves ni dinero la acompañan.
Tras la salida a la calle ha buscado un lugar donde dormir y lo encuentra en el sótano
de un edificio que tiene un saliente oculto por un jardín y su vegetación circundante,
dando un cierto aire de intimidad. Tras ser inspeccionado, buscó unas cajas de
cartón para alicatar el suelo y una manta que asomaba de un contenedor de basuras
fueron llevados a su refugio con el mayor de los disimulos para no levantar sospechas
de los vecinos.
El resto del día lo ha pasado vagabundeando por la ciudad o sentada en cualquier
banco con la mirada perdida en busca de que sé yo. La temperatura comienza a
descender, afortunadamente las ropas siguen conservando la temperatura de todo el
día. Según va pasando el tiempo se siente más sucia, desearía una ducha para sentir
como va desapareciendo su embotamiento. El estomago también comienza a hacerse
notar, se encuentra vacío y solicita ser compensado. La solución es ponerse a pedir
algo que ni hubiera entrado en su cabeza por la vergüenza que le haría pasar a ella.
Al iniciar nota un chorro de sudor que mana de su cabeza. La siguiente persona a
quien solicita ayuda es un joven que no le cuesta rebuscar en su bolsillo y ofrecerla
las monedas sueltas. Inmediatamente otra mano coloca otras monedas en su mano,
116
sin levantar la cabeza hace un análisis del dinero obtenido y que puede comprar. Ya
es suficiente para acabar con las necesidades de hoy, ahora busca una tienda de
alimentación. No esta no que parece muy cara, sigue su búsqueda hacía otra que hace
esquina. Solicita lo mínimo para vencer el vacío gástrico. En su paseo tras la
adquisición, descubre un local que pone “Casa de baños”. Se acerca y lee su horario
“mañanas de 9 a 13 horas”.
Mañana se podrá quitar la desagradable sensación de suciedad, pero ahora surge otra
necesidad la de comprar jabón y un peine que componga los cabellos, así que otra vez
hay que solicitar la ayuda de los viandantes. Ahora la gente ha reactivado su ritmo
con meta en llegar a casa, apenas nadie se fija en nadie. Las palabras son borradas
por una sordera de velocidad en el camino de la marcha. No obtiene fruto de su
clamor:
- No siempre voy a tener la suerte de una hora antes
Pero un joven para su carrera y saca de su traje gris un billete y una tarjeta:
- Si necesitas ayuda llámame a este teléfono, ahora tengo que ir deprisa a un
compromiso.
- Balbuceante da las gracias pero se queda colgada con la última parte de su
gratitud.
Lee y relee la tarjeta hasta memorizar las letras allí impresas, como es posible que
alguien a quien no conozco se ofrezca a ayudarme. En la acera de enfrente hay una
perfumería, deambula entre las estanterías hasta que encuentra el champú, el gel y
un peine. Al pagar se da cuenta que aun le sobra dinero, añade esta segunda bolsa a
la mano izquierda y con ella se siente llena de cosas, las monedas van a su cartera
para poder mañana desayunar. Ahora hay que buscar un banco donde vaciar una de
las bolsas y aquel que esta junto a la farola de la fuente vale.
Despacio va masticando su comida mientras no desaparece de su mente el joven que
la ofrece ayuda, sus pensamientos vuelan en ideas como alguien que se quiere
aprovechar de ella o ….
La noche fue larga, la temperatura no bajo excesivamente y la mañana tardó en
llegar, sobre todo para quien la espera con ansiedad. Con las primeras luces
comienza a recoger para no hacer sospechar a los vecinos que allí se aloja alguien
bajo sus terrazas.
Ahora toca ir paseando despacio, mientras la ciudad se despereza a esa casa de
baños que tanto anhela. Nada más entrar en la parte de la derecha hay una
ventanilla con el precio de la instalación “100 pts” con derecho a una toalla. Tras
abonar la cantidad se le entrega una toalla blanca y la ducha a ocupar. Un intenso
olor a lejía y una característica aspereza. El pasillo de la derecha tiene un cartel en
letras grandes “DUCHAS MUJERES” antes de entrar se topa con una mujer
embutida en ropajes negros con el contraste de unos guantes rosas, se trata de la
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empleada de la limpieza que ya porta una botella de lejía y un estropajo, saliendo de
la ducha “1”. Una cortina de plástico duro impide que el agua salga al pasillo.
El agua descubre un cuerpo sediento. Una mano con una buena porción de gel
masajea el mismo mientras unos finisimos chorros de agua templada hacen el resto.
El sumidero se llena de espuma hasta que unas pequeñas interrupciones indican que
el agua se va a terminar, tiempo más que suficiente para quitar esa sensación de
suciedad desaparezca.
Al salir unos espejos verticales desvelan una cara llena de dudas y duermevela.
Peina vigorosamente sus cabellos hasta que quedan colocados de la manera que ella
ansia tenerlos. Encamina sus pasos hacía la puerta de salida para entregar la toalla.
El adiós coincide con la entrada de otra mujer, quizá en circunstancias similares a
las suyas.
El sol se abre de su letargo y pega de lleno en los ojos en su salida. ¿Hay un nuevo
brillo?. La siguiente cosa a realizar es llamar al joven de traje gris. El teléfono lo
descuelga su secretaria. Pregunta por él y como respuesta:
- ¿De parte de quien?.
- Es personal.
- De acuerdo pero me podrá decir su nombre.
- Mire dígale que ayer por la tarde nos conocimos en la calle de Canales pues mi
nombre no le dirá mucho.
- No cuelgue que veré si puede atenderla.
El tiempo pasa y comienzan a surgir las dudas si debe haber llamado pero antes de
que se asienten y cuelgue el teléfono una voz masculina responde:
- Buenos días me alegra que llames y te pido perdón por no haberte atendido
adecuadamente.
- Me dejas sorprendida con esta respuesta.
- Hace unos tres meses he puesto una empresa alimentaria y necesito gente para
cubrir las necesidades que ella requiere por ello necesito personas para trabajar
en ella y quien mejor cosa que empezar por aquella gente que lo necesita como
puede ser tu caso.
- Pues no te has equivocado porque duerme bajo la terraza de un edificio no me
avergüenza decírtelo.
- Si te parece te acercas a la oficina y hablamos tranquilamente.
- Es la dirección que indica la tarjeta.
- En efecto así es.
- La conozco, en treinta minutos estoy allí.
En su mano cuelga la bolsa de plástico blanca serigrafiada con el nombre de la
perfumería. A lo mejor no es adecuado presentarme con esta bolsa, dicho y echo, en
118
un contenedor de escombro esconde la misma levantando una puerta que estaba
cubriendo los mismos.
Toma el ascensor hasta la cuarta planta. Unos carteles indican las direcciones de los
diferentes despachos, una vez más tiene que ir a la derecha. Un cartel
“Distribuciones alimentarias” flanquea la puerta de entrada, al llamar al timbre hace
que una muchacha abra la puerta, se trata de la misma persona que la cogió por
teléfono pues su “Buenos días” tiene el mismo tono.
- Acabo de hablar contigo por teléfono, quisiera hablar con Miguel Ángel Roca.
- Su nombre por favor.
- Teresa.
- ¿La conoce por el nombre solo?
- En realidad no pero le puede decir que acabo de hablar por teléfono con él.
- Siéntese por favor.
Unas sillas azules frente una mesa baja llena de revistas es el lugar indicado por la
mano de la secretaria. Un cuadro abstracto termina de llenar el rincón recibidor
que esta enfrente de la mesa de la secretaria.
El traje gris ha sido cambiado por uno marrón claro pero la sonrisa de él es la misma
que conoció en la calle. La invita a pasar y la acerca la silla azul, él toma la otra silla
que esta junto a una mesa redonda de color negro, una música clásica barroca
termina de llenar el ambiente del despacho. No deja pasar que este hombre no se
ponga detrás de la mesa y trate de tener un contacto más próximo.
- Como te he dicho por teléfono estoy montando esta empresa y me gustaría que
formaras parte de ella.
- Pero si no sabes mi experiencia profesional y ya ves que no tengo nada.
- Precisamente por todo ello te necesito. A pesar de ir corriendo tuve la intuición
que puedes ayudarme a la vez que yo lo puedo hacer contigo. De momento te diré
que tengo un piso cerrado con cuatro habitaciones, una de ellas será para ti.
- Me sorprende lo rápido que van las cosas.
- Y ¿no te parece sorprendente rápida tu situación actual?.
- Llevas razón hace cuarenta y ocho horas estaba con mi marido en nuestra casa y
ahora mendigo para poder comer y me escondo para poder dormir.
- Te cuento rápidamente mi proyecto y me contestas.
Ha pasado una hora pero parece cinco minutos. Teresa capta las inquietudes de
Miguel Ángel y acepta.
- Ahora te voy a mostrar tu nueva vivienda que ya te digo que esta muy cerca.
En efecto a la vuelta de la manzana, entran en un portal de mármol y justamente
enfrente un ascensor abierto espera su llegada, pulsa la tecla numero cuatro y como
consecuencia la puerta interior se cierra horizontalmente, las manos de Teresa se
cierran entre otras cosas para no mostrar más nerviosismo aunque sabe que siempre
ha ido con la verdad sin necesidad de esconder nada, salvo la bolsa con los útiles de
limpieza. Salen hacía la derecha. Coge de su bolsillo las llaves que abren la puerta.
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Las persianas están bajadas lo que hace que tenga que dar el interruptor de la luz.
La casa asombra a Teresa por lo grande que es y por estar preparada para vivir.
- Como podré agradecerte todo lo que me ofreces.
- Ya te he dicho que te embargas en un proyecto conmigo.
- Pero es que de la miseria más absoluta me ofreces casa y trabajo, es justo que
te lo agradezca.
- Bien, no vamos a entrar en halagos pues tenemos que volver a la oficina.
Según doblan la esquina una anciana “solicita una ayuda por favor” al no darla nadie
nada dice “pues yo tampoco pienso ayudar a nadie”, en ese momento Teresa saca su
cartera negra y del bolsillo saca todas las monedas que tiene y se las da.
- ¿Te has quedado sin nada?
- Esas eran las sobras del billete que tu me diste ayer.
- ¿Has desayunado?.
- No fui a la casa de baños para tomar una ducha.
- ¿Tienes algo de ropa?.
- Lo único que tengo es esto, aproximándose al contenedor de escombro levanta la
puerta y hay están sus útiles de limpieza.
- Mira mientras yo subo a la oficina, cómprate algo de ropa y desayuna en aquel
bar y di que lo apunten a nombre de Miguel Ángel Roca no tendrás ningún
problema, mientras saca dos billetes de 10.000 pts de la cartera.
Allí cerca hay una tienda de ropa donde dirige sus pasos aunque en realidad no los
siente pues creé estar flotando. Adquiere ropa interior, un pantalón, una blusa y
una rebeca del mismo color que el pantalón. Pasa delante de la puerta del bar pero
no la apetece tomar nada. Así que va hacía la oficina, llama al timbre y abre Miguel
Ángel que enseguida presenta a Margarita, un beso quita la barrera que antes se
había formado y más cuando van a ser compañeras.
- Necesito tu documentación para darte de alta en la seguridad social y poder
hacer el contrato, si te parece ponemos la dirección de tu nueva casa.
- Claro, sacando su cartera le da el carnet, puedo cambiarme esta ropa me hace
sentirme mal.
- La segunda puerta es el baño.
- Gracias.
Una sonriente mujer salé con la ropa recientemente adquirida y la otra apretujada
en la bolsa donde traía la ropa nueva, se siente diferente, la imagen no pasa
inadvertida y así se lo hace saber.
- Sigo pensando que estoy en un sueño, a veces estoy apretando los ojos
fuertemente por si estoy en el mismo, dice una Teresa pletórica.
- Pues te diremos que somos reales que tenemos un proyecto en el que Margarita
también forma parte al igual que tu ahora mismo.
- Te puedo preguntar ¿Cómo ha surgido todo esto?.
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- Es fácil y difícil a la vez pero para resumirte te diré que una lotería me ha
acercado la posibilidad de comprar el piso que vas a ocupar, esta oficina y el
remanente para empezar este proyecto. Conocí a Margarita y se lo propuse lo
demás ya te lo ha explicado antes.
- Como es que tienes la casa equipada para vivir.
- Margarita te confirmara que tenía el presentimiento de que alguien la necesitaría
y por tanto debía de estar dispuesta para ello, además Margarita me ayudo a
elegir todo lo necesario: Es más ayer terminamos de poner los estores de las
habitaciones. Mientras Margarita confirma con un movimiento de cabeza como si
todo se cumpliese como había sido proyectado.
- Así ha sido, el piso es grande quizá no hacía falta fuera tan grande pero era una
autentica ocasión que no se podía desaprovechar.
- Bueno vamos a llevar los papeles al gestor y vamos a comer pues tengo un
ronroneo en el estomago.
La idea es plenamente consensuada. El sol se va haciendo su hueco entre tantas
nubes, quizá esta tarde llueva al menos eso esta en la cabeza de Teresa no sabe si el
refugio nocturno de estos últimos dos días sería seguro o se empantaría de agua y
barro, pero esta noche lo haré entre sabanas.
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LA ECHADORA DE CARTAS
María José es una mujer que por circunstancias de la vida se ha vuelto envuelta con
cuatro hijos, esto ya determina su jornada de ocio, de aprendizaje y de todo lo que
una persona puede vivir, para redondear su circunstancia se separa del marido, con lo
cual su futuro se hace aguas. Pero lejos de sentirse mal, desdichada comienza su
lucha para obtener un trabajo que le permita subsistir sin más pretensiones, sabe
desde hace tiempo que sus manos tienen mucha energía, con ella, puede ayudar a dar
masajes a toda persona que tiene dolor articular o de espalda consiguiendo un gran
alivio para todo aquel que lo recibe.
Así comienza el trabajo en su casa tras adquirir una camilla de segunda mano tras la
consulta a un periódico que trata de ello. Una parte de su casa queda mutilada para
ser utilizada como lugar de trabajo.
De las amistades pasan a los conocidos y así su entorno va creciendo laboralmente.
También percibe la sensación de que lo que realmente necesita la gente es hablar,
ser escuchada, que se sientan comprendidos. Al tener esta necesidad la preguntan
por su futuro al ser una persona que trabaja con energías esto no le será extraño, al
menos estos son los razonamientos que recibe para tales solicitudes.
Dicho y echo, asiste a unos cursos de cartomancia durante un corto periodo de
tiempo y a desarrollar la intuición en las imágenes de las cartas que el azar va
sacando. Todo ello con ciertos temores a esta especie de brujería que va a realizar.
No sabe él porque de sus aciertos, esto llena de asombro a esta corpulenta mujer con
unas necesidades de cariño tantas o mayores de aquellas personas que la vienen a
consultar o con dolencias físicas, se siente tan reflejada en cada persona que viene a
consultarla que al final del día se siente muy pesada y profundamente cansada, esto
se va arrastrando y, como consecuencia, nota que su cuerpo va tomando kilos, sus
piernas comienzan a ensancharse con la intención de no moverse. El espejo se
convierte en traicionero en el que ni siquiera quiere dedicar un vistazo y si lo hace es
para mirarse críticamente. Bajo sus párpados unas ojeras violáceas, con su claro
significado de miedo, la piel amarillenta recuerda a su hígado y la hepatitis que pasó
de pequeña. La fama de María José va en aumento, tiene más gente aunque ella
nunca ha querido aprovecharse de ello, al contrario de personas que hacen un gran
negocio de ello y de que manera.
Tiene la intención de ir de viaje ella sola pero la losa de los hijos es mucha, también
quiere cambiar de domicilio en un claro intento de cambiar de vida evidentemente la
que lleva actualmente no le gusta esta muy saturada.
María José se encuentra con un libro que alguien le regaló, al abrirlo al azar lee: “El
burro se piensa que si se va de viaje volverá caballo” que esta sacado de un
proverbio oriental. Para su ritmo y reflexiona sobre ello.
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Siempre nos pasamos buscando lejos de nuestros confines, cosas que tenemos al
lado de nuestra mano.
A partir de ese día el color de la cara fue sonrosándose, las piernas comenzaron a
perder la forma de columnas y la alegría entró por fin en su casa.
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EL RIO
La ciudad creció en tornó al río que la atraviesa. De ser el elemento principal en
torno al que daba vida y hacía subsistir con su maravilloso elemento transportado, ha
pasado a dársele la espalda, quedando como un elemento decorativo.
A lo largo de su curso se ha construido un parque con muchos rosales, árboles y
arbustos, testigos mudos de noches de borrachera y escarceos amorosos y
desahogos rápidos.
Ahora es poco frecuentado salvo las mujeres, que tras la comida salen a dar una
vuelta en busca de su forma física perdida, y la gente mayor que busca el sol como
fuente de energía y lugar para que sus pensamientos tomen forma en imágenes de
recuerdos.
Sobre él se han construido siete puentes que comunican ambos lados de la ciudad
pero quizá por eso sea un lugar de paso más que de acogida. El agua que se bebe
procede de un embalse que se encuentra a doce kilómetros, las aguas residuales
procedentes de dos depuradoras: una en la cabecera y la otra en la salida de la
ciudad si las recoge el río.
Hoy el calendario indica que es lunes, el día ha abierto con una sorpresa que ha
descubierto una persona que corre a lo largo de su curso al mirar el río ha
descubierto que tiene un color rojizo ha buscado un coche patrulla para informarles
del caso, miran con escepticismo al informante pero tienen que comprobarlo. Las
primeras luces no son las mejores para comprobar el hecho pero según pasa los
minutos se va aclarando y efectivamente las aguas son rojas. Informan a sus
superiores mientras recorren el curso cauce arriba, entre ellos comentan que el
problema puede venir de la primera depuradora, así que se dirigen hacía allí, pero
cual es la sorpresa que ya esta entrando agua roja en la cabecera, vuelta a informar a
su oficina.
En los alrededores del río se va concentrando curiosos que quieren ver el anormal
aspecto. Los corrillos de especuladores surgen, las ideas están abiertas y según
pasan por la cabeza son vertidas. Acude la prensa y la televisión local. Como en un
laberinto todo el mundo pide explicaciones de aquel suceso. Algún agorero habla de
un baño de sangre símbolo de malas noticias, quién así lo hace es él que más personas
recibe su corro aumenta.
Se mandan técnicos a analizar el agua. Por fin no es testigo mudo del trasiego de un
lado a otro de la ciudad sino que la gente fija su atención en el río.
Con el paso de las horas se convierte en el centro de atención, hay atascos para
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observar el fenómeno. Las zonas de césped son ocupadas por cientos de zapatos. La
vida de la ciudad se ve polarizada hacía el río. Se toman multitud de tomas por las
diferentes cámaras. Hasta que la llegada de la noche hace desaparecer a los
curiosos, nadie queda en su entorno, los patos hoy han preferido estar en la caseta y
no se han adentrado en las aguas.
Las primeras luces del martes reflejan un aspecto muy diferente del de ayer, las
aguas tienen su color habitual y no hay rastro del hecho del día anterior. Los ojos
curiosos vuelven a ver el anómalo, pero al llegar se sienten defraudados por
precisamente no tener algo que les saque de su rutina. Las cámaras han vuelto, con
los periodistas y las fuerzas de seguridad. Los mentideros siguen a pie del curso
fluvial pero ya no tardan tanto tiempo pues se deshacen rápidamente aunque sigue
llegando gente a observar la normalidad.
El agua no ha dejado señales de su color ni en los márgenes ni en la vegetación
circundante. Los jardineros se afanan para poder recuperar el espacio sin papeles y
la rotura de ramas de arbustos.
Los resultados de análisis del agua no han mostrado ningún elemento extraño en la
composición es como si el elemento colorante se hubiera volatilizado. Las aguas
siguen teniendo el mismo color y olor de siempre. Pero el suceso ha quedado en la
memoria de mucha gente.
El miércoles sigue la sucesión matemática como la numeración pero algo ha dejado de
ser tan tangible, tan científico y está situación deja lugar a que algunas personas
dejen su habito diario por una reflexión.
Todo ocurría con la misma prisa que ocurre siempre. Juan corría con sus largas
zancadas que desmadejaban su largo moreno pelo, su objetivo era llegar antes del
cierre a la tienda de fotocopiadoras, tiene que enviar unos documentos por
mensajería esta misma noche, sin dar importancia a la acción, va chocando con
cuantos encuentra en su camino pero a pesar de ello no va más rapado, el reloj de la
calle señala las 8 horas y 30 minutos y aun quedan dos manzanas por venir. Con oídos
sordos no atiende a analizar las cosas dichas por su alocado paso. Ojalá no sean
puntuales, no sean de esos que están esperando llegar la hora para echar el cierre.
Su camisa deja lugar al proceso que su cuerpo vive y vale de toalla para retirar las
gotas de sudor que van recorriendo su frente como si de agua derramada fuese.
En efecto dos muchachas están en la puerta de entrada cogiendo la verja metálica.
No pueden dejar de ver que alguien llega sofocado hacía ellas.
- Por favor, no cerréis me corre mucha prisa.
Las miradas de las chicas se cruzan con la expresión del ya esta aquí el coñazo de
última hora, toda la tarde con lo justo de trabajo y ahora llega “Don prisas”.
- Perdonarme pero me ha sido imposible llegar antes.
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- Si pero debe entender que nosotras tenemos un horario que cumplir y que no nos
pagan porque estemos más tiempo.
- Llevas toda la razón pero es que sino me lo hacéis vosotras no lo puedo enviar
para que lo reciban mañana por la mañana.
- Porque no tienes pinta de engañarnos pero a ver si no vuelve a ocurrir.
- Os lo agradezco un montón.
- Mira las maquinas ya estaban desenchufadas.
- Sois unas mujeres maravillosas, mientras aprovecha a retirar los churretes de
sudor de su frente, con la hombrera de su camisa azul.
- ¿Son estas tres hojas? Pronuncia la chica rubia con el pelo corto.
- Si pero quiero tres copias.
- Vaya, lo que faltaba, ahora se engancha el papel. Levanta la maquina tras accionar
una palanca y rescata la hoja atrapada.
- ¿Quieres un poco de agua?, te veo sofocado, pregunta la chica morena con el pelo
también cortito y una extrema delgadez.
- Te lo agradezco, mientras acerca su mano hacía el vaso de plástico que se le
ofrece. El contenido pronto desaparece en su garganta.
- ¿Quieres más?. No te preocupes porque tenemos otra botella en la nevera.
- Pues si, quizá quiera recuperar todo el liquido que he dejado en la carrera.
La chica rubia que parece nueva con la fotocopiadora se le ha vuelto a enganchar,
nota como un rubor llega a sus mejillas.
- Anda hazlo con la otra.
- Yo no sé que le pasa que sé esta enganchando cada dos por tres. Voy a llamar
para que mañana venga un técnico.
- Pero si ya no están a estas horas.
- Lo dejó en el contestador automático
La situación se resuelve yendo a la otra maquina mientras la otra chica comienza a
marcar el numero de teléfono del centro de mantenimiento.
Pero ¡oh, sorpresa¡, la maquina también se engancha.
- Bueno no nos pongamos nerviosas o no terminaremos nunca.
Lentamente inicia los procesos de desatascado y abanicar el papel por si este fuera
responsable. El reloj de la pared muestra las veinte cuarenta y cinco. Los ojos de los
tres se han fijado en él. Nueva puesta en marcha de la maquina e inicio de la
operación
De nuevo el resultado es el mismo. Ya los nervios se manifiestan en todos.
- Mira no te las podemos hacer porque todo se ha aliado para que así sea.
- De todas las maneras os agradezco lo que habéis hecho por mí.
Encamina sus pasos a la salida pero la voz de la chica delgada le para en seco:
- Espera esta la posibilidad de hacerlo en la fotocopiadora de planos. Luego
recortamos el papel sobrante y listo.
- Entiendo que os estoy causando muchas molestias, como podré recompesaros.
- Pues invitándonos a unas cervezas. La frase salé espontanea sin consultar a su
compañera, pero una cruzada de miradas es suficiente para aceptar.
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- Contad con ello.
Por fin las fotocopias están realizadas y cortadas a su tamaño original. Comienza la
operación de desconectado de maquinas y de recoger los papeles caídos por el suelo.
El reloj marca las nueve mientras la persiana mecánica cae con un ruido chirriante
que hace que todas las personas que pasean por la acera dirijan sus miradas hacía allí.
- Conocéis algún sitio por aquí.
- Vamos a un sitio que solemos ir, esta en la otra esquina. Contesta la chica rubia
con una falda de volantes y unos dientes que en vez de colocados parecen que han
sido barajados, esto no impide que sea una chica con autentico atractivo.
- Si te puedo preguntar para que son esas fotocopias que tanto te urgen.
- Tengo que mandarlas por mensajería urgente para que estén mañana antes de las
doce. Se trata la posibilidad de un trabajo. Ahora tengo que llevarlo a la
empresa de mensajería urgente aunque ahí tengo tiempo hasta las diez de la
noche.
- Tienes una en la calle paralela a esta por detrás.
- Mira ves las cosas se facilitan. ¿Queréis tomar otra cerveza?.
- Yo tengo que marcharme.
- Venga vale, contesta la chica rubia. Que tras la despedida de su compañera sin
saber como comienza a contar su vida laboral
De camino a la agencia sigue hablando, como si hubiera encontrado con la persona que
se puede comunicar. Él intenta también comunicar pero se hace difícil hablar con
quien ha abierto el grifo de los sentimientos. La reunión sigue hasta que los últimos
bares cierran y aun quedan cosas por expresar, la solución es quedar para otro día. Y
así ocurre.