sábado, 16 de enero de 2016

EL VIAJE INTERIOR Y OTROS CUENTOS

A modo de introducción

Bueno este es el tercer libro que escribo, los cuentos vuelven a ser el argumento fresco con el que cuento (valga la redundancia) historias que se tejen a la luz del ordenador, en tiempos diferentes, salen historias diversas, de nuevo 25.000 palabras, quizás sea para mostrar que solo tenemos un objetivo en la vida y ese es ser “felices”, no es tan difícil
como que te toque una quiniela, algún día, sino algo que como esta tan cerca lo despreciamos. Como el niño, que ansia durante mucho tiempo un juguete, al conseguirlo pierde toda su ilusión y ya no tiene importancia.
Los hombres nos vamos poniendo metas, casi siempre, materiales. Y al conseguirlas ya pierde todo interés, entonces vuelta a empezar con un nuevo objetivo pero, eso si, cada vez nuestro animo va cayendo, por una cierta idea de frustración. El problema radica en materializarlo todo.

Seguimos pero cada vez nuestros ojos se cierran más, nuestros oídos se tornan sordos, nuestro olfato se hace inodoro, nuestro tacto se cubre de un áspero guante y nuestro gusto se unifica.

Siempre es tiempo de empezar, por muchos caminos que hayamos recorrido, por mucha edad que contemos siempre podemos cambiar.

Merece la pena reencontrarnos con la felicidad.

El pasado puede ser una losa, pero solo puede, no quiere decir que lo sea, depende tanto de nosotros, que pese tanto o sea parte de algo vivido y punto, sin más significado que el puesto en él.

Un gran abrazo a todo el que se acerque a estas líneas. Porque el pensamiento es energía y esta es la que mueve el mundo y, por tanto, nuestras vidas, y las palabras son parte de esta energía.


DESPERTAR
Con ojos entornados volvió a la cama, de la que se había desprendido hacía tres horas. Sus manos retiraron la colcha amarilla que la cubría.

Su cabeza busca el apoyo de la almohada y sus pies simulan un salto de altura para adentrarse al interior de las sabanas. Como sí de una búsqueda de tiempo perdido se tratara, comienza a respirar profundamente. Intentando acumular todo el aire que necesita para su viaje onírico. Pero no transcurre ni media hora para recuperar su estado
de vigilia, tiene acumulado bastante cansancio en su cuerpo como para recuperarlo en poco tiempo. Sus ojos descubren la luz de la mañana, con la suficiente intensidad que la hace parpadear una y otra vez. Sus piernas tratan de que con un fuerte estiramiento reintegrar su disposición para funcionar de nuevo, los brazos la acompañan de igual
manera pero las agujetas la hacen sentir el esfuerzo no acostumbrado.

El pelo se enmaraña, aun más, tras restregarse en la almohada. La primera mirada es hacía el reloj de la mesilla, donde la indica el poco tiempo que ha pasado desde su vuelta a la cama. Sabe que es inútil volver a intentar coger el sueño, así que, encamina sus pasos al lavabo donde buscar el frescor del agua, con el que encontrar la normalidad.

Restriega el mismo su cara y sus cabellos para volverlos a componer y volver a Su puesto de trabajo, no lo tiene que hacer hasta la tarde pero, quizás, ella tenga cumplido su ciclo de descanso, otro puede necesitarlo. Son los cinco días de las fiestas patronales de cada pueblo donde estén trabajando, hay que aprovechar las jornadas de trabajo de estas
festividades para tener el resto del año más desahogado, con objeto de conseguir unos lujos que de otra manera estaría vetado a su economía, junto con otros cinco compañeros se dedican los tres meses de verano en recorrer los pueblos en fiestas y poder ofrecer su oferta gastronómica y etílica. Precisamente esta segunda opción es la que les da más quebraderos de cabeza, aunque se consigue bandear de la manera mejor posible, aunque esta sea con alguna perdida económica.

Se turnan para que siempre este uno de refresco ante cualquier imprevisto, pero una cosa es la teoría y otra tener que echar todos una mano, en cualquier momento.

El cepillo busca hacer surcos claros en el cabello, esto solo es momentáneo pues vuelve a su posición, como cuando despiertas y tratas de prolongar tu sueño en una batalla perdida.

El sol entra con todo su esplendor y autoridad que tiene los meses del verano, la ventana del cuarto de baño da un patio ancho.

El hostal donde se encuentran es el mismo que ocupan todos los años y por tanto hay buena relación y buen entendimiento con el precio final, es como una casa para ellos pues acepta sus entradas y salidas en horarios anormales de trabajo.

Un perro busca el cobijo de la sombra de los dos almendros que están ubicados en el patio, tras un arqueamiento de su esqueleto emite un bostezo y recupera su posición de tendido. Algunos pájaros revolotean en juego de persecución junto a las cuerdas llenas de ropa tendida, colocada a primera hora ha puesto la dueña del hostal. Al lado izquierdo en la esquina un pequeño corral completa la fauna del patio, los alambres está lo suficientemente oxidados para indicar el tiempo que llevan puestos, la pequeña puerta de madera que impide o acepta el paso esta confeccionada con maderas de cajas de frutas y acoge a media docena de gallinas y su gallo ufano con la autoridad que le da el no tener
competencia.

Lucia sale a este patio para coger la ropa seca que ya está en la primera cuerda, no puede evitar el bostezo y que el perro levante su cabeza a su paso para luego volver a la posición de acomodo. Una a una va recogiendo las pinzas de madera para dejarlas en la bolsa
De plástico que está en la segunda cuerda. Amontona los pantalones y camisetas sobre el brazo izquierdo para luego hacerlo con la ropa menuda. Estrecha ambos brazos contra su cuerpo, para evitar que ninguna caiga al suelo. Sube las escaleras hasta el segundo piso. Con un ligero impulso la puerta cede para dejar paso a la cama que se encuentra nada más entrar, a la derecha un armario de madera con las patas recompuestas en varias ocasiones, una pequeña mesa y una silla son todos los enseres que posee la habitación.

El despertar se inicia, normalmente, con la llegada del nuevo día, pero si la actividad laboral o ociosa te ocupa parte de la noche entonces ya varia, él mismo. Té siente a contracorriente de la actividad normal de todas las personas, ello te hace sentir extraño, al menos así lo cree Lucia que lo comenta con la dueña del hostal.

- Yo cuando trasnocho, al día siguiente no soy nadie.

- A mí me ocurre igual pero ya me he acostumbrado a que los meses de
verano cambie mis hábitos de sueño.
EL VIAJE INTERIOR

La sombra se hace larga nada mas salir a la calle, tras salir del portal del viejo caserón donde tiene alquilado un piso que en su día fue una tercera parte del tercero izquierda. El dueño lo ha dividido, precisamente, en tres partes, para sacar más rendimiento del mismo. La reforma ha sido de lo más chapucera, aunque su objetivo ha sido dejar unas casas aparentes. Ángel tiene la gran suerte de vivir en esta planta pues sus vecinos de los pisos superiores lo tienen peor, pues, no existe ascensor Los techos son altos y los escalones de madera muy antigua, anchos pero muy multitudinarios lo que hace que muchas veces se te quiten las ganas de bajar a la calle sino es para ir a trabajar o para hacer la compra.

La sombra es larga y ancha por ser una persona alta y fuerte.

Dibujándose perfectamente ante el albor del sol invernal. La mañana es fría y llena del ruido tradicional del trasiego de la calle.

Hoy no tiene que ir excesivamente pronto al despacho, donde gestiona obras para particulares y empresas.
Ángel se encuentra mal desde la separación con su pareja, no llego a estar casado pero ha tenido una convivencia de cinco años, que no le lleno pero que tampoco le deja indiferente. Ahora siente la soledad y eso, no se lo puede permitir. Precisamente él, que es una persona extrovertida, que le gusta estar rodeado de gente. Ahora lo toma como un fracaso, del cual no logra entender que ha fallado para que la relación se termine y ella haya iniciado un nuevo camino con otro hombre.

Este mocetón tiene treinta y cuatro años, todo su edificio interior derruido, buscando una salida se ha encontrado con el alcohol.

Precisamente este le ha envuelto en su manto negro del que tan pocas cosas se ve, salvo el hoyo del final: la muerte.

Ha bajado para ir al trabajo, pero más por inercia que por ganas. Al doblar la acera, su mano derecha se mete en el bolsillo de la americana para extraer el enésimo cigarrillo. Aunque sea temprano, la relación con el humo se inicia desde que abre sus ojos. Estos son de un rojo encendido por el espirituoso inhalado. Sus movimientos se van haciendo más torpes, la llama del mechero busca la punta del cigarrillo, mientras los pasos dudan al llegar al bordillo de la acera. No reconoce a la vecina con la que se cruza.

El autobús va repleto, guarda en su boca la ultima bocanada que expulsa en el momento de subir al mismo. La cara se vuelve desagradable por ir lleno, hay que soportar la presión del brazo del vecino que intenta leer el periódico deportivo, cosa bastante difícil por tener que sujetar una cartera y tener que asirse a la barra. Pero al mal tiempo, busca con su vista los titulares de algo que ni le interesa ni lo sigue pero sí esta en boca de todos. Por fin llega su parada, parece que también lo es de medio autobús. Su nerviosismo ha subido de tono, no ha tenido la muleta que le echa el alcohol o el mismo tabaco. Instintivamente su mano busca el paquete de cigarrillos, uno mas que lleva a su boca y el mechero que quiere mostrar su habilidad de llama eterna pero que al gas se ha terminado, sacude una y otra vez como buscando el fluido escondido en cualquier rincón. Allí no queda nada.

Ángel es una persona poco preparada a pedir ayuda. Piensa que si lo hace “debe una”, no quiere que nadie le deba nada al igual que el no lo hace con nadie. La solución es privarse del cigarrillo hasta el encuentro con un estanco donde reponerla fuente calórica.

Sube las escaleras con desgana, para musitar un saludo con la gente que se encuentra. Pero es Francisco quien se acerca a su despacho y pregunta:

- Buenos días, Ángel, ¿te ocurre algo?

- Tengo un problema con la bebida y no salir de ella. Se queda
sorprendido de su sinceridad, al hablar de algo personal.

- ¿Bebes mucho?

- Te diré que la botella y media de vino, cae todos los días o seis u ocho cubatas hasta que caigo dormido.

- Me imagino que conoces que el alcohol es un gran depresor, tiene una corta subida y una profunda bajada de estado de ánimo.

- Si, pero no se como salir. He perdido quince kilos y ya te has enterado de mis periodos de baja.

- ¿Te trata algún medico?

- Claro, pero me receta pastillas con las que casi me convierto en un
zombi No salgo apenas de casa, no quiero ver a nadie.
- ¿Puedo ayudarte?
- Eres con la única persona con la que me he sincerado, no lo he hablado
con nadie.
- El primer paso lo acabas de dar. Identificar tu problema ante los
demás y ver tu impotencia para resolverlo.
- Creo que de poco vale manifestarme como un pelele.
- Aunque no lo creas es muy importante, ver como te levantas de tu
silla para poder comenzar a andar.
- ¿Sabes de algún remedio, para poder salir de esta mierda?
- Vamos a intentarlo, tenemos mucho que ganar.
- ¿En que consiste?
- En empezar a valorarte tú. Te has puesto en una escala de 0 a 10 en
el último lugar, con ello es fácil utilizar el adjetivo que te has puesto.
Tenemos que lograr elevar tu autoestima al numero 10, con ello te
sentirás fuerte y podrás vencer cualquier adicción. Tú y solamente tú
eres capaz de conseguirlo.
- Ya, pero la pregunta es ¿cómo?
- Ese es nuestro entrenamiento, que podemos comenzar esta misma
tarde.
- Estoy ansioso de ello. Eres como un punto de luz, lo que me acabas de
dar.
La cara de Ángel retoma una sonrisa perdida y se nota una relajación en
su rostro.
- ¿A que hora te parece bien?
- A las cinco, al terminar el trabajo, cuando marchen todos podemos
empezar aquí mismo.
El día paso muy rápido la esperanza se había fijado en los ojos de Angel,
retomo sus papeles con inusitado interés, incluso fue a las clases del
master inconcluso, tras el periodo de comida, para estar a las cinco en
punto en la oficina. Extraño su presencia a esa hora, por parte de sus
compañeros que emprenden su salida. Directamente va al despacho de
Francisco, llama con los nudillos. Un giro de llave interior flanquea la puerta desde dentro. Toman asiento, para iniciar. Comienza a explicarle
el trabajo a realizar:
- Ángel, quiero que empieces a respirar profundamente... y según lo vas
haciendo quiero que vayas cerrando tus ojos... quiero que te sientas igual
que cuando te encuentras mal... escucha lo que escuchas, siente lo que
sientes y mira lo que ves. Descríbeme tus sensaciones.
- Tengo un gran dolor de cabeza y una gran opresión, apuntándose la
zona del pecho.
- Muy bien Ángel ahora te vas a poner en esta posición, en cuarenta y
cinco grados a la que estaba. Ahora tienes a Ángel en esta situación
angustiosa, ¿qué le darías a Ángel para que Ángel salga de este estado...?
El trabajo con Ángel lleva cinco horas.
- ¿Cómo te encuentras Ángel?
- Te lo puedo decir con una palabra “SORPRENDIDO”. Será verdad
que todo sea tan fácil como me dices.
- No es lo que yo te diga, tienes que sentirlo tu mismo. Mañana
hablamos, ¿te parece?
- Claro que si, té diré todo lo que pasa en mi cabeza.
- Por ultimo escribe tus sensaciones, te ayudaran a comprenderte un
poco más.
- Dirigieron sus pasos hacia la puerta de salida.
- No sabes lo mucho que me has ayudado Francisco.
- Al ayudarte también lo he hecho conmigo mismo, así que es un favor
mutuo.
Mientras, bajan las escaleras para salir a la calle. Allí un apretón de
manos es la señal de despedida.
Ángel se siente flotar y decide volver a casa andando, sus ojos
comienzan a notar matices diferentes, que siempre han estado pero que
nunca ha prestado atención.
- ¿El mundo es diferente o soy yo el que ha cambiado? Esta es la
pregunta que suena en su cabeza.
Al día siguiente decide madrugar. Su mano va automáticamente al
bolsillo de la americana, en busca del paquete de cigarrillos. Para su
brazo y dice:
- ¿Qué estoy haciendo?

Presiona el paquete hasta que lo hace una bola y lo tira a la basura.
- Lo he conseguido. Igual que no tomar vino para conciliar el sueño.
Sale de su casa y va hacia un parque cercano y observa a un hombre
mayor, esta agachado en el suelo, lo golpea con una nuez. Extrañado le
sigue observando su ocupación anormal. Al rato ve como una ardilla
comienza a bajar de su árbol y se dirige hacia la nuez, la recoge con sus
patas delanteras y con igual prisa vuelve a la seguridad de la rama, para
degustar el manjar, recién donado.
- Ahora entiendo lo que ayer, Francisco, me decía con valorar las
pequeñas cosas.
Su cara es la misma que el atleta al lograr la victoria en su carrera. Una
satisfacción hace que sus poros se abran y comiencen a evacuar el
alcohol depositado.
- “LO HE CONSEGUIDO”.
Su cara es una sorpresa agradable para todas las personas que se cruzan
en su camino a la oficina. Se da cuenta que su cambio afecta a las
personas con las que se cruza lo cual le hace asentarse más, aún, en su
posición optimista. Tal y como ha comentado con su compañero.
El día no es el mismo, claro que no. Empieza a entender que lo esta
haciendo Ángel, como cada una de las personas que le rodean. Por
supuesto que ve caras enfadadas, preocupadas, pero también comprende
que algo de su alegría queda en el subconsciente de cada uno. Francisco
no ha sido nunca, un compañero, con el que se ha ido a tomar unas
cervezas o que haya tenido un cierto grado de amistad, sin embargo,
cuando ha necesitado ayuda ha aparecido.
- Tengo ganas de ver a Francisco y contarle todo lo que me ha sucedido
desde ayer por la tarde. Sube afanosamente las escaleras para llegar a
la puerta del despacho de su compañero, pero alguien le dice que ha
salido y hasta después de la comida no tornara. De momento hay una
señal de contrariedad, pero lo siente, por ello puede cambiar el estado
de ánimo.
- Nunca pensé que el tiempo que hable con Francisco, haber retenido
tal numero de cosas que me expreso. Tengo sus palabras tan presentes
que es como si me las estuviera volviendo a decir, pues estoy plenamente
convencido de ellas.

La tarde llego y de nuevo volvió al despacho de Francisco, alguien le
comenta:
- Ha llamado que no volverá hasta pasado mañana por tener que ir a
arreglar unos papeles de una exposición que va a celebrarse en Coruña.
De nuevo vuelve a contrariarse, instintivamente. Tiene tantas cosas que
compartir. Un compañero le ofrece un cigarro.
- No gracias, no fumo.
La expresión del compañero es grande
- ¿Cómo, has dicho?
- Que lo he dejado.
- Me dejas de piedra
- A veces hay que tomar decisiones drásticas y creo que la mía ha
llegado ayer.
- ¿Cómo té ayudas, parches de nicotina, o…?
- Simplemente con mi voluntad.
- Yo lo he intentado dos veces pero reconozco que no soy capaz.
- Ayer aprendí que las limitaciones las ponemos nosotros, si nos damos
cuenta de ello, las cosas son mucho más fáciles de lo que pensamos.
- Puede ser, pero te digo que lo he intentado dos veces y he vuelto a
recaer.
- Yo no te puedo descubrir secretos porque solo llevo un día. Lo que sí
te puedo decir es lo bien que me encuentro y lo convencido de poder
vencer esa adicción.
- Cuando lo inicias lo haces con gran ilusión pero luego es como si esas
ganas se fueran esfumando, por ello vuelves a caer en la rutina.
- Ahí creo que esta la clave, el porqué fracasó tantas veces. Nos
dejamos ir sin implicarnos. Esta situación nos hace aparecer como si la
vida fuera una rutina. Eso produce un desencanto, todo se vuelve
rutinario. Normalmente cansa. Es como si ves una película larga y
pesada, crees que nunca llega el fin para poderte levantar de tu butaca,
pues té estas aburriendo mucho y te empiezas a poner incomodo. No te
das cuenta que nadie té sujeta a esa butaca nada más que tu. Piensas en
que puedes molestar a los demás y por ello sigues sentado, o quizás te
preguntas que pensaran el resto de espectadores de tu actitud, al
levantarte en medio de la proyección, siempre buscamos una disculpa lo bastante persuasiva para convencernos a nosotros mismos o al mundo que
nos rodea que nuestro obrar es el correcto, como consecuencia, no te
levantas, siguiendo sentado.
- Creo que llevas razón, yo voy a intentarlo de nuevo. Mientras apaga
su medio cigarrillo, en el atestado cenicero de cristal blanco.
Al dejar a su compañero, Ángel, se da cuenta de las palabras de
Francisco: “Si tu cambias, todo lo que te rodea cambia”. Sin saber como,
puede haber ayudado a un compañero a dejar un vicio nocivo. Tampoco se
plantea, si lo conseguirá o no.
Empieza a subir un sudor frío de claro significado, ha acostumbrado a su
organismo a unos hábitos que crean dependencia física y moral, cuando
de pronto se suspenden, la ingesta de alcohol y tabaco, crea un
desequilibrio y el cuerpo reacciona. Comienza a respirar profundamente
hasta tres veces, la calma comienza a llenar ese gran cuerpo. Las manos
van cesando de temblar. Se dirige al servicio para beber dos buenos
vasos de agua, sabe que tiene que ayudar a su riñón para eliminar tantas
sustancias nocivas que pululan en su organismo. Siguiendo los pasos que
Francisco le ha señalado, vuelve a tener el control sobre su cuerpo. La
respiración vuelve a ser armoniosa y las manos dejan de temblar. Siente
un gran cansancio. Sabe que su cuerpo esta en lucha y que necesita
descanso por encima de cualquier cosa. Lo primero es hablar con el
encargado para pedir una semana de descanso a cuenta de su sueldo.
Jesús, que es el encargado, sabe de su situación y le anima para que lo
haga, no hay ningún problema.
Nada más salir de la oficina, hace una lista de alimentos que va a
comprar para encerrarse en casa y descansar. En la frutería elige una
gran variedad de frutas y verduras. Sabe que no va tener ganas de
cocinar, aparte de que el cuerpo no se lo va a pedir, es la mejor elección.
La compra se complementa de zumos. Siempre ha leído cosas para
cuando quiere, uno, desintoxicarse, ahora ha llegado el momento de
llevarlo a la práctica. Siempre pensando que eso puede ser para otras
personas, nosotros no caeríamos en eso y sin embargo una cosa anormal
la vas haciendo costumbre y ya es tu forma de vida, sin percibir donde
esta la barrera imaginaria que construye una realidad.

Sube los tres pisos, hasta llegar a la puerta de su casa. Abre la pesada
puerta de entrada, tras un giro rápido de llave, entorna la misma con el
tacón del zapato, para coger, el largo pasillo que conduce a la cocina.
Distribuye los alimentos en sus lugares correspondientes, pliega las
bolsas de plástico para depositarlas en una mayor que esta detrás de la
puerta, junto a una pequeña despensa, que en sus tiempos realizaba las
funciones de nevera. Tras esta operación, la segunda: desconectar los
teléfonos, tanto el móvil como el fijo. En su mente Francisco dándole
consejos y entre ellos este que va a iniciar ahora mismo. Se dirige al
cuarto de baño para darse una ducha, antes pasa por la cocina para poner
la ropa en la lavadora y poner el programa conveniente. El reloj es
escondido en un cajón de la mesilla. Tras el aseo la busca de la ligereza
que le aporta la fruta, en concreto manzanas rojas. Lava las mismas en
el fregadero para hincar sus dientes en esa carne dura y apetecible, una
gota del zumo, va recorriendo la comisura de sus labios, para llegar a su
garganta, es entonces cuando busca la ayuda de la servilleta. Tras comer,
abre la puerta, donde se esconde el cubo de basura, es allí donde echa
los restos de su comida. Un buen vaso de agua termina la comida. Una
nueva visita al cuarto de baño, es el último paso para iniciar su viaje
interior. Sabe que va a sufrir pero sus ideas están muy claras. Quiere
pasar este examen con nota.
Se mete en su cama tras cerrar la persiana, no tardan en aparecer los
fantasmas atormentadores. Preguntas como ¿qué haces aquí? ¿Es de día
y estás metido en la cama? ¿Qué perdida de tiempo? ¿No será mejor
continuar como estabas?
Angel sabe perfectamente de que el miedo paraliza y que cualquier
cambio genera miedo. Pero por otro lado ha entendido el razonamiento
que le hizo Francisco y le convenció por lo coherente que era, estaba
tapando una situación con una cortina de humo, puede no ser malo y solo
ser un escape, pero resulta que esos vapores que emiten el humo, están
destrozando sus pulmones y además su sistema nervioso, por ello vale la
pena cualquier cambio para mejorar en salud.
Comienza a pensar que se encuentra en un desierto, donde hace mucho
calor, la arena esta quemando, lo único que rompe el paisaje son
precisamente dunas de arena, sabe que tiene que seguir para adelante, si permanece quieto la muerte será cosa de horas, no tiene agua. Nota
como se van debilitando sus piernas, como apenas puede levantarlas, de
esa arena que parece como sí la engullera. Siete como se arrastra
percibiendo el calor y el sonido de la arena corriendo por su cuerpo. Los
labios resecos. Solo hay una solución: seguir. Por fin, consigue
visualizar un puente, es allí donde debe dirigirse. Nada mas pasarle, el
paisaje cambia, exuberante vegetación, agua por todos los sitios y una
armonía de música. Siente como se introduce en un río cristalino donde
puede calmar su sed y librarse de la arena adherida. Puede salir y
consumir cualquier fruto que esta al alcance de su mano. También hay
aves de canto maravilloso. Consigue llenarse de cada una de las cosas
que le rodea, pone sus cinco sentidos en ello y cae profundamente
dormido. Ha sido la primera experiencia de su viaje interior.
El sueño es benefactor, pero su cuerpo esta cubierto de sudor. Hace
mucho tiempo que no descansaba así. Se levanta de la cama hacia el
cuarto de baño, donde abre el grifo de la ducha. Enjabona su cuerpo de
espuma blanca, para borrar huella del líquido viscoso de olor
nauseabundo. Despliega su toalla de colores, para frotar vigorosamente
su cuerpo, como queriendo guardar el calor proporcionado por el agua
caliente. Toma su albornoz gránate y va a la cocina para coger una
reparadora manzana. La mastica despacio sin prisas, mientras mira por
la ventana viendo como las luces artificiales compiten con la luz
mortecina del atardecer. Gente que anda deprisa, abuelos que comienzan
su retirada a casa, la noche no es para ellos, el miedo a la oscuridad o la
relación de falta de luz con la muerte es un tema que les agobia, salvo los
que alargan su tarde en los bares, jugando la partida de cartas o
buscando su propia imagen mientras beben el vaso de vino, viendo
cualquier programa de televisión. Pronto vera como cae los cierres
metálicos de los comercios. Le gustaría salir pero está en un
tratamiento que se ha marcado precisamente el mismo. Ahora es su
cuerpo el que necesita reposo y continuar con su viaje interior.
Un disco en su cadena de música. Baja el volumen para que sirva de
acompañamiento y no de encubridor. Se sienta en ese sillón que ha
ocupado tantas veces, para volver a revivir las sensaciones que ha tenido
con su compañera, pero no desde el punto de vista nostálgico, sin añora el querer, lo que se ha tenido, sino desde un punto de vista positivo. Esto no
ocurre hasta que la sensación o realidad, ha desaparecido.
Una profunda sed le lleva ha hacerse un zumo de naranja. Ha perdido
mucho líquido con tanta sudoración. Su riñón esta haciendo un gran
trabajo y le hace falta los elementos básicos para seguir desarrollándolo.
El zumo es ingerido con la misma rapidez que se ha hecho. Lava los
cacharros para volver a su sillón. La lámpara tiene un regulador de
intensidad y eso ayuda a que la luz no sea irritante. Toca volver a su
trabajo mental. Se produce un movimiento anormal de manos, ello le
lleva a tomar conciencia de su respiración, haciéndola más profunda,
exagerando los movimientos para permitir una mayor ingesta de oxigeno,
para después realizar una especie de arrugamiento, que facilita la salida
del aire embolsado. Repite la operación por tres veces, teniendo como
consecuencia una disminución del primitivo temblor hasta su
desaparición. Ya no hay circunstancias físicas que puedan alterar su
trabajo interior. Una vez más consigue salvar las manifestaciones
físicas que provoca el síndrome de abstinencia de las dos sustancias
adictivas. Una gran alegría, como una descarga eléctrica, recorre su
cuerpo, subiendo su autoestima, donde solo había desesperanza,
desasosiego y un gran vacío, era todo el bagaje que existía en su interior.
Siente el frescor que deja la caída del sol, así que es tiempo de buscar el
calor de la ropa de cama. Se siente extraño yendo a la cama a esta hora,
de la recién estrenada tarde, pero precisamente el descanso es una de
las tareas que necesita su cuerpo, según se dirige a la habitación mira de
reojo al libro que no ha terminado desde hace tiempo, pero no es el
momento de dedicarse a la lectura, el objetivo es otro: se trata de él
mismo.
Reflexiona sobre las pocas veces que se ha preocupado de sí mismo, solo
lo ha hecho por su imagen personal, apenas sobre su psicología.
Busca música con la radio que tiene en la mesilla, hasta que encuentra
una ambiental, donde ponen canciones de hace cierto tiempo. Esta es la
que le acompaña.
Se pregunta como es posible que haya iniciado una tarea a la que
desconoce todo y sin embargo la conversación que mantuvo con
Francisco, le ha dado la llave de su sentido común, tal que se enfrenta el solo a dos tipos de síndrome de abstinencia. Necesita saber si lo esta
haciendo bien, así que mañana llamara a su compañero para pedirle su
parecer. El día tarda toda la noche en llegar, el reloj señala las ocho y
media. Han pasado seis días desde que inició su reclusión. Ya es hora de
que haya llegado, los compañeros a la oficina.
- Buenos días, quería hablar con Francisco.
- Un momento que le paso, es la voz de la recepcionista.
- Dígame.
- Hola soy Ángel, he iniciado mi proceso de desintoxicación, pero me
gustaría que me ayudaras, tengo muchas dudas.
- Claro, cuenta conmigo, donde te puedo ver.
Ángel le da la dirección de su casa y quedan a las ocho de la tarde.
El tiempo hasta entonces lo emplea en ordenar la casa y dar la limpieza
que no ha dado desde hace tres semanas, lo cual hace que tenga que
tomar muchos descansos, pues su comida frugal, con abundancia de
zumos y frutas le deja bastante débil.
La música sigue siendo su compañera, con tanto trabajo se le olvida que
el reloj indica la hora con la cual ha quedado con su compañero. No pasan
ni cinco segundos por las señales horarias emitidas por la radio, cuando
suena el timbre de la puerta. Corre a abrirla, para encontrarse a un
Francisco sonriente.
- Adelante, estas en tu casa.
- Muchas gracias, me he alegrado mucho esta mañana, cuando me
dijiste que re estas deshabituando.
- Cuando estuve contigo es como si se hubiera abierto una puerta que
estaba cerrada, en mi interior.
- Pero no olvides que la has abierto tú.
- Si, ya lo se, pero te confieso, que tenía muchas dudas pues no sabía si
iba a poder llevar a cabo, el proyecto del cambio de mi vida.
- Realmente, a nosotros, cualquier cambio, nos cuesta mucho el
efectuarlo, nos aferramos a lo que tenemos, aunque nos este haciendo
daño, porque hemos aprendido como valor supremo, que aquello que
poseemos, es lo importante, la realidad y lo demás es etéreo. Observa
que cualquier pareja, que se lleva mal entre ellos, o cualquier persona que
tiene un trabajo en el cual se encuentra mal, nos agarramos a lo que tenemos como si fuera el máximo bien, aunque lo que se nos ofrece, como
novedad, tengan muy buenas características. No queremos dejarlo
porque nos da miedo el cambio. Todo el mundo sueña con cambiar pero
cuando esté llega nos plegamos a todo aquello que tenemos, por ser lo
tangible. Ya sabes lo que dice el refrán “Más vale pájaro en mano que
ciento volando”. Nos gustan las otras aves que están volando, pero y si
es peor que la que tengo en la mano.
- Si reconozco que soy así yo también. Responde un Ángel sonriente.
- Pero ya te digo que no es un problema tuyo, funciona en todos
nosotros, el aprendizaje ha sido similar. Sin embargo surgen personas
como tu, que son capaces a quitarse sus adicciones encerrándose en su
casa y hacerlo sin ayuda de nadie.
- Fíjate que cuando tomé la decisión me vino a la cabeza un artículo que
leí en una revista que hablaba sobre los alimentos a tomar y la
importancia del reposo. No recuerdo donde lo leí pero de pronto vino a
mi cabeza y lo que pudo ser una lectura banal, se quedo perfectamente
en mi cabeza, para en el momento adecuado, presentarse como todas las
cosas que me dijiste hace ya diez días.
- Ángel cuando realmente queremos una cosa las circunstancias se
colocan dé tal manera que se pueda llevar a cabo tu deseo, siempre que
no vaya contra nadie o hacer daño.
- Francisco, eso siempre me han parecido cuentos de hadas.
- Correcto, no te creas todo lo que te digo, experiméntalo. Ahora
piensa un poco en ti, cuando has necesitado ayuda, un compañero tuyo,
con quien no tenías ningún trato, viene y te da lo que necesitas, en tu
mente surge la revista que habla sobre alimentación y estilo de vida,
para ayudar a quitar las sujeciones.
- Llevas razón, he necesitado pedir estos días sin sueldo y no se me ha
puesto ninguna traba.
- Muchas personas hablan de la magia, otras de la suerte, que más da lo
que sea, el caso es que funciona. Tu has decidido hace diez días cambiar
tu vida y lo estas haciendo.
- Me parece maravilloso que lo este haciendo.

- Curiosamente quisiste coger mi mano, enseguida, por encontrarte
dudoso y la casualidad, que no creo en ella, me llevó fuera de tu ámbito.
Sé que es más fácil que nos lleven de la mano, cuando nos encontramos en
un bosque desconocido. Pero entonces lo que tenemos es una experiencia
guiada, como si no fuera nuestra. En esta nos puede a llegar a gustar o
no, pero ya dejamos de ser los protagonistas de la misma. Si las cosas se
nos presentaron tan fáciles seguramente desconfiaríamos de ellas y no
las cogeríamos.
- Yo puedo decirte: me he encontrado en la situación que me estas
hablando, en un bosque perdido, he querido ver el mapa (en este caso
serias tú) pero no estabas. Me ha dado mucha rabia, el no poderte
consultar, pero por otro lado la alegría, que tú me dijiste, hazlo tú, con
equivocaciones o errores. Lo estoy haciendo pero tengo la necesidad de
compartirlo contigo.
- ¿Cómo te encuentras físicamente?
- Muy ligero, pero aunque he dormido muchas horas, tengo la necesidad
de hacerlo otras tantas.
- Es normal que sientas esto, Ángel, tu cuerpo ha sido sometido a
mucha tensión mental, lo que necesita ahora es descanso, como muy bien
has estado haciendo.
- Nunca había relacionado estado mental y estado psíquico.
- Muchos olvidamos la intima relación entre ambos, no hay dualidad. La
ciencia se ha esforzado en diferenciarlo porque el cuerpo es físico por
tanto tangible y cuantificable, en una palabra se puede medir, contar,
pesar. Pero ¿cómo te pones a medir, contar, pesar: pensamientos, ideas
o sentimientos? Lo que predomina es la realidad palpable, lo otro es lo
etéreo que se puede especular con estadísticas de comportamiento: Por
ello se entiende dos mundos contrapuestos cuando no unitarios. Si
queremos encontrarnos bien corporalmente, tenemos que estar bien
anímicamente, porque no son dos realidades. La psiquiatría y la
psicología han luchado por ser ciencias experimentales para poder juntar
las dos realidades desde el punto de vista unitario de la
experimentación. Pero aquí surge el problema todas las cosas no son dos
más dos igual a cuatro: por mucho que se nos quiera presentar como una realidad como una casa. La misma ciencia ha rectificado muchas veces
cosas que eran realidades mayores que una montaña.
- Me estoy acordando de la tierra como centro del universo.
- Es un buen ejemplo pero se puede antojar que eso sucedió hace
muchos años. Curiosamente, no hace mucho tiempo, el pescado azul,
alimento muy rico en grasa, era dejado de lado por su contenido
precisamente en ella, y sin embargo se ha encontrado una fuente
importante de lípidos cardiosaludables, o grasa que reduce el colesterol
malo.
- Perdona que no te he ofrecido nada te apetece un zumo.
- Claro que si, cuando se comparte la bebida o la comida se acerca uno
más a la otra u otras personas.
- Te acuerdas que hablamos sobre la televisión.
- Sí, perfectamente.
- Pues no he tenido la necesidad de conectarla estos días.
- Te felicito, pues creo que llega a convertirse en una dependencia más.
- Cualquiera pensara que llevó una vida de asceta.
- Que más da lo que piensen, lo importante es como te encuentras tú.
- Muchas veces los pensamientos me han llevado a este punto. Me
gustaría preguntarte: ¿Cómo tienes respuesta para todo?
- En realidad no es así, ojalá tuviera respuesta para todo, pero cuando
trato de ayudar a alguien, las contestaciones me fluyen solas sin
rebuscarlas, no necesito esforzarme, como te he dicho cuando ayudo me
ayudo. Es una flecha con dos sentidos, como todo en la vida. Ninguna
cosa es un todo, sino una parte que compone la pluralidad.
Se dirigen a la cocina para coger los vasos del estante que se encuentra
encima del fregadero. Por la ventana se oyen los ruidos de los otros
pisos por el patio interior. El sonido de los platos al chocar unos contra
otras, las cacerolas, las sartenes, todo lo que da vida a una cocina y el
patio es el lugar donde convergen todos los sonidos. Hay otro patio
donde dan las habitaciones interiores y es donde se suele tender la ropa.
La habitación grande y el salón dan al exterior. Un pasillo lleno de
recovecos comunica las diferentes habitaciones.
Recogen del frigorífico el envase de zumo y con los vasos tornan al salón,
toman las butacas, enfrentadas en el espacio y dejando por medio una mesa baja, donde dejan los vasos. Los cuerpos se inclinan hacía delante,
dejando el respaldo vacío. El silencio es roto por Francisco.
- ¿Cuántas veces te has hecho tantas preguntas sobre todo?
- En realidad me he planteado todo. Es como si me hubiera cogido un
traje espacial, me lo hubiera puesto y entiendo la realidad de otra
manera, costándome mucho dar el primer paso.
- Lo que ahora te cuesta mucho, por creer que tus botas son muy
pesadas, cada día te resultaran más ligeras, disfrutaras con tu nuevo
traje y sin embargo no ha cambiado nada.
- Eso es lo que me parece más maravilloso que tienes una creencia que
solo esta en tu cabeza ¿crees, que se puede cambiar tan rápido?
- Ya te he dicho que siempre que tú quieras, puede ser rapidísimo. En
tu caso has sentido que solo han sido necesarias tres horas y no lo he
sido yo, el protagonista, has sido tú. Sin embargo hay personas que
tardan años e incluso otros no lo consiguen nunca.
- ¿Por qué puede ser esto?
- En algunos comodidad, otros miedo, otros... Quien sabe qué, aunque yo
creo que es por miedo en la gran mayoría, pero por supuesto es una
decisión suya, por tanto hay que respetarla.
- ¿No crees que deberíamos influir por su decisión equivocada?
- Nunca porque quién te dice que nosotros tenemos la solución
correcta. Esta solo se encuentra en el interior de cada uno de nosotros.
Yo te puedo dar mi opinión, si te vale pues me parece genial, sino es así
también la aplaudiré, pues se ha abierto un poco más el abanico de
posibilidades que cada uno tiene.
- Esto es lo que me resulta difícil comprender, si estás viendo a alguien
con problemas lo lógico es ayudarle.
- Si encuentras a alguien en esta situación, me parece, que sería
preguntarle “¿Le puedo ayudar?” Te vuelvo a repetir que no todo el
mundo quiere nuestra ayuda. Y no por ser nuestra, sino una decisión
propia que por supuesto hay que aceptar, porque si esta equivocado como
sino, esta es su decisión, por ello importante. Ya sabes que no ocurre
nada por azar, todo tiene una razón de ser.
- De pronto los ojos se fijaron en el reloj del aparador, tenían que
dejar la conversación para poder levantarse mañana sin la sensación de sueño atrasado. Ambos estaban de acuerdo, con el pesar que se le queda
a uno cuando tiene una charla muy interesante y la tienes que cortar.
Ángel acompaña a Francisco hasta la puerta con la sensación de sentirse
repleto, lleno de entusiasmo, por todas estas cosas que está
consiguiendo.
- Mañana nos veremos en la oficina.
- Hasta mañana Ángel.
Ángel dirige sus pasos hacía el comedor para recoger los vasos de zumo,
lavarlos y hacer su aseo nocturno.
El día se abre lleno de nubarrones, muchas personas portan paraguas en
espera del aguacero de turno. Ángel se coloca el chubasquero tras
observar el panorama de la calle. Pero no importa el clima, se siente
lleno de luz, pasa delante del bar donde tantas horas ha consumido
delante de la bebida alcohólica de turno mientras en su mano sujetaba el
enésimo cigarrillo del día. Su mirada es para encontrar a todos aquellos
que han compartido una parte de su vida. Sube el brazo para saludar a
Luis, el camarero que tantas veces le ha acompañado con su conversación.
Pero no deja opción a una respuesta hablada. No detiene su paso, quiere
llegar pronto a su trabajo, no quiere que la pereza, ocupe este optimismo
que va radiando por sus venas. Las personas que pasan a su lado no son
las mismas, o al menos así lo siente. Observa los charcos de agua que
reflejan la realidad distorsionada por la llegada de nuevas gotas de agua
que agrandan el charco, pero hay un nuevo brillo. Es hermoso todo lo que
pasa a su alrededor. Hasta el sonido mecánico del autobús resulta una
sintonía perfecta. El deslizamiento de los neumáticos sobre el asfalto
mojado puede llegar a ser bonito.
Las prisas de todas aquellas personas que no se quieren mojar. Los
paraguas que ocupan las angostas aceras. Todo hace que el día sea
diferente. Como si un periodo de hibernación hubiera concluido y ahora
se trata de descubrir lo que te rodea y nunca has dado importancia.
Ávido de seguir descubriendo, deja que pase el tiempo hasta que se da
cuenta por un reloj urbano, que debe llegar a su ocupación laboral.
Como si del primer día se tratase, sube nervioso las escaleras hasta que
se topa con caras conocidas. A todos descubre lo bien que se encuentra
y lo maravillosa que es la vida.

A sus espaldas se forman corrillos con comentarios del tono de:
- Ya ha vuelto a beber.
- Los que dicen que la vida es bella es que se han desajustado.
- Mira que entorpece la razón, el alcohol.
Pero, a pesar de todo, todos controlan su desplazamiento por la oficina
con el rabillo del ojo, esperando el punto débil.
Ángel sigue saludando al resto de compañeros que se encuentran en su
camino con una gran alegría que va más allá de su cara.
En su mesa, un gran numero de papeles, esperan su visado. No importa
hay que empezar y por ello se sienta en su mesa y comienza a revisarlos,
con una celeridad que no se reconoce, para acabar con este trabajo
rápidamente. Lo que le da tiempo para interesarse por sus compañeros.
Nunca ha sido tan extrovertido, por ello su comportamiento esta en tela
de juicio.
Por fin uno de sus compañeros hace de portavoz:
- Nos puedes explicar que te ocurre, tu comportamiento es extraño.
- Llevas razón, mi vida ha cambiado en estos pocos días, siento todo
diferente y creo que debo de trasmitirlo a todo el mundo.
- Nos preguntábamos si habías tomado alguna copa demás.
- Precisamente es una de las cosas que he dejado, otra es el tabaco y
otra...
- Para, para que ya me dejas de una piedra.
- El primer sorprendido he sido yo.
El número del círculo aumentaba ante la novedad que traía Ángel. Todas
sabían que consumía mucho alcohol y que fumaba como un carretero, lo
cual hace que sus manifestaciones sean seguidas de la consiguiente
pregunta:
- ¿Has ido a una clínica de desintoxicación o algo por el estilo?
- No, solo ha bastado que Francisco me halla hecho ver la vida de otra
manera.
La siguiente pregunta es ¿Francisco?
- Sí, nuestro compañero.
- ¿Pero se dedica a estas cosas?

- El tiene su trabajo, aquí, como todos nosotros. Pero es como sí
cualquiera de nosotros, le gustara o tiene como destreza, la jardinería,
Él ha desarrollado la facultad de ayudar a los demás.
- Que callado se lo tenía.
- No es necesario ir pregonando las habilidades de cada uno. Debéis
saber que un buen maestro: es aquel que no se vanagloria de sus artes, no
necesita el autobombo, ya sabéis el dicho de: “Dime de que presumes y
te diré que careces”.
- La voz va como la pólvora y en pocos minutos todos quieren saber la
historia. Francisco, una vez más no se encuentra allí, su trabajo le hace
estar mucho tiempo fuera de la oficina por ello es el gran desconocido.
Intentan averiguar el método utilizado. Al fin y al cabo todos tienen una
dependencia que les gustaría eliminar.
- A pesar de los cientos de preguntas encadenadas, Ángel no retira su
sonrisa, las llamadas de teléfono, lo que hace que pueden quedar después
del trabajo.
Por arte de magia todo el mundo le resulta interesante lo que le pueda
decir Ángel, así que la gran mayoría, excepto los que tienen obligaciones
que no pueden renunciar o delegar, se juntan a la hora del cierre en la
sala de reuniones, con un montón de preguntas en su cabeza, para
realizar.
Ángel percibe todo esto y entonces hace un preámbulo, donde va
contando su experiencia, para después de la misma proponer “el viaje
interior”.
Las preguntas se solapan unas a otras, se hacen sobre el mismo tema de
diferente manera. El tiempo pasa muy deprisa y hay que terminar, el
nuevo encuentro se fija para dentro de dos días, pues es cuando a la
mayoría le viene mejor.
Al día siguiente vuelven a ver a Ángel como blanco de preguntas pero
hábilmente los emplaza para el día fijado. Su carácter sigue siendo el
mismo del día anterior.
Ángel llama al teléfono móvil de Francisco. Este le comenta, que no
vendrá en toda la semana, por motivo de un viaje, que la salió a primera
hora de ayer, le hace estar fuera de la ciudad, toda la semana. Ángel le cuenta su llegada a la oficina y todo el interés organizado, incluida la
reunión.
- Ya sabes lo que tienes que hacer, comentarles tu experiencia y
proponerles si quieren, intentarlo llevar a su practica diaria.
- Volvemos a tener una reunión mañana mismo, ahora soy el centro de
interés general.
- Tienes que tener cuidado porque es fácil retirarte de tu labor, si te
sientes el centro de atención, inconscientemente quieres sacar provecho
de esta situación y es cuando te empiezas a empobrecer, te sientes
torpe y entonces sin darte cuenta estas en el punto donde creías haber
superado. Comienzas a desvalorizar la vida y el sentido por todo. Te lo
digo para que seas consciente de este peligro.
- Gracias, una vez más, según me lo estabas diciendo me vino a la
cabeza un conocido que le ocurrió algo parecido.
- Si observas, esta labor es tuya, sé que estas deseando de iniciar un
binomio de dos cabezas, pero debes de saber que eres tu quien ha
iniciado todo esto. Por ello, las casualidades, que ya sabes que no existen
me han llevado fuera de tu camino.
- Es verdad, cada vez que he querido anclarme a ti, algo ha sucedido
para que estés fuera de la ciudad.
- Como ves te puedo mandar ánimos a tu tarea, sin la necesidad, física
de estar contigo, mentalmente también puede hacerse.
- Pero ¿a todo el mundo he dicho que tú eres el motor de mi cambio?
- No importa enséñales que el camino solo lo hace aquella persona que
inicia el suyo propio, no del realizado por los demás. Yo solo he sido el
entrenador hasta que has volado por ti mismo. Es lo mismo, si quieres,
que debes de hacer con quien esté interesado en cambiar, su forma de
vida.
- Lo que me resulta difícil comprender es que puedo pasar de ser
atleta a entrenador de la noche a la mañana.
- Ya te hable de lo cómodo que resulta un bastón cuando estas con una
pierna convaleciente, pero continuar con él puede ser una traba para
poder correr, al haberte curado. Si tú quieres puedes seguir siendo un
bastón, pero sabes a que te arriesgas, a no evolucionar, ni tú, ni los
demás.

- Ahora si que lo veo, gracias, una vez más, Francisco.
- Gracias a ti.
Los teléfonos se desconectan. Y una profunda respiración hace que
Ángel asimile todo cuanto han hablado. Por un lado se ve alumno y por
otro mira sus calificaciones que le indican que esta graduado, ya puede
ejercer en la profesión que ha estudiado, el miedo es el único que le
puede paralizar. Es por ello el hecho de forzar la toma de aire, para
expulsarla con fuerza, tras haber sido retenida durante algunos
segundos. Es toda la ayuda que necesita.
La reunión llega con más dudas que necesidad de cambiar nada. Ángel se
da cuenta de ello y es el primero en tomar la palabra.
- Todo cuanto suceda en nuestras vidas es fruto de nosotros mismos.
- No estoy de acuerdo, hay muchas cosas que te vienen sin tu
quererlas. Es la primera interrupción y la primera prueba para Ángel.
- Llevas razón, es más fácil, para nosotros mismos, el echar la culpa de
lo que nos sucede a las circunstancias que nos rodean, así nosotros
seguimos protegidos sin tener culpa de lo que nos rodea.
- O sea que si yo salgo a la calle y al pasar la calle me atropella un
coche ¿la culpa es mía? Yo no llevo el volante del coche que me arrolla.
- Nosotros somos como imanes atraemos al hierro, yo puedo ir
paseando tranquilamente por la calle pero con mi imán en el bolsillo, es
lógico que al pasar junto a un sitio donde haya un objeto de hierro, este
se venga, automáticamente, atraído hacía mi pantalón. Tu me dirás que
no tienes culpa, que no habías seleccionado ese objeto, es más que ni
siquiera te gusta el mismo. Yo te digo has salido a pasear con un imán,
¿qué esperas que solo funcionen cuando tu quieres? Te diré que entonces
lo que tu quieres es un electroimán, el cual solo funciona cuando pasa por
el corriente eléctrica, pero tu no has salido con este sino con el otro.
- Quieres decir es que somos responsables de todo lo que nos pasa.
Interrumpe Sonia.
- Cada uno de nosotros es una variable y de la combinación de las
mismas surgen las diferentes sociedades, pero eso no quita la
importancia de todo aquello que hacemos y por supuesto pensamos.
- Esto puede ser agobiante ¿Tenemos que ser conscientes de todo
cuanto hacemos?

- Cuándo vamos paseando con nuestra bicicleta lo hacemos de una
manera automática, sin embargo al principio nos preocupamos en la
posición de las manos, de los pies, ¿a qué nos parecía una tarea muy
difícil? Y sin embargo, ahora lo hacemos con cierta maestría. El objetivo
es entrenarnos, cada uno de nosotros, para que las cosas salgan tan
fáciles como montar en nuestra bicicleta.
- ¿Crees que cualquier cosa se puede superar?
- Claro que sí, para eso estamos aquí reunidos.
- Entonces las terapias psicológicas o psiquiátricas ¿crees que no
tienen valor?
- Cada persona tiene una manera de aprender, unos lo hacen al aire
libre, otros en un gimnasio, otros en un circuito. Lo importante no es
como se logré sino que se consiga lo que deseamos. Puede que sea un
método difícil por requerir el compromiso de cambiar uno mismo, no os
podéis imaginar, la cuesta que supone, para muchos de nosotros,
aprender, nos anclamos en lo que tenemos, como si fuera un flotador
salvavidas, sin darnos cuenta que ese flotador esta sujeto a una cadena
que impide su desplazamiento, de momento estamos salvados pero
¿vamos a seguir toda la vida en ese seguro? Creo que debemos
evolucionar, para ello hay que dejar nuestra seguridad para seguir
viviendo. Hay personas que se encuentran bien en este flotador y no lo
dejan el resto de sus vidas.
Se hace un silencio de reflexión,
- Lo que os propongo es un viaje interior, donde descubrir nuestras
posibilidades, tapadas con una lona gruesa.
Matías interrumpe para hacer una apreciación:
- ¿Por qué, si crees que las cosas son tan fáciles, nos empeñamos en
hacerlas difíciles?
- Es una cosa que por mucho que analices no tiene sentido sin embargo
todos y cada uno de nosotros la tomamos. Quizás, sea, porque es más
fácil dejarse llevar, que ser protagonista activo.
- Todos nos hemos reunido aquí, hoy, porque tenemos algo que superar,
de pronto a todos se nos ha encendido esa bombilla que nos dice que no
esta todo bien, en nuestro fuero interno, y que queremos mejorar esa
fase que nos impide encontrarnos bien del todo.

- Creo que has hecho una buena introducción, Matías, y para poder
hacerlo tenemos que tener el convencimiento de que puede ser, si no
diéramos esta confianza estaríamos condenados al fracaso. Pienso que
ha llegado el tiempo del trabajo personal, de iniciar ese viaje interior,
que nunca hemos creído fuera posible.
- Hemos visto el cambio que tu has dado y al hablar contigo nos has
dado unas claves que hemos pensado interesante desarrollar, por
habernos identificado en algo de lo que tu nos has dicho. Vuelve a
reafirmar Sonia.
- Todos buscamos recetas mágicas, en las que haya que implicarse poco
y que sean fáciles, que no nos supongan mucho esfuerzo. Queremos
cambiar con lo mínimo posible. Pero debéis entender que la constancia y
el esfuerzo personal son importantes e imprescindibles para lograr
cualquier objetivo. Estamos aquí personas muy variadas con una cierta
curiosidad sobre lo que va a decir Ángel. Por ello os pido un compromiso
que aquella persona que no quiera trabajar es mejor que lo deje ahora
para no sentirse frustrada en el futuro.
Ninguna silla se mueve y todas las caras siguen fijas en Ángel, es la
señal de compromiso con él.
- Os doy las gracias y creo que el compromiso merecerá la pena.
- Mi pregunta, interrumpe Manuel, ¿Qué tiene que ver mi problema con
el de Sonia, o el de Alberto? Por poner un ejemplo, no es mejor ¿hacerlo
uno por uno?
- Se puede hacer de cualquier manera, pero sin olvidar que quien
resuelve las cosas es cada uno de nosotros. La camiseta puede ser roja,
verde, blanca... pero al final estamos hablando de un objeto, ese es la
ropa, en concreto una camiseta. Aquí el centro es nuestra felicidad,
por ello estamos aquí. Lo disfrazaremos de cualquier manera, pero al
final, lo que deseamos, es sentirnos bien y a gusto con la vida que
llevamos.
- Ya pero hablar de la felicidad es una cosa tan abstracta que nos
podemos perder.
- Llevas razón Alberto, quiero que sintamos por nosotros mismos y
hacer de la utopía una realidad, yo lo he sentido así y pienso que cualquiera lo puede hacer igual que yo. Sabéis de la dependencia al
alcohol y al tabaco, que tenía. En realidad estaban enmascarando a otra
cosa más importante y esa es, precisamente, la que creo que es el mayor
problema de todos, el ser feliz. Salir del tabaco y el alcohol, su
dependencia, puede llegar a ser fácil, utilizando la fuerza de voluntad.
Pero ya digo, que, normalmente, están ocultando otros problemas. Yo no
soy un profesional en psicología, pero puedo compartir el resultado de mi
experiencia, con cualquiera y si soy de utilidad pues estaré agradecido,
pues “al ayudar te ayudas”.
- Todos sabemos que tu no eres un profesional en temas psicológicos
pero te hemos observado el antes y el ahora, y eso si que nos ha
levantado curiosidad. Además has puesto el dedo en la llaga, y es el
tema de la felicidad. Comenta Sonia sin bajar los ojos, mirando uno a
uno. Las miradas bajan según recorre las diferentes caras de sus
compañeros.
- Sí, desde luego es una postura sincera, reconocer lo que carecemos,
nos hace ser grandes, precisamente el reconocer que somos pequeños,
contra menos tengamos, más capacidad tenemos de recoger cosas. No
olvidemos que la educación ha sido muy importante, en nuestro desarrollo
pero también es una gran limitadora.
- No entiendo muy bien cuando dices lo que es mejor el tener poco,
habla Jesús que esta en la segunda fila.
- Alguien dijo una vez que lo único que posees es lo que puedas llevarte
en un naufragio. Si os dais cuenta nos llenamos de parafernalia que en
nada nos ayuda a estar mejor. Si yo tango las manos vacías cuando voy
por el bosque puedo recoger cualquier cosa, pero si, para ese camino
llevo: una mochila repleta, cámara de fotos, prismáticos, cantimplora,
bastón, brújula, linterna. Es lógico que no pueda recoger nada que me
encuentre, tengo tantas cosas que me dará miedo el carecer de alguna
de ellas, por si me hace falta, en cualquier momento. Entonces
despreciare esas maravillosas moras o las radiantes flores o... Entendéis.
En realidad nadie entiende como este compañero les habla sobre formas
de vida, cuando hace un mes estaba al borde del pozo, pero hay algo que
les engancha, algo que no ha tratado que piensen es inalcanzable.
Curiosamente ningún cigarro se enciende, nadie sale al baño, la atención lograda es máxima, una especie de hipnosis colectiva. Todos se sienten
identificados con lo que Ángel dice, pero siguen interesados en como
hacerlo. Ángel se da cuenta de ello, por lo que empieza a explicarles:
- Vamos a ser conscientes de nuestra respiración. Les explica el poder
de la relajación y anima ha que todos lo practiquen. La sala se convierte
en una sala de primeros auxilios, donde se exagera la toma de aire. Las
sonrisas hacen que haya una distensión general, es difícil el
concienciarse al haber tanta gente. Ángel comenta lo bueno de la
sonrisa.
- Recordar que nada os tiene que refrenar. Cada uno tiene su problema
o resistencia al cambio, pero hay una cosa en común y es que queremos
vencerla. No hace falta que ninguno cuente cual es la suya, así es más
fácil. ¿No os parece?
La respuesta es general, un si que ya a más de uno estaba preocupando.
- Os he dicho que vamos ha hacer un viaje interior, si compartimos
emociones o sentimientos es porque queremos hacerlo pero si no es así
no pasa nada. ¿De acuerdo?
Ángel va cogiendo muletillas de profesor, va notando una gran seguridad
en él, perdiendo la noción de ser el centro del grupo.
- Con solo hacer tres respiraciones profundas es suficiente para
recuperar la calma, esa que nos falta cuando nuestros fantasmas se
convierten en gigantes, que creemos, capaces de derrotarnos.
La sesión continua con nuevos ejercicios, con muchas dudas, resueltas
por un Ángel que siempre tiene el ejemplo para que todos entiendan lo
que en un principio parecen, palabras abstractas. El tiempo pasa deprisa
pero en todas esas cabezas han recibido un mensaje de optimismo, las
caras reflejan unos gestos relajados. No se ven brazos ni piernas
cruzadas.
- Todos tenemos muchas dudas pero ya sabéis por donde encaminar
vuestros pasos, os animo a que lo hagáis, pues sin saberlo, todos sois
maestros, desarrollar todo aquello que tenéis dentro, ponerlo en practica
como yo lo he realizado, si el resultado es positivo, os encontrareis tan
fuertes que pocas cosas impedirán que sigáis siendo felices. Hasta
mañana, pues habéis iniciado vuestro “viaje interior”.

Sabe que su tiempo con ellos ha terminado, pero curiosamente ninguno
se mueve de allí, para comentar todo lo que han sentido.
Ángel inicia su regreso a casa pletórico, se sigue maravillando de todo
aquello que sé redescubre, por haberlo tenido tapado. Cuanto ha
aprendido hablando a sus compañeros, con palabras que no sabe de donde
le surgían, para, por fin, comprender, una vez, más que el mensaje que les
ha trasmitido a todos ellos. Sigue siendo el mismo: “Todo esta dentro de
uno”
EL MOLINO DE VIENTO
Miguel tiene dieciocho años, desgarbado e inquieto. Su vestimenta se
compone de una camiseta mil rayas, cien colores y sus pantalones
vaqueros. Las zapatillas deportivas completan el atuendo. Vive en uno
de esos pueblos donde se ha cambiado totalmente el método de vida
tradicional.
Nada más llegar al pueblo una columna de aerogeneradores eléctricos,
recibe al visitante por la única carretera que le une a las otras
poblaciones cercanas. Como es normal el aire ha sido una constante de
estos parajes.
La vida de Miguel es rutinaria, como cualquier chico de su edad, su
inquietud se vio transformada con la llegada de estos gigantes de aire.
Cuando han comenzado a funcionar se dirige al cerro cercano donde esta
el primero de ellos, se sienta y fija su vista en las tres hélices que giran
y giran a merced del viento.
Ha dejado de ir con sus amigos para ocupar su tiempo libre en observar
el movimiento circulatorio de las aspas, pasando horas y horas hasta que
los ojos comienzan a lagrimar, es entonces cuando regresa a su casa.
Sus amigos piensan que esta actitud esta motivado por el corte de la
relación que mantenía con Isabel, una chica de la pandilla de amigos.
La realidad es que ha encontrado un método de abstracción muy grande
donde se encuentra consigo mismo. Nadie lo entiende pero cada vez que
hay tiempo libre dirige sus pasos al lugar de ocio.
Marcelo, uno de sus mejores amigos, el lunes se acerca a hablar con
Miguel.
- ¿Porque vienes todos los días aquí, aislándote de todos nosotros?
- Una vez leí algo referente a la concentración y he decidido llevarlo a
la práctica. Me ha entusiasmado tanto las sensaciones que tengo, que te
puedo decir que puedo prescindir de todo.

- ¿Nosotros ya no somos importantes para ti?
- Te digo que se puede prescindir de todo.
- Pero tú estas “colgado” con alguna pastilla o algo así, ¿qué has
tomado?
- No es necesario tomar nada para entrar en trance.
- ¿De que me estas hablando, Miguel?
- Siéntate aquí, has oído hablar de: ¿qué a todo el mundo le falta
tiempo? ¿No es verdad?
- Claro que si, este mundo es la lucha contra el reloj, responde Marcelo.
- Sin embargo cuando alguien tiene tiempo no sabe lo que hacer con él.
Es como si tuviera miedo. Por ello se recurren a actos mata tiempos.
Nos da miedo hasta la observación.
- Muy bien pero ¿qué quieres justificar con tu actitud
contemplativa?
- Yo estoy logrando pensar en mí, con la única ayuda de la observación
del movimiento de unas palas circulares.
- Desde luego lo primero que me viene a la cabeza es que estás
trastornado.
- No te digo que no. Siempre que alguien hace algo diferente a lo que
hace el resto de la gente, es tachado de tal manera, como tú dices. La
verdad es que no me importa. Ahora si quisiera que lo probaras. Luego
saca tus conclusiones.
- De acuerdo, no tengo nada que perder. ¿Cómo lo hago?
Le coloca a unos treinta metros del molino y le da las instrucciones, para
luego dejarlo, y el ir al sitio de costumbre.
Con la caída del sol, Miguel se dirige al lugar donde se encuentra
Marcelo, le saca de su trance y le pregunta:
- ¿Qué te ha parecido?
- Maravilloso, no te puedo definir con otra palabra que no sepas.
Su camiseta mil rayas es acompasada por el viento como si fuera el mar.
Desde lejos dan una policromía diferente a los que realmente tienen.
Como Don Quijote que veía gigantes, delante de los molinos de viento, se
le tacha de loco, pero sí es cierto de probar esa locura y aun, hoy, se
siguen colocando delante de los aerogeneradores, muchas personas
buscando el milagro de encontrarse a sí mismos. A pesar de la locura de Don Quijote, se le sigue preguntando a Miguel como hacerlo. ¿Y si este
método también vale para mí? Es la pregunta que se hacen sus vecinos.
Los molinos siguen girando, el de Miguel también.

EL PARQUE
El parque se encuentra en un costado de la gran ciudad, quiere imitar al
campo que antiguamente rodeaba la urbe, pero solo lo ha conseguido
protegiéndose de una valla de ladrillo y piedra. Ha soportado toda la
influencia de la metrópoli, pero, parece, como si la pared, ha sido lo
suficiente fuerte, como para impedir la destrucción del paraíso verde.
La mayoría de árboles son encinas, aunque cuenta con varios pequeños
espacios, donde otras especies se asientan, dando una buena
representación de la flora del entorno. Una cruz de carreteras lo
atraviesa, con todo lo que ello significa. Es lo suficientemente grande
para contener veinte puertas, que varían, desde las grandes, que
permiten el paso de las carreteras hasta las peatonales. Aunque,
claramente, las más utilizadas son las que lindan con la población.
Hay zonas que reciben más presión, por ser los sitios donde sé reúnen
mayor número de personas, es precisamente donde la arena y los árboles
más pelados se encuentran, junto con los aparcamientos, las áreas más
degradadas.
Hoy es martes, de una otoñal estación, los trabajos, los colegios hacen
que el parque sea un remanso de paz, por las escasas personas paseando
por el mismo. Luce un sol fuerte, sin estorbo de nubes, pero la
temperatura es fría.
Hay incondicionales que van todos los días y alguno vive allí, procurando
dejar su morada a las primeras luces del día, para que nadie sepa el lugar
que ocupa, solo remolonea los días de lluvia. Hoy es precisamente de
esos días en los que ha llovido a primera hora de la mañana.
Jesús se encuentra paseando, lleva sus botas de agua y su impermeable
cerrado por la cremallera hasta el cuello, no le gusta andar por los
caminos establecidos y prefiere discurrir fuera de ellos, donde la hierba
retiene alguna de las hojas de los árboles y te hace aparecer en otro
lugar diferente a la ciudad. Al llegar al otro extremo, del parque,
descubre un gran paquete, bajo un matorral, un gran paquete. Le llena la
curiosidad, pues da la impresión que esta medio escondido, pues hay
hojas por encima, como para pasar desapercibido. Su primera actitud es darle una patada, pero comprueba que no esta vacía. Coge un palo y abre
las solapas de cartón, la caja esta húmeda por la lluvia recibida. Dentro
se encuentra una caja de madera.
Jesús decide sacarla y comprueba que es un arca de madera labrada a
mano con incrustaciones de piedras preciosas. Su primera reacción es
mirar a los alrededores, comprobando que no halla nadie, lo segundo es
abrir para comprobar su contenido, con gran nerviosismo la abre, sus
ojos buscan un nuevo tesoro pero la respuesta es nada, está vacía. Su
cara refleja una contrariedad, pero, por otro lado el arca es por sí,
valiosa. Ahora surge otro problema, sacarla de allí, el embalaje esta
chorreando y es lo bastante grande para llamar la atención de cualquiera.
Jesús vuelve a mirar por los alrededores, pero no es un día de paseos por
el parque. Como no hay nadie decide cogerla en brazos, según va
efectuando esta operación, el cartón, comienza a desprenderse de su
primaria forma, pero vale como cortina ocultadora, pesa bastante lo que
hace que cada cien metros, tenga que recurrir a hacer alguna parada.
Sus movimientos nerviosos de cabeza siguen yendo de izquierda a
derecha, afortunadamente la lluvia aleja a posibles paseantes. Por su
cabeza pasa el cómo llegar a su casa, pasando desapercibido, no es
normal portar una caja por un parque. La solución le viene en forma de al
llegar a la puerta tomar un taxi, pero intentar no cruzarse con nadie.
Todos estos pensamientos van surgiendo en su cabeza, sin preocuparse
en quien llevo semejante objeto a un lugar medio escondido y sin ninguna
carretera cerca, para haber sido llevado, por algún coche.
En la cabeza de Jesús está que es una pieza valiosa, no hay preocupación
del como obtener dinero por ella, solo hay que sacarlo del parque sin ser
visto.
El sudor inunda su cuerpo la lluvia, no refresca el esfuerzo que esta
haciendo, ni el de esa cabeza preocupada por no ser visto. A lo lejos se
aproxima alguien con un paraguas y su perro, atado de la cadena. ¿Cómo
poder disimular, el posible encuentro? Afortunadamente una encina baja
le vale como nuevo escondite. El visitante no tiene ninguna prisa, por
ello, se acerca poco a poco. La desesperación de Jesús va en aumento, el
cartón parece una sabana del agua absorbida y en algún lugar ha
desaparecido. Finge en hacer ejercicios de estiramiento, pero esto llama más la atención, pues no lleva zapatillas deportivas ni chándal bajo el
impermeable, sino unas botas de agua.
Efectivamente según va llegando el hombre del perro fija su atención en
los ejercicios que hace, por lo menos no se fija en el paquete, piensa
Jesús.
Tan lentamente como ha llegado se marcha. Afanosamente vuelve a
coger el paquete que cada vez pesa más, sus pasos intentan correr, pero
el peso le quita toda idea al respecto, nueva parada y nuevo vistazo,
hacía las cuatro direcciones, para volver a tomar el rumbo de salida del
parque. Por fin esta a ciento cincuenta metros de la salida, pero ¿qué
son esas luces azuladas que hay en la puerta de entrada? La
desesperanza comienza a inundar ese cuerpo sudoroso. ¿Cómo salir sin
ser visto? Es la pregunta que surge en su cabeza. Por fin le llega una
idea, recuerda que a trescientos metros hay un hueco en la alambrada
que suelen utilizar los niños para atajar. De nuevo a acarrear el bulto
hacía el nuevo destino.
Comienza a surgir la duda si merece la pena haber roto un estupendo
paseo por una incertidumbre que le está bañando en agua por fuera, del
impermeable, y por dentro del mismo. Siente su sangre hervir y como su
piel toma el color de los cangrejos cuando se cuecen. Las paradas son
cada vez mayor pero de menos tiempo. Los brazos comienzan a
resentirse y la espalda achaca ser utilizada como una bisagra.
El roto de la alambrada, ya esta a la vista, parece como si llevara
corriendo varias horas aunque no ha llegado a tres cuartos de hora.
Nueva mirada a todos los sitios, pero hoy casi nadie pasea, el camino esta
libre. Al llegar a la salida se da cuenta que es más estrecha de lo que él
pensaba. La caja no cabe por allí, manos a la cara y un nuevo
contratiempo. Intenta abrirla más desesperadamente, el alambre no
esta para ceder, volviendo una y otra vez a su posición primaria.
Hay otra salida un kilómetro arriba. Jesús no está para pensar sino para
actuar. Nuevamente toma su caja con el objetivo de salir lo antes
posible, pero tiene una cuesta que hará someterse a un mayor esfuerzo
físico.

Intenta evitar ir paralelo, alejado de la valla para no ser visto. Se
siente un fugitivo o un apestado que se tiene que esconder, esto le hace
sentirse mal.
Y sí, termino con todo esto. El cansancio es muy fuerte,
-¿Porqué soportar toda esta presión?
Deja la caja y decide abandonar. Da unos pasos al frente:
-¿Ahora que he llegado hasta aquí, merece la pena dejarlo?
Retroceden los mismos pasos para recoger el paquete, observando, como
no, todos los puntos cardinales en busca de alguien, de quién esconderse.
A la derecha un montón de ropas apiladas junto a un árbol. Las ideas de
Jesús, trabajan deprisa
-Hay que cambiar la caja de cartón, elige una falda de tela azul floreada
para ser la nueva cortina, dejando lo que queda del antiguo embalaje.
Sus botas desplazan una pasta de barro que hace más penoso su caminar.
Con cada parada el brazo intenta quitar el sudor de la frente. Pero esta
tan cerca de su objetivo. Luego vendrá otro, no menos despreciable,
encontrar un taxi libre en esa zona.
Los brazos están agarrotándose por el frío, la lluvia sigue con su
intensidad.
El cuerpo, a veces saca fuerzas de donde no las hay, hoy puede ser uno
de ellos. El envuelto de falda es una labor penosa, pero:
- Tiene que tener un valor incalculable.
- Seguir, seguir es la consigna.
La salida ya esta próxima, aquí no hay carretera solo es peatonal. Hace
una nueva parada antes de salir y mezclarse con el bullicio de la ciudad.
Nada más llegar a la acera deposita la caja en el suelo y comienza a
desprender las gruesas capas de barro adheridas al calzado, tiene que
ayudarse de un palo y un charco cercano para liberarse de tal peso y
aparecer más ciudadano, vuelta a coger el bulto e ir a la calle más
transitada donde esperar un taxi. Ya decide no moverse hasta que
aparezca una luz verde en el techo de un coche.
Nota como las dos humedades, interna y externa, le hacen tiritar de
frío, pero ya no quiere andar más ni siquiera para guarecerse de la lluvia.
A los veinte minutos la luz deseada llega, para y el conductor desciende
para abrir el capo del vehículo, ayuda a introducir la caja.
- ¿Llevaba mucho tiempo esperando? Al ver que la falda del envoltorio
está totalmente chorreando.
- Casi media hora, Jesús ha perdido la noción del tiempo.
- Le importaría poner la calefacción al máximo, estoy helado. Esta
castañeteando.
- ¿Se encuentra bien?
- Creo que he cogido un buen resfriado.
- No se preocupe que la calefacción de este vehículo es buenísima.
Tras solicitar la calle de destino, bajan por la calle paralela a la valla del
parque y se le amontonan todas las penurias para sacar la caja.
El calor le hace volver un poco en si, justo cuando llega al portal de su
casa. Paga y sale a recoger su tesoro. El último tramo es más fácil, el
ascensor le hará que pueda relajarse. Abre la puerta de casa y pone el
arca encima de la mesa de la cocina, toma la falda y la mete en una bolsa
de plástico para poder tirar posteriormente. Sus pasos van al cuarto de
baño, donde tomar una ducha. Acumula la ropa húmeda en un barreño,
para sentirse reconfortado con el agua caliente, intentando aclarar
cuales son sus próximos pasos, así como dudas de ¿qué hacía la policía
taponando la entrada de vehículos? Estaría relacionado con su
encuentro.
Seca su cuerpo con rapidez, para poder masajear sus cansados músculos,
con la ayuda de la suave toalla.
EL TIEMPO
Ángel y Ramón habían llegado a un pacto, tras una larga ausencia que les
motivo a separar su amistad, decidieron reunirse todos los miércoles.
Normalmente elegían la misma cafetería como lugar de encuentro y
hasta la mesa suele ser la misma.
- ¿Sabes cual es lo más valioso que hay en el mundo? Pregunta Ángel.
- La respuesta es clara: el dinero. Responde Ramón, con gran seguridad
- Te equivocas hay algo todavía más valioso.
- El oro, que tiene un valor más universal que el dinero.
- Creo que tienes la misma respuesta que la mayoría de las personas
pero, sin embargo lo más valioso para la humanidad es el tiempo.
- Hombre si hablamos de valores abstractos...
- Si te das cuenta, no es un valor abstracto pues es cuantificable, lo
usamos para todo y todos. Nos indica nuestro envejecimiento celular por
el que muchas personas están dispuestos a entregar todo el dinero e
incluso asesinar por evitar o parar su proceso.
Estando embutidos en su conversación, llegó el camarero y les indico que
tenían que dejar la mesa para poder cerrar.
- Te das cuenta Ramón otra vez el tiempo, todo esta marcado por él.
Se levantaron de sus sillas para poder dejar cerrar a los dueños de la
cafetería. Pero acordaron para la siguiente semana recopilar datos
sobre lo mismo, pues Ángel llevaba toda la semana dándole vueltas a ese
tema.
La semana no transcurre igual, sus cabezas reflexionan sobre “el
tiempo”. Anotaban todo lo que oían sobre el mismo. Ángel escribe que
cuando hay una conversación intrascendente también se habla sobre el
tiempo aunque sea atmosférico, a lo mejor se oculta la preocupación por
la muerte o por el hecho de dejar de poseer.
La mesa de la cafetería les recoge como si dos estudiantes se tratasen
pues ocupan la mesa con multitud de folios. Embutidos en la recopilación
de datos, contestan a la llegada del camarero de una manera mecánica:
- Nos traes un par de cervezas, por favor. Pero su cabeza no se ha
levantado para no interrumpir su función. El camarero no estropea la concentración aunque le extraña que no bromeen con él, como ocurre
habitualmente.
Hay pocos clientes y la consumición, rápida se coloca sobre el velador de
mármol veteado gris.
- Aquí tengo recopilado las veces que he oído hablar sobre el tiempo en
mi trabajo, en la radio y en la televisión. Tengo que aceptar que esta en
el pensamiento de todos y como me dijiste es la cosa más valiosa.
Comenta Ramón.
- Si, yo he anotado lo que en periódicos y revistas han caído en mis
manos y la referencia de ello. Y me reafirmo en lo que te dije el pasado
miércoles.
- Pero ¿Por qué crees que una cosa inmaterial, pueda ser lo más valioso
que hay en el mundo, cuando todo apunta a lo contrario en un mundo cada
vez más materialista?
- Creo que la respuesta la has dado tú, todo se ha basado sobre la
materia y se ha despreciado lo espiritual, lo inanimado. Surge un vacío,
que cada vez ira agobiando más y más a las personas.
Rompen sus escritos, abonan la consumición y salen a la calle con otro
talante muy diferente del que habían entrado.
LA NOCHE
La luna comienza a perder la entidad que ha tenido hace tres días, su
esplendor comienza a perderse, a pesar de que sigue siendo la reina de la
noche. Compite con las luces de la ciudad, pero claramente se ve
triunfadora, las farolas solo la hacen sombra, en aquellos lugares, donde
llega su foco anaranjado, los coches comienzan a recoger gotas de agua,
haciendo sentido a la estación en que nos encontramos.
Las manos en los bolsillos, el paso prieto, cabeza buscando las siguientes
baldosas de la acera, apenas levantada para observar el paso de otros
transeúntes, su cabeza sigue embutida en la decisión que debe tomar su
amiga Eloisa. Ha salido de casa con la idea de refrescar la cabeza para
ver las cosas más claras, sabe que la tiene que ayudar en la toma de su
decisión, por ello se siente tan implicado.
Su consejo será, más que probable, la decisión que ella tomara. Su mano
derecha busca la cabeza para rascarse, en una ayuda para sentirla menos
enmarañada. No observa nada de lo que le rodea, salvo, a la llegada de un
cruce de caminos para ver el color del semáforo y poder realizar el cruce
de calle. En su cabeza la decisión de Eloisa.
Algunos bares comienzan el cierre de sus establecimientos, hoy es día
laborable y la gente se recoge pronto para iniciar mañana la nueva
jornada laboral. Los últimos remolones son los últimos paseantes. Un
chico joven saca a su perro a realizar sus necesidades fisiológicas. El
barrio comienza a tomar la forma de fantasma. Los autobuses dejaron
de pasar hace una hora. Algún coche da vueltas buscando el preciado
aparcamiento que apenas queda. De la boca del metro ya no fluye nadie.
Raúl comienza a notar su soledad en un sitio que así esta, no por ello deja
de caminar, es necesario para refrescar su cabeza. Pero no quiere
ampliar la misma, de pronto observa como un hombre rebusca en un
contenedor de basura. Al pasar junto al mismo deja su operación y dice:
- Buenas noches.
- Buenas noches, responde titubeante Raúl, como intentando eludir el
contacto.
- Estoy buscando el cartón que la gente tira a la basura con ello trato
de ganarme la vida.
- Si quiere llevó algo suelto.
- Hombre cualquier moneda me viene bien. ¿Cómo es que esta paseando
a estas horas tan tarde?
- Tengo que tomar una decisión y necesitaba salir de casa.
- A mí también me ocurre que a veces necesito dejar lo que hago para
tomar una decisión y es entonces cuando utilizo la táctica del contrario.
- ¿Cómo es esa táctica?
- Cuando creo que todo lo tengo cuadrado, uso el pensar que ocurriría
si todo fuera al revés.
- Perdona pero no te entiendo. Mi nombre es Raúl.
- Yo me llamo Tomás, mientras extiende su mano, retirando los guantes
con que esta trabajando. La mano de Raúl encuentra esa firme mano y
siente la gran energía que transmite. Los ojos se clavan unos en otros,
pero no en sensación de duelo sino de sintonía Nosotros creemos que
llevamos la razón siempre, si esto no fuera así, tendríamos un
desequilibrio mental, nos aferramos a nuestros pensamientos y esquemas
para sentir que llevamos racionalidad. Cuando hay un dilema o cruce de
caminos, es mejor un análisis de las dos probabilidades para poder juzgar
las cosas mejor, sin embargo lo hacemos siempre desde el mismo punto
de vista, nos aferramos a él, para consolidar nuestra manera de actuar
en todo.
Una oleada de viento hace estremecer los cuerpos, levantando alguno de
los papeles apilados en el suelo por Tomás.
- Entiendo lo que quieres decirme, pero entonces ¿no es cuestionarse
todo?
- Todo es una palabra que engloba a la totalidad, sabemos hacía donde
vamos y por ello andamos, no nos quedamos quietos. En ese ir lo único
que se nos presenta son encrucijadas de dos o varios de ellos. Por tanto
no te cuestionas todo sino una parte de eso que te refieres como “todo”.
Tú tienes que elegir en cada momento el camino que crees que debes.
- Pero si ¿te equivocas?
- Eso también es parte del camino, lo importante es sacar el
aprendizaje y si es necesario retroceder para retomar el otro.

- Pero los errores cuentan.
- Claro que cuentan pero no más que lo que nosotros queramos que sea.
- ¿Cómo es posible, que tu sabiendo tanto, estés recogiendo cartones a
una hora que nadie lo esta por las calles?
- La respuesta es sencilla: tengo que aprender esta experiencia para
comprender mejor a otras personas. Llevo un mes viviendo de lo que
recojo en las basuras. Ahora, hoy por hoy, no tengo nada. Necesito de
esta humildad para comprender las cosas. Muchas veces las cosas
materiales nos impiden ver cosas más sencillas. Cada noche conozco
alguien nuevo, como hoy me ha ocurrido contigo, y nos ayudamos
mutuamente.
- ¿Dónde vives?
- Te he respondido que hoy por hoy no tengo nada.
- ¿Quieres venir a dormir a mi casa y cenar algo?
- Por supuesto que te lo acepto y agradezco, como cuando me ofreciste
una moneda.
- Venga pues vamos a casa.
Apilare el montón de papel y cartón para recogerlo mañana, antes que
llegue el camión de la basura. Tras pasar un par de manzanas, llegan al
portal.
- Aquí vivo, en el tercero, mientras abre la puerta del ascensor para
dejarle pasar.
Un rápido giro de llave hace que la puerta sé desplace hacía el interior.
- Te apetece estas judías verdes que tengo de este mediodía.
- Claro que sí.
- Pues un momento te las caliento. ¿Qué te apetece beber?
- Un buen vaso de agua. ¿Tienes algo de fruta?
- Si hay manzanas y naranjas.
- ¿Te importa sí como una manzana?
- En aquel plato están coge lo que te apetezca.
- Muchas gracias eres muy amable con una persona que acabas de
conocer.
- Si quieres que te diga la verdad ni me reconozco. Me has trasmitido
confianza y seguridad desde el primer momento.
- Te voy a decir un secreto: del mes que llevo sin nada, nunca me ha
faltado mi plato de comida y mi cama para dormir. Hoy pensaba que se
había trocado mi suerte, pero apareces tú.
- Yo estoy preocupado por una decisión que tiene que tomar mi amiga
Eloisa.
- ¿Por qué, acaso, la tienes que tomar tú?
- No es que la tenga que tomar yo, es que la veo tan bloqueada que la
creo incapaz de tomar la decisión correcta.
- ¿Crees que es bueno minusvalorizarla?
- No se trata de eso.
- Si ella tiene piernas andará, si tiene boca hablara, si tú te conviertes
en sus piernas y en su boca no la ayudaras. Es más ni siquiera te
ayudaras a ti mismo, por haber asumido decisiones que no te pertenecen.
- Yo lo hago por ayudar a alguien que quiero mucho.
- Piensa en lo contrario y me dices.
Al cabo de un tiempo, rompe el silencio:
- Llevas razón.
- Llámala y dala la fuerza con tu pensamiento para que escoja la
decisión adecuada.
El teléfono suena y tras esperar cuatro tonos, se asoma la voz de Elisa,
soñolienta. ¿Dígame?
45
LOS DOS HERMANOS
Tienen siete y ocho años respectivamente, casi siempre suelen salir con
sus padres, son pequeños para que se queden solos en el barrio. Hoy es
sábado van a visitar a unos amigos que se encuentran a unos tres
kilómetros de distancia, para ello irán andando a lo largo de una vía de
tren, que les lleva a la otra población, el camino de ida es toda una
experiencia, subiendo y bajando montones de arena o observando la gran
cantidad de cosas que se tiran junto a la vía del tren, botellas de
plástico, maletas desechas, alguna que otra botella de cristal y unas
muñecas con falta de algún miembro. Se almacenan junto a restos de
vestidos, abrigos. Lo que hace a dos pequeños que el paseo se convierta
en una aventura, solo rota por la llamada de atención de sus padres para
que dejen de tocar tanta porquería. El silbato del tren es la nueva
llamada de atención para separarse por el sonido y el aire que produce.
Es un único vagón automotor que da servicio por la mañana y por la noche
a los pueblos cercanos. Tras su paso llega un poco de relajo a los padres
pues ya no volverá hasta la noche, los niños podrán seguir jugando,
incluso entre los raíles.
Las vías también son un recurso de juego para otros niños, todos saben
que tienen unas cuantas horas para poder jugar sobre el lugar prohibido.
La vía ya ha sido sitio de varios accidentes incluido un suicidio, el de una
mujer mayor que no encontró salida a su vida, la desesperación la llevó a
arrojarse al paso del tren. Por fin llegan a la curva donde un nuevo
camino, sin asfaltar, les llevara a la casa de los amigos de los padres. La
reunión es todo lo aburrida como el encuentro de personas mayores que
pueda deparar a dos chicos, la televisión y la merienda hace que el
tiempo que allí están sea más liviano. Con la llegada de las nueve es hora
de tornar a casa. Hay una despedida rápida y vuelta para coger el
camino que les lleve a las vías del tren. Algunas farolas lucen donde
están pera la mayoría del camino es casi a oscuras, los últimos niños ya
están en su casa y hace que el camino, solo este acompañado de ladridos
de perro y escasos paseantes.

Al llegar a la vía el camino se hace más fácil, ya no hay que evitar los
charcos de agua, alineando los pasos sobre las viejas traviesas de
madera oscura. El hermano mayor, Javier, se queda rezagado y coloca
una piedra de pedernal, del tamaño de su mano sobre el raíl de la vía,
enseguida corre para llegar donde van sus padres y su otro hermano, no
le dice nada sobre lo que ha hecho pero por su cabeza comienza a
llegarle un arrepentimiento, pero según van andando la posibilidad de
retirar el obstáculo se va diluyendo.
Y si descarrila por mi culpa, debería decírselo a mis padres, pero el
temor a una regañina hace que se callé. A la vez aumenta su angustia. Es
el pensamiento que le ocupa. Al llegar a casa no tiene ganas de cenar,
marcha pronto a la cama con un gran sentimiento de culpa, quiere que
pase el tiempo y con él, su pesadilla. Pero ideas distorsionadas le hacen
verse en la cárcel y hacen que las horas se hagan muy largas.
Tampoco es capaz de decírselo a su hermano. Nada más levantarse pone
la radio en busca de la noticia del descarrilamiento del tren. A sus
padres les llama la atención que busque noticias cuando siempre le han
resultado aburridas, pero como ellos si lo hacen, no le dan más
importancia.
El boletín informativo no dice ninguna noticia respecto a ningún
descarrilamiento. Javier apura las mismas hasta el final pero no oye
nada diferente a su interés. Un alivio le hace resoplar y devorar el
desayuno con avidez. A medio día sabrá de seguro que nada le puede
hacer sentirse mal. Seguramente alguien que paso tras ellos retiró la
piedra que podía haber ocasionado una catástrofe. Su cabeza no
entiende que ha ocurrido, pero él esta libre de culpa y un
arrepentimiento grande.
- Algún día contaré a alguien, todo lo que me ha hecho no dormir y verme
entre rejas y presos peligrosos.
LA CALLE DE LA VUELTA
No se sabe porque pero la calle de la vuelta, todo el mundo la hace en
sentido contrario de las agujas del reloj. Esta situada al final de la plaza
ovalada, centro, de la ciudad, justamente el centro neurálgico, donde se
juntan los vecinos. El mejor lugar para quedar con alguien o encontrarse
con cualquiera de sus convecinos.
Es norma dar una vuelta por la acera que rodea a la calle, que acoge la
plaza en su centro, para proseguir por la calle de la vuelta y volver a la
plaza de nuevo, dejando en medio un edificio oficial que hace que deje de
bordear la plaza. La circulación de los vehículos también es en el mismo
sentido, curiosamente si alguien tiene que darse la vuelta, por cualquier
situación alguien tiene que volverse, una vez entrado en la calle de la
vuelta, prefieren terminar la misma pero nunca interrumpir el sentido de
la misma.
Mateo es un rentista, al que, toda la vida, le ha gustado viajar, pero
siempre le ha gustado embeberse de aquellos lugares donde está, por
ello no está, en cada ciudad, menos de cinco días, considera que es el
tiempo mínimo para conocer la misma. Al no tener ninguna obligación
laboral, le permite con creces, poder hacer su sueño. El banco le renta
los suficientes intereses para sufragar sus gastos diarios.
Al disponer de tanto tiempo ha desarrollado la capacidad de la
observación. Pero no es buen comunicador lo que hace que difícilmente
le pueda enganchar algún lugar o alguna persona. Si alguna vez alguien se
ha interesado por él su voz seca invita a no volverlo a intentar.
Lo primero que ha hecho al llegar a está ciudad es buscar un hotel
económico, donde las estrellas no le puedan deslumbrar, curiosamente ha
cogido uno en esta plaza, donde comienza la calle de la vuelta. En el
segundo piso hay un hostal con varios balcones que dan a la misma.
A Mateo le ha tocado justo la habitación que da a la plaza, a su frente
está el edificio oficial y abajo los amplios sopórtales que acogen los
paseos en los días de lluvia y en los que el sol hace que huyas de él. Tiene
el elemento básico para desarrollar su pasión por la observación.
Coloca la ropa en el armario.

Tras colocar la ropa en el armario y colocar sus papeles decide ir viendo
cuales son los motores de la ciudad. No ha estado nunca aquí. Hoy es día
de mercado lo que hace que siga el ir y venir de hombres y mujeres con
bolsas de plástico en sus manos, le lleve al descampado donde se forman
unas calles, imaginarias y a ambos lados paradas de puestos de frutas,
verduras y mil y una cosas.
Mateo pasea despacio observando todas las ofertas que presentan los
puestos, como no tiene prisa, hace en su cabeza inventario de cosas que
se exponen. Con respuestas esquivas hace desistir a los dependientes de
insistir sobre lo que coge con sus manos y luego devuelve al lugar de
origen.
Su vagabundear sobre las ciudades donde va, evidentemente, no deja
huella de su paso.
Retorna a la plaza para buscar un restaurante. El reloj del ayuntamiento
señala las dos de la tarde. En los sopórtales, hay un gran numero de
bares, algunos ofrecen comidas así que no es difícil encontrar uno que
ofrezca un “Menú del día”. Al ser día de mercado, hoy se encuentran
lleno de gente que viene de pueblos aledaños para realizar la compra de
la semana y los trámites burocráticos con los diferentes estamentos
oficiales. A pesar de todo en el primer sitio que entra encuentra una
mesa en el interior donde ofrece una buena visión de todas las personas
que se sientan a comer, su lugar preferido. Mateo el hombre
observante, que no se implica en nada de lo que le rodea.
Tras comer sale a disfrutar del hermoso día, al igual que otras muchas
personas, viendo la trayectoria del paseo, siempre en el sentido
contrario a las agujas del reloj, nadie rompe esa norma, quizás sea
casualidad, pero tiene tiempo de ver este fenómeno.
Efectivamente constata este hecho todos los días, cuando ya es el quinto
día, se decide transgredir esta costumbre, hoy es domingo y la una de la
tarde, es la hora de máxima afluencia.
Mateo cruza la plaza y al llegar a la mitad comienza a pasear en sentido
inverso. Las miradas y los dedos señaladores comienzan a apuntar al
extraño. La gente se aparta del infractor que ha osado transgredir una
norma no escrita.

Los consumidores de los bares salen para observar el fenómeno, alertado
por los que primero descubren el movimiento de Mateo.
Las miradas se vuelven de odio hacía esté intruso. Absolutamente todas
las personas miran inquisitivamente a Mateo, que al llegar al hostal sube
para recoger sus bolsas de viaje. Tras abonar el importe de su estancia,
baja los escalones y se encuentra un remolino de gente que solo se echa
hacía atrás con cada paso que da. La tensión se huele y solo falta una
chispa para que el incendio se desencadene. El corro de gente le sigue
hasta la estación de autobuses, donde tomara el autocar que le lleve al
nuevo destino, elegido la noche anterior y comprado el billete a primera
hora de la mañana.
Afortunadamente el autocar esta esperando para salir dentro de diez
minutos. Que se hacen eternos, hasta que el motor se pone en
funcionamiento y abandona la ciudad.
Mateo no comprende porque toda esa gente se ha puesto tan irascible
por hacer un recorrido inverso al que todo el mundo hace. No ha
preguntado a nadie, del porque tantas personas obran de esa manera.
Pero la calle de la vuelta tiene su historia, no bien guardada, pues todo el
mundo la dice a quien pregunta.
Para Mateo será una incógnita sin resolver y por supuesto una ciudad
para no volver.
La tensión vivida le ha dejado tan cansado que a los cinco minutos
comienza a roncar, que hace que los viajeros aledaños ocupen otros sitios
más alejados de semejantes ruidos.
EL ALEMÁN
Rubio, ojos azules, alto. Son las características típicas para destacar en
un pueblo de gente morena, bajos y ojos almendrados.
Klaus, que es su nombre, acaba de llegar. En un vehículo, antiguo,
destartalado, pero extraño para los coches que se conocen en la zona.
Su llegada es seguida de muchos ojos. Nada más llegar pregunto por un
lugar para alojarse en un castellano extraño que hace sonreír a quien lo
escucha. En su mano derecha lleva un libro rojo que en su lomo figura, en
letras doradas: diccionario Español-Alemán. Alemán-Español. Un par de
brazos indican el hostal que está junto a la gasolinera.
Vuelve a conducir, el cansado auto, para ir al lugar indicado. Unas
grandes letras en azul oscuro apenas visibles por la gran marquesina de
la gasolinera indican el lugar de destino.
Abre la puerta y un gran reloj le indica que es la una de la tarde. Un
mostrador de madera se antepone a un casillero donde se deben alojar
las doce llaves, de las diferentes habitaciones, pero actualmente está
vacío.
- Quizás, no haya nadie. Piensa Klaus.
Un timbre sobre el mostrador le anima a solicitar ayuda.
A los cinco minutos aparece una mujer mayor teñida de rubio, que
contrasta con su vestido negro.
- Usted dirá.
- Yo querer alquilar una habitación. ¿Ustedes tener?
- Como si quiere todo el edificio. Responde con sorna la mujer.
- Perdón. No entender.
- Que si, claro que tengo.
- Cuanto costar.
Al darse cuenta de lo limitado de su lenguaje, le escribe en una revista
que saca del mostrador, el precio, a la vez que le dice:
- Cada día.
- Está bien, lo tomo.
- ¿Quiere verla?
- Sí, naturalmente.
La mujer coge unas llaves de una caja metálica, en el llavero figura el
numero 101. Suben la escalera y abre la primera habitación que se
encuentra al lado derecho. Permite que sea el cliente el primero en
pasar, dando la llave de la luz pues la persiana esta echada, acto seguido
sube la misma, para dar una idea mejor de la habitación. La ventana da a
la carretera y a las montañas que protegen a esta zona y le dan un clima
privilegiado, como tenía entendido.
- Bien, me quedo con ella. ¿Cuánto costar?
- ¿Va a quedarse muchos días?
- Vera, quiero encontrar una finca donde vivir, El tiempo que tarde.
La mujer enseguida ve negocio alemán.
- Mi cuñada tiene una pequeña finca a los pies de esa montaña.
- ¿Sería posible verla?
- Claro que si, enseguida la llamo, si quiere suba sus cosas mientras yo
bajo a llamarla.
- De acuerdo.
Ambos descienden las escaleras. Klaus abre el maletero donde se
arremolinan seis bolsas de deporte. Comienza a subir las mismas y es en
el tercer viaje cuando salé Leonor, que es nombre de la dueña del Hostal.
- Si quiere podemos ir a verla ahora.
- Bien, pero antes querer tomar una ducha.
- Cuando termine me llama y nos acercamos a verla.
- O.K.
Tras colocar la ropa entre el armario y la mesa, coge la ropa limpia para
ducharse. No tarda mucho en asearse, en recoger la ropa sucia y
meterla en una bolsa de plástico.
Baja con ella las escaleras y llama a la puerta de Leonor. Presta sale de
la casa.
- ¿Hay posibilidad de lavar la ropa? Sin contestar toma la bolsa y la
lleva a la lavadora.
- Habla muy bien el español.
- O, gracias, he practicado durante dos años con unos amigos
españoles, que son los que me han recomendado este lugar.
- ¿Son de aquí?
- No, pero conocer esto.
- Le encantara. Fueron hasta el coche y fue siguiendo las indicaciones
que Leonor le iba dando:
- Ahora a la izquierda. Cuidado por este camino que hay muchos baches.
No sé si me entiendes. ¿Cómo dices que te llamas?
- Klaus, si entenderte, ser más difícil para mi expresar en tu lengua.
- Bien aquella casa que hay al fondo es la de mi hermana.
Estaba fuera esperando la llegada.
- Mira María, este es Klaus. Estrecharon las manos.
- ¿Cuánto terreno tener?
- Son dos hectáreas de regadío, más quinientos metros en la ladera de
esa montaña.
- Suficiente. Poder ver.
- Vamos, mientras daba la vuelta para cerrar la puerta de la casa.
Siguieron por el camino de tierra y a unos cuatrocientos metros, surge
una valla metálica con una puerta de acceso cerrada por un candado. Que
es abierto con las llaves que saca María de su bolsillo.
- Toda la finca esta vallada.
- ¿Este arroyo tener agua todo el año?
- En esta zona hay agua por todos los lados. La curiosidad pica a María.
¿Qué quiere cultivar?
- Frambuesas, quiero hacer invernaderos.
- En la parte de arriba puede construir su casa.
- Vamos a verlo.
Los ojos de Klaus lo dicen todo está encantado con todo lo que esta
viendo.
- ¿Cuánto costar?
- Esta noche hablare con mi marido y mañana le diremos precio.
- O.K. Se agacha para coger tierra y desmenuzarla entre sus dedos,
mientras Leonor y María se guiñan un ojo. La vuelta al coche es larga,
Klaus, una y otra vez torna la cabeza.
Tras dejar a María y despedirse de ella. Leonor aprovecha para animarle
diciéndole:
- Es muy fértil cualquier cultivo se da muy bien. Tradicionalmente se
ha utilizado para el cultivo de tabaco. Porque en su tiempo daba mucho dinero, pero ahora mi cuñado tiene trabajo en la ciudad y no trabaja la
tierra, por eso quiere venderla.
Klaus no contesta porque sigue pensando, deja en el hostal a Leonor, la
da las gracias y va a dar una vuelta por el pueblo. Tiene muchas casas
que indican el esplendor de otros tiempos, pero ahora hay pocos
habitantes fijos, muchas casas de segunda residencia, ocupadas en las
vacaciones. El pueblo tiene una distribución serpenteante y alargada,
siguiendo el trazado dispuesto por las laderas de las montañas, siendo
más alargado que ancho, pero lleno de recovecos interesantes para
cualquier turista.
El tiempo pasa y la noche invita a buscar un sitio donde cenar. La oferta
no es muy grande, pero se puede elegir entre los tres bares que hay
abiertos. Su paso por el pueblo no ha pasado desapercibido, todos los
habitantes ya saben a que ha venido, donde se aloja e incluso le llegan a
hacer ofertas de otras fincas. Pues quizás el dinero que traiga sea como
el color de su pelo, la gran oportunidad de prosperar. En su libreta va
anotando las características de lo que se ofrece así como precio y
teléfono de contacto. Los números del dinero pedido son desorbitados
pero y si el alemán acepta.
Klaus se da cuenta de la desventaja que tiene, todo el mundo se quiere
aprovechar de su interés.
De regreso al hostal Leonor esta fuera, como esperándole.
- ¿Qué tal cenaste?
- Muy bien gracias, me han ofrecido más fincas.
Leonor tuerce el gesto de saber que hay más competidores.
- La finca de mi hermana es la mejor que te puedan ofrecer.
- El problema es precios muy altos.
- Esta zona tiene un clima muy bueno todo el año, ello hace que la tierra
este muy demandada y los precios sean altos.
- Si saber, pero no poder pagar eso.
- ¿De cuanto te han dicho? Leonor quiere tener una referencia que
poder dar a María.
Le cuenta las cifras que le han pedido.
- No te preocupes, tendrás un buen precio.
- Si no buscar en otra zona. Klaus juega su presión, aunque la finca le
ha maravillado.
Con la entrada de los primeros rayos de luz, se levanta de la cama y se da
una ducha, completa su aseo y baja a la calle en busca de volver a ver la
finca. Apoyado en la verja comienza a diseñar su casa, junto al grupo de
chopos. Su presencia es delatada por el ladrido de los perros de la casa
de María, sale para ver quien es, al regresar María le invita a pasar a la
cocina, allí Manuel esta desayunando y le invita a que les acompañe.
- ¿Le gusta? Pregunta Manuel.
- Mucho, el problema ser el dinero. Tener que buscar otra zona.
- Hemos hablado mi mujer y yo, creemos que el precio es razonable. Se
lo enseña escrito en un bloc.
Klaus no sabe regatear, pero sabe agitar su cabeza. Manuel se da cuenta
que se le puede escapar y no duda en bajar el precio. Klaus alegra su
cara y da un apretón de manos.
- Poder volver a entrar.
- Considérala tuya.
Leonor no puede disimular la alegría por el precio que han obtenido es
muy bueno. Le ofrece una cerveza, aunque la hora sea temprana, no sabe
las costumbres de los alemanes.
- Prefiero volver a ver la tierra.
- Bien no se hable más, contesta Manuel, entra en la casa para coger
las llaves.
El día se abre luminoso, radiante, la primavera vuelve a coger el latido de
la tierra para mostrarse llena de vida, las flores salen de cualquier
hierba. La cara de Klaus esta radiante, durante la noche ha dibujado
cien proyectos sobre la imagen mental de su visita de la tarde, ahora
quiere confirmar esa duda que quedaba en algunos aspectos. La visita se
alarga pues comprueba cada tipo de tierra.
- ¿Esté arroyo secar en verano?
- Aquí hay agua todo el año, con mayor o menor cantidad, estas
montañas nos defienden del frío y también hace que las nubes se queden
aportándonos agua todo el año.
Klaus se da cuenta del aire que sopla y ve la posibilidad de tener energía
eólica.
- Necesito asesorar legal para trámites.
- Hay una oficina dos pueblos más allá, indicando don el dedo la
dirección, donde te pueden decir todo lo que necesitas.
- Yo dar una señal de dinero.
- Bien, bien no te preocupes, te voy a hacer un recibo.
Pasan a la casa y hacen el papel justificando el dinero entregado, acto
seguido le entrega las llaves del candado y la dirección donde acudir.
- Muchas gracias.
Regresa al hostal para coger el coche e ir al pueblo indicado. Es martes
y es la una de la mañana, aun podrá encontrar abierta la oficina. No
pasan diez minutos cuando llega al pueblo buscado. Pregunta a unos
abuelos que están tomando el sol, en un banco junto a la carretera, por el
lugar del papel. Enseguida le indican que es una calle que sale junto a una
casa de color azul. Encuentra la casa pintada de un azul llamativo al
color general. La puerta esta cerrada a pesar que en la puerta figura el
horario: De Lunes a viernes de nueve y media a una y media. En su reloj
figura la una y cuarto. Llama con los nudillos pero el interior tiene las
luces apagadas. Un vecino se asoma por la ventana y le dice que se ha ido
hace diez minutos. Klaus baja la cabeza y vuelve hacía el coche. Él esta
acostumbrado a la puntualidad y al cumplimiento de horarios, esto le
choca, pero comprende que esta en otro país.
Su coche le lleva al hostal, aparca y se dirige al restaurante donde ceno
ayer. Va a la misma mesa y nota como las mismas personas del día
anterior se encuentran en los taburetes, pero esta vez nadie se vuelve
hacía él.
- Buenas tardes, ¿qué va a tomar? Pregunta el camarero, acercándose a
la mesa.
- ¿Poder ver la carta?
- No la tenemos escrita pero le digo lo que tenemos. Espera su
confirmación para narrarle los diferentes platos.
Klaus elige dos de ellos, mientras nota una cierta animosidad en la
manera que le miran y los comentarios en voz baja, que no logra
entender. Así es que lo más pronto posible acaba de comer y se dirige al
hostal para seguir maquinando proyectos. Nada más abrir la puerta de la
calle, María sale para darle la enhorabuena por la adquisición.
- ¡Oh! muchas gracias, aunque creo que a otras personas no sentar muy
bien.
- ¿Cómo es eso?
Klaus relata sus pasos. Es entonces cuando sale a relucir la rivalidad de
su familia con el resto del pueblo. Le comenta las viejas heridas que se
acrecentaron con la construcción del hostal junto a la gasolinera.
- Es muy difícil la convivencia en un pueblo tan pequeño donde hay
tantas envidias. Ya ve, el hostal está vacío y así un día detrás de otro.
Mi cuñado ha tenido que dejar las tierras en busca de trabajo en la
ciudad y en mi caso tendré que hacer lo mismo, mi marido murió el año
pasado.
- Querer decir que yo paso a ser enemigo.
- En cierta medida si, ya ves que en este pueblo todo el mundo se
entera de todo en un tiempo récord. Ellos te hablaron por otros
terrenos que tú, ni siquiera, pasaste a verlos. Se sintieron ofendidos y
por ello ya no eres de estima.
- Pero yo lo que ver me gusta no necesitar otra cosa.
- Es igual ellos lo entienden como un desprecio.
- Quizás yo tener difícil pero no importar me gustar los retos.
Klaus tuvo que contratar gente de otros pueblos para la construcción de
la casa y de los invernaderos. Esto hizo subir la animosidad hacía el
alemán. Pero la prosperidad comenzó a llegar a su finca, las novedades
que traía consigo fueron tan revolucionadas que subió en el volumen de
facturación de sus frambuesas. El hostal termino vendiéndose. Pero el
pueblo viendo la prosperidad del vecino extranjero comenzó las
maniobras de acercamiento y agachar esa cabeza que tantas veces
habían mostrado altiva ante su presencia. Ofrecieron de nuevo sus
tierras para ver si quería desarrollar aumentar la producción. Con el
tiempo todo el pueblo trabajaba para el alemán, con su odio guardado
ante el esplendor del triunfador.
Uno a uno fue reuniendo para hablar del pasado, justo con su llegada. La
respuesta fue una salida del lío que les proponía el patrón, pero iba
aclarando su posición, aunque después cada uno pensara lo que pensase.
Siempre sería un hombre odiado por haber triunfado pero al mismo
tiempo respetado por haber construido tanto de tan poco, como cabría en su viejo coche que seguía utilizando. María le escribió un día
contándole lo bien que le iba en la ciudad grande junto al mar en la que
vivía.
Klaus notaba la excesiva adulación de la que era objeto, como si fuera el
nuevo cacique, eso le hace sentirse mal. Por lo que contrato un equipo de
megafonía y lo instalo en la plaza vieja, convoco a todo el pueblo y explico
todo lo que él sentía. Algunos pensaron que se había vuelto loco pero
algo quedaba de lo que quería transmitir, el triunfador se para a
compartir con ellos su pensamiento.
¿Qué extraño es este alemán? Es el pensamiento general pero algo
cambia en sus mentes.
La frambuesa comienza a estar en sus mesas y su zumo comienza a
sentirse en la cara de los comensales.
58
LA VIEJA CASA
Se encontraba en el medio de la ciudad, los grandes edificios la rodeaban
intimidatoriamente. La calle donde se encontraba había sufrido mil y
una transformaciones, pero la vieja casa allí seguía cada vez
desentonando un poco más. Ha tenido los habitantes más diversos:
desde la primera familia que la habito, pasando por unos hippies, hasta la
actualidad en que vive una pareja de cincuenta años: Anselmo y Ángela.
Ambos quieren mantener un modo de forma de vida diferente al de las
antenas parabólicas y los coches que les rodean. Suben a tender a la
azotea donde les permite ser una pequeña atalaya donde tomar el fresco
en verano o poderse sentar en esas sillas articuladas de aluminio
multicolor junto a la destrozada sombrilla que al ser abierta muestra
tantos rotos como si fuera un colador, pero les permite darse una
pequeña intimidad frente a los edificios circundantes.
Los vecinos siempre han comentado la mala imagen que da esta casa y por
supuesto las personas que lo moran, así que han previsto buscar algún
resquicio legal para echarles del barrio y derruir esa horrorosa
edificación que afeaba el entorno así como sus moradores.
Hay como un acuerdo tácito de aislamiento, nadie les habla, se les
esquiva como apestados, en las tiendas se les hace cierto vació.
La única oportunidad es comprarles la vivienda para derruirla. La junta
vecinal crea una representación para hacerles una oferta. Se eligen tres
representantes que son presidentes de comunidad de casas limítrofes y
acuerdan hacer una oferta sobre la compra de la casa, que será
sufragada a partes iguales por diez bloques de edificios, con la consigna
de ofrecer lo mínimo posible por la menor aportación de cada uno
teniendo en cuenta que representan a doscientas ochenta personas.
Se eligió el jueves a las nueve de la noche. Los tres representantes con
sus respectivos trajes y carpetas se dirigen a la casa vieja. Pulsan el
destartalado timbre negro que emite un sonido ronco.
Anselmo abre la puerta.
- Buenas tardes veníamos a hacerles una oferta de compra de su
vivienda.
- No tenemos ninguna necesidad de vender nuestra casa. Comenzando
a cerrar la puerta de entrada.
Por fin el que estaba más atrás reacciona, diciéndole:
- Por lo menos podía escuchar nuestra oferta.
- Su oferta no podrá darnos nada más que dinero, lo que nosotros
tenemos es un hogar.
- Ya pero, este les dará oportunidad de tener otro hogar mejor.
- ¿Dónde?
- Evidentemente donde ustedes elijan.
- Donde elijamos no, tendríamos que irnos a cuarenta kilómetros o más
de esta ciudad, ustedes conocen que no tenemos coche y les digo que no
tenemos esa necesidad.
El tercero en discordia que ha permanecido callado, le dice:
- Cuando vean la oferta que les hacemos, a lo mejor cambia de opinión.
Esperando que les permitiera entrar, pues se sentían como vendedores
de bíblicos.
Pero Anselmo parte con una ventaja sabe lo que quiere, no tiene ninguna
necesidad de vender esta casa que tanto les cuesta tener.
- Les ruego que no insistan, mi mujer y yo tenemos lo suficiente. Si no
les importa estamos preparando la cena. A la vez que cerraba la puerta.
Desconcertados, enrabietados y humillados se van a la cafetería donde
habían quedado con los otros representantes para informar de su nula
negociación.
- Si no se van por las buenas habrá que utilizar las malas.
- Hombre somos personas civilizadas.
- Si, si pero todos sabemos que hay otros métodos.
Cada vez iba contando más la casa vieja y se iba convirtiendo en una
especie de divieso que molestaba la vida de seiscientas personas.
- Es que ni siquiera a oído nuestra oferta, con la excusa que no le hace
falta el dinero para irse fuera de la ciudad.
Anselmo y Ángela no contaban ni con teléfono, ni televisión, ni gas
canalizado, ni coche, ni microondas ni de todas esas cosas que te hacen la
vida más fácil. Salvo la lavadora y la nevera les salvan de parecer
extraterrestres.
Por supuesto que la ropa tendida en la azotea afea la imagen del barrio.
La junta de compradores decidió reunirse al día siguiente con la idea de
resolver que hacer.
Se decidió escribir una carta donde se reflejara la oferta destacando la
misma sobre el valor de mercado.
Se redacto la misma y se puso un teléfono de contacto, se incluye en un
sobre blanco y a esperar respuesta.
De nuevo se van a la casa vieja y en el descascarillado buzón negro se
introduce la carta entre la propaganda no recogida.
A la mañana siguiente Ángela descubre un sobre entre la
correspondencia comercial, no tiene el matasellos de haber pasado por
la oficina de correos. No es ni la factura de luz ni del agua. Abre, el
mismo, desgarrándolo y se encuentra ante un pulcro papel blanco donde
viene expresado en color rojo, destacado, la oferta. Ellos saben que si
se expresa una oferta firme cuanto menos la consideraran y pensaran
sobre ella. Ángela leyó la carta y dejándola sobre la mesita de entrada
como un papel de propaganda más. Saben que han entrado en una guerra
sin quererlo, pero ya se encuentran en ella.
Al llegar Anselmo, es recibido con un beso y la misiva.
- Ya han conseguido su objetivo, ofrecernos su dinero para que
empecemos a dudar. ¿Cómo llegó?
- Estaba en el buzón sin franquear. ¿Qué interés tendrán ahora en
comprar nuestra casa?
- Siempre se piensa en la fuerza del dinero y este puede ser incluso
para caprichos, en una respuesta: les somos molestos, quizás rompamos
el paisaje de sus coches, de sus ocios, de sus vestidos, de su forma de
vida. Ahora han decidido echarnos un pulso se sienten vencedores,
tienen dinero y son bastantes.
- Tengo miedo, dice una Ángela insegura.
- Deja correr el tiempo se pondrán nerviosos y se debilitaran ellos
mismos.
A la casa aparece llena de pintadas ofensivas.
- Nuestra fachada necesitaba una mano de pintura, es momento de
renovarla, dice Anselmo pasada una semana.
Se dirige a un almacén grande de pinturas donde se encuentran todo tipo
de colores, busca en el de las ofertas el color más horrible: un ocre y es
el elegido.
Al llegar a casa enseña a Ángela el color y asustada dice:
- Como has elegido este color.
- Este es el que puede desentonar más con la calle. Así que manos a la
obra.
Se coloca su mono y coge cubos, escaleras, un tablón para hacer un
andamio. Su acción no pasa desapercibida y al aplicar las primeras
pinceladas el color hace que sus convecinos tapen sus ojos pensando que
es una broma pero según pasan las horas se van tapando pintadas y el
color original.
La nueva tonalidad se ve a una distancia considerable. Con la llegada de
la noche tiene que dejar su obra a medio terminar. En la cafetería se
produce la improvisada reunión de los convecinos.
- Hay que parar esto, el adefesio de casa encima se engalana de una
pintura espantosa. Dice uno de ellos.
- Deberíamos ir a la junta municipal a que sea sancionado.
- Es verdad se necesita un permiso para poder pintar la fachada,
seguro que ni lo ha solicitado. Utilicemos nuestro Ayuntamiento como
forma de presión.
El siguiente paso está tomado.
Al día siguiente un coche de la policía municipal se acerca y para
enfrente de la casa del pintor.
- Buenas tardes nos podía mostrar su licencia para poder pintar.
- No la tengo.
- Entonces tendremos que sancionarle.
- ¿Si su casa se la llenan de pintadas injuriosas y el Ayuntamiento no
viene a quitarlas que hace usted?
- Yo no quiero comentar solo vengo a aplicar la ley.
Anselmo al día siguiente, de la aparición de las pintadas, había acudido al
ayuntamiento a solicitar que se quitaran las mismas, tiene unos
documentos que lo testifican.
- Desde luego ha cogido un color feo.
- Yo no le he dicho que colores tiene que tener su casa, contesta
secamente Anselmo.
Visiblemente contrariado le da a firmar el papel con la sanción. Al coger
el bolígrafo que le ofrece queda manchado de pintura.
- Tiene algún disolvente para quitar esta pintura.
- Si aquí tiene le da una botella de aguarrás, no menos manchada y un
trapo que en sus orígenes, fue azul. Como puede quita la pintura del
bolígrafo y manos.
Anselmo termina su pintura y comienza a limpiar los útiles en plena calle.
Ni que decir tiene que los vecinos se frotan las manos sabiendo que
tendrá que pagar una multa. El mal ajeno siempre es un motivo para
celebrar pues así nos hace ser más envidiables en la posición que uno
tiene.
Ángela regresa más tarde, ha estado visitando a unos primos y se
encuentra con la obra realizada. Al abrir la puerta Anselmo le describe
lo que ha pasado.
- Sigo pensando si merece la pena este esfuerzo que estamos haciendo,
tal vez seria bueno coger el dinero que nos ofrecen e ir a otro sitio para
vivir.
- Si lo hacemos es como si nos hubiéramos traicionado.
- Anselmo son prejuicios que nosotros nos ponemos, nada ni nadie
pueden hacer que nos sintamos mal, pero si seguimos luchando
perderemos mucha energía.
- Y si en el otro sitio nos ocurre igual que hacemos volver a huir.
- Anselmo si eso ocurriera entonces nos lo plantearíamos, la idea de
perdedores o triunfadores nos la instalamos nosotros en nuestras
cabezas. Según venía en el autobús he ido pensando en todo ello y ahora
tú me cuentas el nuevo episodio. No somos perdedores actuamos según
las circunstancias y lo que piensen los demás será problema de ellos. Tú
hablas de su juego pero te olvidas del nuestro. No tenemos que entrar
en su juego. Si luchamos es como si resistimos a sus ataques, sin darnos
cuenta estamos en ello.
- ¿Qué propones?
- Ir al bar y aceptar su dinero.
Anselmo bajo la cabeza y respondió creo que llevas razón:
- seguramente nos hacen un gran favor al ofrecernos un cambio de
vida. Gracias Ángela, por ayudarme a quitar la testarudez, tú y yo
sabemos que no nos lleva a ningún sitio.
EL HOYO DEL SUFRIMIENTO
Distraídamente, Pedro, llegó a un pequeño bosque, el camino no estaba
definido, así que optó por tomar unos senderos a modo de caminos.
Resulto que la vegetación se hacía más espesa y espinosa. Pero ya que
había llegado hasta allí, no tenía sentido retroceder por ello siguió
caminando hacía, lo que él intuía que, era la salida: Los pantalones eran
una y otra vez enganchados por los arbustos, los brazos también se
hacían eco de los arañazos, pero el pensamiento de Pedro era salir lo
antes posible y que mejor dirección que la línea recta. Harto de las
dificultades comenzó a apresurar su paso, hasta que unas zarzas
trabaron su pierna derecha lo que llevó a que tropezara y cayera a un
hoyo de unos cinco metros. La caída fue amortiguada por varias plantas
haciendo que el golpe no fuera brutal:
Una vez en el lecho del hoyo hizo un pequeño balance de su estado físico,
observando múltiples desgarrones de ropa y piel, pero no afectaban a la
movilidad de su cuerpo.
Un temor comenzó a recorrerle las venas de su cuerpo estaba allí solo en
medio de un paraje inhóspito sin posibilidad de ayuda de nadie y la noche
comenzaba a asomar, la altura hacía desistir de poder salir por sus
medios. Su cabeza comenzó a hacerse preguntas como: ¿Qué hace aquí
este hoyo? Parecía como si hubiera sido escavado hace años por una pala
escavadora. Curiosamente era como un cubo de medidas cinco por cinco
por cinco. La naturaleza la había llenado de vegetación, a pesar de estar
las paredes lisas. Gritar no valdría de nada, por allí no pasa nadie y
menos a esas horas.
Junto a él restos de las zarzas adheridas a su pantalón y una rama que
arrastró en su caída.
Pedro se sentó y espero la noche con la idea de que al día siguiente su
suerte cambiase. Pero no fue así, los días pasaron y nadie paso por allí,
salvo alguna jabalí que se asomaba gruñendo o algún pájaro que
sobrevolaba la zona.
Al quinto día un muchacho silbando despertó todas las esperanzas.
Con todas sus fuerzas gritó: SOCORRO. El pequeño se acerco al lugar
de las voces y vio un hombre en el interior del hoyo.
- No pierdas tiempo pide ayuda para que me saquen de aquí.
El pequeño se sentó al borde y preguntó:
- ¿Qué haces ahí?
- Me caí y no puedo salir, rápido llama a alguien, no estés sentado
mueve tu culo.
- Porque los mayores os esforzáis en mandar aún en situaciones como la
que tu estas.
- Mira niño, llevo cinco días aquí dentro sin comer ni beber, necesito
salir de aquí, ¿entiendes?
- Pero no entiendo porque tú no has hecho nada para salir.
- ¿Explícame cómo, listillo?
- Con la rama que tienes a tu izquierda podías haberla utilizado para
hacer una escalera.
- ¿Cómo?
- Excavando en la pared, unos peldaños. Esta mañana, en la escuela el
maestro nos enseño que la diferencia entre el dolor y el sufrimiento es
que solo el primero es inevitable. Tú te caíste pero no hiciste por salir.
- No quiero discutir me encuentro débil, necesito salir de aquí.
- Mira te ofrezco mi bocadillo y mi botella de agua. Mañana volveré a
traerte otro.
- No serás capaz de irte y dejarme.
- Si soy capaz y espero que a la tarde hayas trabajado algo en la pared.
Mientras le echaba la comida y la bebida.
Por la tarde, al día siguiente apareció el muchacho.
- Buenas tardes, que tal tu trabajo. Dando una vuelta alrededor del
perímetro del hoyo. No observo ninguna rajadura sobre las paredes.
Se sentó al borde, como el día anterior:
- Mi profesor nos dice que cada uno elegimos nuestro futuro, a lo
mejor el tuyo es vivir en un hoyo. Abrió el bocadillo y le fue dando
grandes bocados.
Pedro estaba tumbado con los ojos abiertos mirando fijamente a las
nubes y no decía nada
ISABEL
Isabel es una mujer que se ha separado hace pocos meses. Tras varios
años en su cabeza dando vueltas a un matrimonio que ni la satisfacía ni le
daba ilusión salvo sus tres hijos, dos chicas y un chico.
Se había metido en un túnel que la única salida era seguir, y seguir, pero
esa misma salida cada día le estaba agobiando más.
Había oído comentarios de personas cercanas y no tan cercanas que
saliera, pero ella hizo caso omiso: “que saben los demás de mi vida”. Así,
siguió años hasta que se sentía que le faltaba el aire, y es entonces
cuando decide dar el paso. Se puso a buscar un piso. Por arte de magia
un amigo le ofrece el suyo que iba a alquilar, bien el primer paso estaba
dado, lo siguiente decirlo a los hijos la decisión que había tomado, a
pesar de ser pequeños en su edad, la animaron a seguir. Casi se encontró
que tenía que empezar de nuevo en cuanto a mobiliario y menaje del
hogar.
No importa las dificultades se van superando.
Comienza a sentirse libre rodeada con sus hijos, van construyendo su
futuro, pero hay algo que la merma y es la lucha con su marido por
cualquier cosa, inconscientemente la lleva a cuando estaba viviendo su
vida en el tubo. Los litigios se siguen produciendo tanto legalmente como
a través de sus hijos, económicamente ha salido perdiendo. Ella contaba
con una estabilidad económica saneada, ahora depende de su trabajo y la
pensión acordada hasta sentencia judicial.
Los fantasmas comienzan a hacer su aparición: “si hubiera seguido en el
túnel podría haber seguido llevando una vida paralela y desahogada,
quizás me he equivocado”.
El mundo se le empieza a hacer más pequeño comienza a sentir esa falta
de aire, de nuevo.
Esta mucho más irritable cualquier cosa le afecta.
Pero alguien habla con ella y le enseña la posibilidad de ver las cosas de
otra manera. Se revuelve y se enfada con él, “otro que va a saber de mi
vida más que yo”. Sus pensamientos siguen erré que erré. Pero esa
misma mañana, se da cuenta que es verdad así que una llamada de
teléfono para confirmar que era posible, llevaba razón.
Hoy Isabel sigue igual de empantanada a nivel legal pero sus ojos tienen
más miras que el túnel donde estaba viviendo, sus hijos vuelven a
descubrir su sonrisa de nuevo.
Su cabeza sigue rígida, ha entendido pero le cuesta. Cogiendo el coche
un coche golpea por detrás al suyo lo que hace que ese cuello rígido se
lesione, como consecuencia, una vértebra fracturada. De nuevo sufre
dolor, esta vez físico.
Su amigo le vuelve a comentar que no hay casualidades.
Intenta verlo de nuevo para que vayas aprendiendo”. El amigo se va,
pero su cabeza sigue rígida y además con dolor.
¿Y si lleva razón? Piensa Isabel.
¿QUIÉN MANDA EN LA CABEZA?
Es una mujer alta, delgada y envuelta de negro. A esta amiga hoy la
encontré en la calle, hablamos de cómo nos iba y en un momento dado su
conversación siempre la ha llevado hacía la rutina de las cosas, cosa que
siempre la ha obsesionado, pero en un momento de su conversación
realizo la pregunta:
- Pero, ¿quién manda en la cabeza?
Mi cara cambio y me quede mirándola fijamente.
- Cierra los ojos e imagina una playa tropical, hay un sol radiante, hay
palmeras (sus ojos aunque cerrados, tienen movimientos orbítales).
Ahora abre tus ojos.
- Si
- ¿Lo has visto?
- Si, pero eso no me dice nada.
- Tú has sido capaz de ver una playa tropical e incluso sentir el calor
del sol, ahora estamos en invierno y el sol esta a punto de caer, aunque
no haya salido en todo el día. Tú has dirigido tus pensamientos.
- Ya pero me refiero a la maldad de las personas. ¿Quién manda en
nuestra cabeza para que obremos de esa manera?
- Todo el mundo hace lo que cree que es bueno, lo que evidentemente
es bueno para unos, otros creen que es malo, la perspectiva nos la da
nuestra vida y nuestra educación. Pero todos obran creyendo que lo que
hacen es lo mejor, si esto no ocurriera así, nos encontraríamos mal y
esto conllevaría a una perdida de nuestro control mental y entonces nos
sentiríamos enfermos, habríamos perdido la capacidad de actuar
libremente. ¿entiendes?
- Si pero sigo creyendo que hay alguien que manda sobre nuestras
cabezas.
- Esa manera de pensar es un poco despreocupada, si hay alguien que
rige nuestras cabezas yo me siento sin responsabilidad, quizás sea una
postura infantil.
La hora de dejar nuestras reflexiones se termino, nos despedimos. El
día sigue siendo gris la noche se anuncia con el encendido de las farolas.
¿Quizás, una pequeña bombillita se haya iluminado en esa cabeza, de
quién? Seguro que es en la de mi amiga.
Siempre pienso que cuando perdemos las manos del volante el coche va
siempre a una dirección incierta, entonces surge la pregunta ¿Quién
dirige el coche?
EL PASEO POR LA CIUDAD
Siempre que paseas por una gran ciudad, descubres grandes edificios,
muchos coches, un gran conglomerado de personas, luces. Un sin número
de cosas que te va deslumbrando. Te sientes en la sociedad del
bienestar, donde todo esta bien, todo ordenado.
Pero en esa prisa generalizada, en ese ruido, en ese escaparate limpio,
puedes empezar a ver que toda tienda tiene su trastienda y aquí la cosa
ya no esta tan ordenada, tan calculada, se amontonan cosas o personas y
la pulcritud de la tienda ya no es tal.
La cara dicen que es el reflejo del alma, si esto es así, las grandes
ciudades no son mucho mejores, esas caras serias como si fueran una
mascara donde nos uniformamos, y no precisamente en carnaval, es el
escaparate de todos cuantos caminamos, corremos o nos arrastramos
por las calles.
El maquillaje no es intenso porque los actores tienen un papel que a nadie
le gusta, que las sonrisas duran menos que una cerilla encendida, para
volver a la cara seria estereotipada.
Todo se presenta maravilloso pero siempre existe algo que delata que no
va bien. La imagen que se exporta al tercer mundo es la del lujo, la de la
materia. Pero a poco que se pasee por estas grandes ciudades o medias,
que al fin y al cabo son una copia del estilo de las mayores. Se descubre
la comedia o la farsa, donde esos actores no siguen el papel. Y a pesar
de que la maravilla de las maravillas esta al alcance de cualquier bolsillo,
y sino lo esta siempre se puede recurrir a los bancos, que te pueden
ayudar, a poner un poco más, la soga al cuello.
Esta calle es muy larga y la única salida es ir hacía adelante.
Vemos nuestras mentes encerradas sin posibilidad de salida. Quizás la
solución este en nosotros y a lo mejor descubrimos que una gran ciudad
puede ser maravillosa solamente girando nuestro cuello que nos permite
una visión de ciento ochenta grados o de trescientos sesenta grados si
giramos nuestro tronco.
El papel o guión, está marcado pero nosotros lo podemos desarrollar de
otra manera que esa sonrisa no dure lo mismo que consumirse una cerilla, sino lo que tarde una vela grande en agotarse. Y cuando esto ocurra
encenderemos otra de mayor tamaño, hasta que la sonrisa y la cara se
iluminen en todos estos paseantes que están a mi lado.
Llegada la noche me gustará disfrutar de las luces pero también de
aquellas personas que están en la trastienda.
Para que este cambio pueda ocurrir solo se necesitan pequeños pasos y
esos están encargados a cada uno de nosotros, no importa lo que hagan
los demás solo cuenta lo que nosotros hacemos por tanto encendamos esa
vela en nuestras casas y en nuestras caras.
Las grandes cosas siempre se inician con acciones pequeñas.
Nuestro paseante se convirtió en autor y nuestra ciudad se convirtió en
nuestras casas.
LA MAQUINA DE FOTOGRAFIAS
Junto a un banco de madera, pintado en verde, en el parque, se
encuentra se encuentra una bolsa de nylon negra, con la cremallera
abierta donde se puede ver una cámara fotográfica. El parque es un
lugar muy frecuentado y el banco se halla en una zona de paso. Los
primeros paseantes se dan perfectamente cuenta de la existencia de la
bolsa, pero parecen ignorarla. Cuando han dado unos pasos observan a
ver si está por allí el dueño, pero nadie es la respuesta. Mil preguntas
surgen en la cabeza de tantos paseantes pero nadie se atreve a cogerla.
Hasta que un hombre, rondando los cincuenta años se detiene frente a
ella, gira y al no ver nadie toma la correa para ponerla en su hombro, la
escena no pasa desapercibida para los anteriores paseantes, pero nadie
dice nada, solo la culpabilidad de no haberlo realizado ellos antes.
Esté hombre lleva una chándal azul marino con dos listas a lo largo de los
costados y unos cascos conectados a un walkman.
Las conciencias se vuelven agudas y a punto están de verbalizarse, sino
fuera porque ellos no han realizado lo qué este hombre si ha hecho, la
envidia por no haberlo hecho ellos.
El paso se apresura quiere salir fuera del lugar de encuentro. Algunos
hasta le siguen para intimidarle. Ante está actitud hace honor a su
atuendo y comienza a correr. Esto hace que los perseguidores desistan
de su acción y formen un corro para insultar al sinvergüenza. Tratan de
buscar, en los alrededores al dueño, pero nadie esta allí.
El botín es lo suficiente goloso para dirigirle una mirada, esto solo
ocurre, tras haber corrido por varias calles y mirar una y otra vez, para
que nadie le haya seguido. Coge la cámara del interior de la bolsa y
comprueba que es una flamante maquina de fotos digital, última
tecnología. De nuevo echa un vistazo a su alrededor. Comienza a
sentirse culpable, pero si ha sido capaz de salir corriendo con ella, ya el
mal estaba realizado. El come-come se inicia y con él, el sentido de
culpabilidad se apodera de su cabeza.
Es tan fuerte que decide volver al banco y esperar a que el dueño venga
y disculparse.

El sol no se ha hecho fuerte y la mañana es fresca para estar sentado en
el banco. Hay paseantes pero nadie que se interese por la bolsa, ni
siquiera los que le habían increpado.
Todo ello va haciendo que su sentimiento de culpabilidad se vaya
magnificando, nadie se acerca, menos mal que el sol trae el calor matinal
y hace que el frió interior sea menor.
Por fin, toma la cámara y se entretiene mirando las diferentes funciones
que tiene, busca si hay algún papel de identidad del dueño, pero la bolsa
negra de bandolera solo contiene la maquina fotográfica.
Al poner la tecla de encendido, un sinnúmero de lucecitas comienzan a
encenderse y en el visor de cuarzo aparece lo que el objetivo esta
recogiendo. Le deslumbra, las posibilidades que tiene y sigue
descubriendo las posibilidades que tiene, sin descuidar a toda persona
que por el paseo se acerca, pero los paseantes pasea y el se ha
convertido en un objeto más del paisaje.
Pero este cacharro está arruinando su vida. El tiempo pasa y por allí
nadie se interesa por su juguete.
La mañana continua y su sentido de perdida de tiempo esta en marcha.
Ideas sobre el sentido de seguir allí, discurren por esa cabeza, que no
para de mirar a un lado al otro en busca del dueño.
Por fin, con la llegada del medio día decide volver a su casa,
apesadumbrado, receloso y con su sentimiento de culpabilidad torna a
casa, pero su cabeza busca insistentemente a alguien que no sabe ni
como se llama ni como es físicamente.
La llave abre la puerta de su casa, se dirige a la cocina para hacerse la
comida, al pasar por el salón deja la bolsa, del encuentro, encima del
sofá.
Un hormigueo en su estomago le impide cocinar nada, así que una
manzana es el plato principal, vuelve donde la maquina de fotografías, la
toma pero sin ningún entusiasmo ya es de rechazo. No sabe porque salió
con la bolsa sin mirar de quien pudiera ser.
Tiene turno de tarde, así que sale con destino a su trabajo,
mecánicamente toma el metro pero su pensamiento se ha convertido en
obsesivo, no ve a nadie que le rodea, las calles son cruzadas
mecánicamente, con un vistazo, de quien mira pero, no ve. El resto del día lo pasa de igual manera. No logra concentrarse con nada. Hay
facturas que las tiene que repasar tres y cuatro veces.
Va varias veces al cuarto de baño a lavarse las manos, se siente sucio.
Pero ni siquiera el agua fresca le saca de su estado.
Al salir de la oficina no marcha con sus compañeros a tomar unas
cervezas, como suelen hacer siempre. Pone una de las disculpas que se le
ocurre y les desea un buen fin de semana.
Cuando llega a casa se siente tan cansado que solo le apetece tomar una
ducha, una vez más el agua, e irse a la cama sin cenar. Pero la
incomodidad le hace que de un montón de vueltas en la cama,
consiguiendo desbaratarla en unos pocos minutos. Por fin logra una
solución por la mañana temprano colocara un anuncio: “encontrada
maquina de fotografías” en el lugar donde la recogió. Esto le hace
sentirse un poco mejor y puede conciliar el sueño.
Por la mañana se levanta de una cama que parece haber sufrido una
guerra. Sin desayunar va al ordenador a componer el cartel y así fijarlo
a primera hora. Con las primeras luces del día ya esta poniéndolo en el
banco con la ayuda de la cinta adhesiva.
Ahora si vuelve a casa a desayunar y a esperar esa llamada telefónica.
Curiosamente empieza a recibir llamadas de las personas que le vieron el
día anterior llevarse la bolsa con la maquina, para afearle su conducta,
pero nadie es el autentico dueño, el fin de semana se queda esperando,
sentado en el sofá junto al teléfono y frente a la maquina de fotos, que
recibe frases de odio.
El fin de semana pasa y nadie reclama la maquina, por ello coge la bolsa y
la coloca en la estantería mas alta, quizás si el objeto no se ve no hará
daño. ¿Se acabo el tema de la maquina de fotografías? ¿O, no?
LA CONSULTA

- No te lo vas a creer pero pienso que la mayoría de la gente esta
contra mi.
- ¿Por qué piensas así?
- Últimamente me he dado cuenta, que la gente cerca de mí, comienzan
a hablar en un tono más bajo, o cuando saludo no recibo respuesta.
- En realidad si es un gran problema, pero ¿piensas que es la mayoría de
la gente o solo algunas personas?
- A lo mejor son unas pocas personas, pero, a esas, son las que doy más
importancia. Esto hace que tenga angustia y por las noches no pueda
dormir con normalidad.
- Creo que tu caso, es importante, pero también, pienso, que tiene
solución.
- Precisamente, si te cuento esto, es por creer que tú me podías ayudar.
Me han hablado muy bien de ti.
- Mira Luis, en la vida siempre tenemos dos caminos. El numero “dos”
siempre a sido muy importante por ser las partes que engloban el todo,
piensa en el yin y el yang, en lo bueno y lo malo, en el blanco y el negro, el
hombre y la mujer… etc.
Cuando andamos cogemos un camino a la derecha o a la izquierda. Alguna
vez al haber elegido uno de ellos, nos damos cuenta que no nos llevara
donde queremos ir, entonces podemos: o dirigirnos al otro camino o
continuar por el que vamos. Si elegimos está última opción estaremos
con mal humor, desagradables, y con un gran sentimiento de frustración.
Evidentemente no tenemos el mapa de todos los caminos que nos surgen
en la vida, pero si tenemos habilidad para mandar sobre nuestros pies.
Una vez que comprendemos esto, ante un camino erróneo tenemos la
facultad de cambiarlo, o, en el peor de los casos, cuando no podamos
abandonar el camino equivocado, llevarlo de la mejor manera posible.
Te pondré un ejemplo si se mete una chinita en el zapato, tu caminar
será penoso, pero si encima vamos dando saltos esa piedra nos va
haciendo más daño e incluso una herida, está herida representa la
enfermedad, el dolor, esté no solo es físico, sino psicológico.
Al decirme tu sentimiento, es un poco como el ejemplo que te he puesto,
tu sensación es real, porque tu la percibes así, nadie te lo puede negar,
pero, sin embargo, hay otra posibilidad para que esa sensación que
recibes, de mucha gente, la sientas de otra manera, aunque la piedrecilla
siga alojada en tu zapato. Lo más razonable será parar en algún lugar y
poderte desabrochar ese zapato para extraer el origen de la causa.
Me podrás decir que el problema está en los demás. Llevas razón, pero
quién lo sufre eres tú. Por ello tendrás que cambiar la manera en que
recibes esa piedra para evitar que otra se aloje en el zapato.
- Entiendo lo que me dices pero ¿Cómo hacerlo?
- Bien, ahora tú tienes un mapa, sabes los puntos erróneos, tienes que ser
consciente de a donde vas, si yo te hago tu camino ya no será el tuyo,
será el mío, lo cual acarrea un nuevo problema. Tiene que quedarte claro
que tus emociones las puedes modificar: la animosidad, las ganas por
vivir, la alegría son cosas que estás dentro de ti, extráelas por que son
tuyas, sentirte a gusto donde estés y en la circunstancia que te
encuentres, solo así podrás volver al camino que consideras adecuado. Si
te llevas el resentimiento, el dolor y la enfermedad, pronto volverán a
salir aunque estés en el camino correcto.
- Eso me recuerda la frase de al mal tiempo buena cara.
- Si es un buen refrán y una buena solución.
- ¿Todo es un poco abstracto?
- Quizás si, pero en la pintura también existen maneras diferentes de ver
un cuadro, hasta se puede ver de una forma abstracta. Lo mío no es lo
mejor pero es una manera de vivir, eso que llamamos realidad, está es tal
como nosotros la sentimos, a lo mejor mi visión te vale para tú panorama,
como a mí me valió de otras personas. Necesitamos aprender y yo lo
hago contigo y, espero, que a ti te ocurra igual.
- Es un poco difícil entender esto que me dices.
- No fue fácil aprender que dos más dos sumaban cuatro, sin embargo,
ahora te sale fácilmente. Cuando aprendemos un baile los primeros
pasos se nos amontonan y pensamos que nunca lo podremos aprender,
ensayamos y cada vez lo hacemos mejor hasta que llega un momento en
que somos maestros de esa danza. Así que solo te puedo decir adelante.
- Entonces si yo cambio la manera de pensar, las circunstancias cambian.
- Seguro, la ley de causa efecto existe. Para construir una casa primero
excavamos para poder colocar los cimientos, según vamos edificándola va
tomando el aspecto de la misma pero nunca antes pues sino solo serían
especulaciones. El “yo cambiar” significa “yo construir” es necesario que
yo comience con mi parte. Al hacer mi parte, el mundo hace la suya. Si,
por el contrario, yo me siento esperando que los demás cambien, será la
pescadilla que se muerde la cola, donde esta el origen, en el huevo o la
gallina. Hay un factor muy importante que dice: sino te gusta lo que
recibes piensa en lo que emites.
- Entiendo lo que me quiere decir, pero necesito saber como hacer ese
cambio.
- Entonces la cosa es mucho más fácil, si se lo que tengo que evitar tendré
que favorecer todas aquellas cosas que voy dejando de lado y me son
necesarias. Te pondré un ejemplo si los demás dicen que estoy aislado
pues tendré que desarrollar todo aquello que me lleve a la comunicación y
mi objetivo sea ese. En tu caso, si sientes que todos están contra ti,
reflexiona si estás contra todos y tu mismo estés recogiendo lo mismo
que has plantado, a lo mejor tu ni siquiera sabías el resultado de lo que
plantabas y entonces te llevas una gran sorpresa, solo tienes que
reflexionar en tu comportamiento en el último mes.
- No, está sensación, la llevo teniendo desde hace tres meses.
- Bien pues ahora recuerda como estabas tú, hace tres meses.
- La verdad es que estaba pasando una mala racha.
- Te das cuenta como nada es casual.
- Si pero yo nunca relacionaría lo que me paso entonces con lo que me pasa
ahora.
- Si tú, en el ejemplo de antes, estás excavando el terreno, lógicamente es
que vas a poner unos cimientos para luego edificar una casa, porque si
fuera para enterrar una tubería, sería una zanja estrecha y lineal.
- No creo que exista relación entre lo que sucedió hace tres meses con lo
que pasa ahora.
- Bien si seguimos con el ejemplo anterior, una casa no se erige de un día
para otro, es obra de un tiempo. Empezaste la construcción, ahora estas
en la fase de la decoración. Pero todo es referido a la casa, da igual que
sea colocar ladrillos, poner tejas o pintar, todo se refiere a la misma.
- Entonces ¿todo lo que nos pasa es tan importante?
- La respuesta es si, todo esta relacionado, por eso, a veces, damos
sentido a cosas pequeñas, pero estas no deben ser tan importantes en un
todo. Te pondré un ejemplo imaginate que dan una fiesta en un palacio.
La decoración es suntuosa, no faltan ni la alfombra de invitados, ni las
lámparas de cristal, ni los uniformes de gala de los invitados, la música es
muy agradable, la comida deliciosa y la mejor bebida. Todo trascurre
maravillosamente pero al pasar junto a uno de los anfitriones recibes una
frase que no te gusta, te sientes molesto y abandonas la estancia. Al
salir te encuentras en la calle con un amigo que te pregunta por la fiesta,
tu dices que fatal. Te das cuenta que todo era maravilloso y una pequeña
cosita la has hecho tan importante que ha destruido el resto de la
velada, ya no tiene importancia el lugar donde se ha celebrado, ni la
alfombra, ni la música, ni ljjja bebida, ni…. La pregunta es: ¿porque damos
tanta importancia al uno por ciento del total? Quizás sea esa tendencia
que tenemos para dar tanto valor a las cosas negativas, a seguir por el
camino equivocado. Nos pondremos mil justificaciones para continuar
por él. El motivo es el miedo a cambiar.
- En cuanto a los pequeños detalles negativos, tengo que darte la razón.
Pero en cuanto al miedo al cambio, me cuesta aceptar que no queramos
cambiar.
- No es que no queramos, es que nos creemos incapaces de llevarlo a la
práctica. Siempre buscamos la justificación para no hacer la
modificación, la culpa la buscamos en los demás, la sociedad, el sistema,
etc.
- Sigo pensando que lo que me dices es abstracto yo quiero soluciones.
- Vuelvo a decirte que tu camino solo lo podrás hacer tú, yo te puedo
hablar desde mi óptica, de mi manera de sentir el mundo, la realidad. Te
comento el equipo que puedes llevar para ir por las montañas, te ofrezco
la brújula que te indicara el norte, pero no me pidas que vaya en tu viaje,
nadie puede decirte tu camino, lo que si se te dirá en esas circunstancias
es el que cada uno eligió. Pero nuestro camino es único y cada uno lo
construimos día a día. Lo que si me gustaría que recordaras es la
disposición que tenemos cada uno de nosotros ante los diferentes
caminos que se nos presentan o los cuales seguimos.
- Te vuelvo ha decir que me hablas de una manera que no se puede hacer
que esta en los papeles pero en la practica es una tarea empírica.
- Simplemente me lo estoy imaginando. Una cosa es imaginar y otra muy
diferente la realidad.
- Llevas razón, pero algo para que suceda primero te la tienes que
imaginar. Tu cabeza lo tiene que elaborar. Te pondré otro ejemplo,
vuelve a cerrar tus ojos e imagina que estás en el polo norte, hace mucho
frió, se levanta el aire polar y comienzas a sentir los rigores del frió… no
tienes vestimenta adecuada… vas con un traje de verano… andas para no
quedarte congelado… pisas una placa de hielo y caes sobre tu brazo,
tienes intensos dolores porque le ves fracturado. Has sentido todo esto
que te ido relatando,
- Incluso he notado el calor producido tras la fractura.
- Nosotros podemos regular los diferentes estados emocionales, no es una
cosa empírico, igual que los yoghis pueden llegar a ralentizar su corazón,
todos podemos conseguir cualquier cosa es cuestión de entrenamiento,
eso es mi propuesta. En vez de dejarnos ir debemos sentir.

Hagámoslo.

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